El humo invasor no ha logrado teñir el despejado y radiante cielo de Frutillar. Una sorpresiva aunque refrescante lluvia, el pasado viernes, pudo aguar el despegue de sus Semanas Musicales, mas no fue así. De día, los jóvenes tararean en la arena los hits del verano, amplificados hacia la playa desde cafeterías y cervecerías. De noche, en cambio, el balneario frente a la ribera oeste del lago Llanquihue se viste de traje y corbata, y peregrina hasta el Teatro del Lago, donde hoy se vivirá la cuarta jornada de su tradicional encuentro musical, en su 49a versión.
Será el reencuentro de la Orquesta Sinfónica Juvenil con el mismo escenario luego de ofrecer, ayer por la noche, un programa cargado a los sonidos clásicos bajo la batuta del maestro chileno Rodolfo Fischer. El conjunto, fundado en 1992, interpretó las piezas La isla de los muertos, de Serguéi Rachmaninov, y el Concierto para Violoncello y Orquesta en La menor, Op. 129, de Robert Schumann, este último en compañía del chelista bielorruso Ivan Karizna, ganador del concurso Dr. Luis Sigall del año pasado. Para el cierre y tras el intermedio, deslumbró la Sinfonía N°8 en Sol mayor, Op. 88, de Antonín Dvořák.
Esta noche, también bajo la conducción de Fischer, su repertorio avanzará unas cuantas décadas, bordeando incluso la bitácora local. La jornada arrancará con Plegaria para orquesta, la obra del joven compositor chileno Tomás Brantmayer (1992), estrenada en 2015 por la Orquesta Marga Marga. "Está un poco influida por la literatura orquestal de la música francesa de comienzos de siglo", ha declarado su autor . "Además, la hice dentro de una búsqueda que se inició con dos obras en formato de cámara que hice, y de ellas desprendí ciertos elementos y los traduje al lenguaje orquestal".
Le seguirán algunos fragmentos sinfónicos de Daphnis y Chloe, Suite N°2: Lever du jour - Pantomime - Danse générale, de Maurice Ravel. En tanto, los cinco movimientos del Concierto para orquesta, sz 116 , de Béla Bartók, cerrarán la cuarta jornada.
In memoriam
Ya es común, dicen vecinos y turistas, que las largas filas en las boleterías del Teatro del Lago se mantengan incluso cuando se han iniciado los conciertos. Porque el ciclo, que este año se extenderá hasta el próximo domingo en el rincón más dulce de la Región de Los Lagos, ya tiene prácticamente todo vendido.
Para la inauguración de las Semanas Musicales, el pasado viernes a eso de las 20 hrs., subió al escenario del teatro, radiante y enfundada de rojo, la nueva presidenta del certamen, la alemana Elizabeth Harriet Eeles. Esa noche y todas las siguientes, han estado dedicadas en más de un instante a la creadora e impulsora del encuentro musical de Frutillar, Flora Inostroza, fallecida el 12 de febrero de 2016. También hubo, incluso, un minuto de silencio por los compatriotas, brigadistas y voluntarios fallecidos en la reciente catástrofe forestal.
Como ya es tradición, los casi 60 músicos de la Banda Sinfónica de la Fuerza Aérea de Chile fueron los encargados de abrir el certamen, esta vez bajo la conducción de Fabrizio de Negri Murillo, con obras de dos grandes compositores británicos: Gustav Holst y Edward Elgar. La noche del sábado, en tanto, los uniformados volvieron a salir al escenario, ahora como escoltas de Los Jaivas.
El programa, dividido en dos tramos, estuvo estrictamente anclado en el repertorio del conjunto, aunque basado en los arreglos que ellos mismos hicieron de las nueve piezas presentadas para la ocasión. Como aperitivo, resonó Letanías por el azar, de 1974, una pieza que sólo han interpretado "dos o tres veces antes en Chile", según Eduardo Parra, y cuya grabación de estudio sigue siendo una deuda.
Ante un teatro lleno, la velada continuó con versiones orquestales de Mira niñita, Tarka y Ocarina, y Sube a nacer conmigo hermano, con la reconocida letra de Pablo Neruda. Tras el intervalo, Los Jaivas retornaron al escenario para entonar Cerro de la Virgen, Camino estrellado, Elqui -en solo de piano de Eduardo Parra-, Mamalluca y Corre que te pillo. Al decir de los organizadores, la ovación que siguió fue una de las más estridentes y calurosas que recuerden las Semanas Musicales.
En tres jornadas, de un total de diez, poco más de 3.500 personas habían copado la sala sobre las aguas del Llanquihue (ello, sin mencionar otras 3 mil en los conciertos de mediodía).
"Vamos Chile"
Asistentes, músicos y organizadores, como ya se sugirió, no han estado ajenos a los complejos días que se viven. Así, un fuerte y espontáneo "Vamos Chile, mierda", originado en la audiencia, nuevamente se sumó el sábado a las muestras de solidaridad por los incendios que ya han afectado varias comunas del país, consumiendo miles de hectáreas.
Por su parte, Frutillar, la tierra del kuchen y la cerveza alemana, sigue tarareando, de día y de noche, las melodías que retumban a lo lejos. E invoca, según el cronométrico programa, las esperadas presentaciones del pianista polaco Szimon Nehring, prevista para mañana, y de Helmuth Reichel, el director chileno radicado en Alemania que saldrá tres noches al escenario, a partir de este miércoles.