Las fuerzas de seguridad sirias mataron el viernes por lo menos a 20 manifestantes, pese a que el presidente Bashar Assad habí­a anunciado el final de las operaciones militares contra los participantes en el levantamiento que estalló hace cinco meses.

Las muertes, ocurridas mientras miles de personas tomaban las calles de Siria, sugieren que el lí­der autocrático no está dispuesto a detener la violencia o no tiene el control pleno sobre sus propias fuerzas de seguridad.

Assad, quien heredó el poder de su padre en el 2000, enfrenta el aislamiento internacional más grave al que se haya sometido a su régimen. El jueves, Estados Unidos y sus aliados europeos, exigieron su dimisión.

Las fuerzas de seguridad dispararon el viernes contra miles de manifestantes en varias ciudades.

Soldados, tanques y vehí­culos blindados de transporte de personal fueron movilizados en las ciudades agitadas, pese a que Assad aseguró al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que habí­an cesado las operaciones militares y policiales. Las enérgicas declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama y lí­deres europeos no parecieron tener efecto inmediato.