Como pocos, el senador PS Fulvio Rossi ha criticado el acuerdo tributario sellado el martes 8 entre el gobierno y el oficialismo. Y es que -según plantea- ese pacto genera incertidumbre respecto del debate educacional que comenzará a entrar en tierra derecha.
¿Se ha perdido la batalla comunicacional en la reforma educacional?
Sostener eso es un poco prematuro. Esta es una batalla y hay varias escaramuzas. Ha faltado mayor cohesión y convicción de la Nueva Mayoría para transmitir un mensaje claro.
¿A qué se refiere con falta de convicción?
La derecha ha realizado una campaña muy fuerte contra la reforma, hay sostenedores que organizan a padres y apoderados desinformándolos y, por otro lado, la gente ve a una Nueva Mayoría con "matices". He llegado a la convicción de que hay un segmento de la Nueva Mayoría, particularmente una parte del centro de ésta, que está cómoda con la situación actual, con el statu quo.
Una cosa son los matices que ha planteado la DC y otra que el sector más progresista de la Nueva Mayoría tampoco se vea defendiendo la reforma en la calle...
Hay varias razones. La primera es que ninguna reforma profunda en un comienzo ha sido popular, hay temor e incertidumbre. Basta ver lo que pasó con el Auge, mientras éste se tramitó, los gremios de la salud hablaban de privatización y llamaban a votar en su contra. Hoy nadie duda de que el Auge fue una buena política pública. Lo segundo tiene que ver con que el diálogo directo con un papá, con una mamá, lo tienen los sostenedores. A nosotros nos cuesta mucho más llegar ahí. Tenemos que redoblar los esfuerzos a nivel territorial para poder saltarnos a los sostenedores, que tienen una mirada muy crítica, porque se está afectando su interés económico. En tercer lugar, hay una suerte de temor de defender la reforma. Muchos parlamentarios sienten que es impopular defenderla por las razones anteriores, y también siento que hay un sector de la Nueva Mayoría que no quiere cambios profundos en educación y que hoy se está aprovechando del acuerdo tributario para hacer una extrapolación que a mí me parece preocupante. Y lo último, ha habido problemas de comunicación y de estrategia de La Moneda. No hay dípticos para explicar la reforma. Ni uno solo.
A usted le ha tocado ir a foros, ¿a los parlamentarios les cuesta ir a ellos a defender la reforma?
Como hoy ves que la reacción inicial de los padres es de rechazo, se necesita coraje para ir a defender la reforma en un ambiente muchas veces adverso, pero creo que cuando uno está en política y tiene una determinada convicción tiene que ser capaz de estar dispuesto a asumir costos.
¿Cree que no hay disponibilidad para ello? ¿Falta coraje?
Mientras se tramiten estos proyectos vamos a asumir costos, es probable que disminuya la adhesión, pero si uno analiza la historia de estas cosas, en general, los cambios profundos mientras se debatían en el Congreso no han tenido tanto apoyo ciudadano. Una vez que se aprueban y la gente ve el impacto positivo, eso cambia. Pero uno no tiene que asustarse en el camino.
¿Esa sensación de rechazo fue lo que motivó el acuerdo en el tema tributario?
Siento que algunos empezaron a comprarse el cuento de que la reforma tributaria en sí misma, por el solo hecho de estarse tramitando, provocaba desaceleración económica. Empezamos a creer el cuento de que esta reforma iba a paralizar la inversión. Eso fue una parte de lo que impulsó el acuerdo y otra creo que fue que en el Senado, la DC, senadores importantes de ese partido no estaban dispuestos a aprobar la reforma tributaria en los términos que se estaba planteando.
Es decir que no estaban los votos…
Yo creo que no estaban los votos. Sé que lo que digo es políticamente incorrecto, pero es mi apreciación , y no estoy muy lejos de la verdad. No hay ninguna razón al final del día -salvo que alguien piense en el gobierno que la simple foto de mostrar consenso es algo tan positivo- que justifique los costos producidos por el acuerdo alcanzado.
El gobierno defendió el acuerdo logrado en materia tributaria señalando que los pactos amplios daban estabilidad a las reformas. ¿No es un buen argumento?
Siempre he pensado que toda sociedad en su convivencia democrática requiere de una base de sustentación con ciertos consensos mínimos -tienen que ver con cómo nos relacionamos, cómo resolvemos nuestras discrepancias-, pero transformar el acuerdo en algo virtuoso sólo por ese hecho me parece que es un profundo error. Hoy día, teniendo mayoría, uno no entiende por qué se cede en aspectos centrales. Parece ser que esta Nueva Mayoría, que aparece tremendamente cohesionada y unida detrás de un programa de cambios profundos para Chile, a la hora de la verdad empieza a evidenciar diferencias.
Usted preside la Comisión de Educación del Senado. ¿Cuál es el espacio disponible para negociar el proyecto de reforma educacional?
Uno tiene que dejarse convencer cuando las ideas de los otros son mejores. Un ejemplo concreto. En el tema del copago muchos han hablado de que en 10 años no se alcanzarían a cubrir los copago de ciertos colegios, que tienen copago más alto con las subvenciones adicionales. Bueno, demos 15 años. Aquí estamos hablando de un tema procedimental. Otro ejemplo, la ley dice que no se puede abrir un nuevo colegio particular donde no haya demanda de matrícula, y Héctor Vargas, presidente de la comisión de educación de la Conferencia Episcopal, me dice "qué pasa si no hay demanda de matrícula, pero sí existe demanda de un cierto tipo de proyecto educativo, por ejemplo, un colegio católico", bueno, hay que revisar ese tema. El tema de la compra de colegios que se ha distorsionado, a lo mejor habrá que crear un fondo para compra de colegios en casos excepcionales, donde se ponga en riesgo la continuidad de los estudios de los jóvenes. Hay un montón de materias donde se pueden abrir espacios para conversar.
¿Qué es lo no transable?
Lo que no es conversable es que la educación tiene que ser un derecho social, por lo tanto, la motivación para emprender un proyecto educacional no puede ser el lucro, no puede ser que con recursos públicos haya discriminación.
Usted señaló que no existían los votos para aprobar la reforma tributaria. ¿Existen los votos en la Nueva Mayoría para aprobar la reforma educacional?
Gran parte de eso depende de la fuerza con que el gobierno la impulse. Hay que fortalecer al ministro Eyzaguirre y seguramente la Presidenta Bachelet va a tener que poner su capital político sobre la mesa para alinear a la Nueva Mayoría tras una reforma de verdad. Si queremos sacar una reformita es muy fácil. Vamos a la misma cocina de Andrés Zaldívar, podemos llamar incluso a los mismos ayudantes, pero yo no voy a participar, a mí me encanta cocinar, pero en esa cocina no voy a estar.
¿Cómo se fortalece al ministro Eyzaguirre?
Quienes están en contra de la reforma tienen la idea de sacar al ministro Eyzaguirre. Los mismos que lo consideraban un economista brillante, hoy lo critican poco menos que no sabe nada. Hay un intento por debilitar al ministro Eyzaguirre. Y digo una cosa: si el ministro Eyzaguirre sale, es el fin de la reforma a la educación. Su presencia es necesaria para dar continuidad al proceso de cambios, más allá de que se puedan cometer errores.
Usted ha sido duro con las críticas a la DC. En ese partido sostienen que esos cuestionamientos son los mismos que han hecho, por ejemplo, Carlos Montes o Guillermo Teillier…
Eso es un argumento falaz. Carlos Montes marcó un punto respecto de un aspecto de la reforma bien puntual. Teillier incluso hoy revisó el tema y lo conversó con Camila Vallejo y cambió de opinión. Yo no he criticado a toda la DC, siento que -por ejemplo- con Yasna Provoste y Mario Venegas tenemos un pleno entendimiento.
¿En la reforma educacional se juega la consolidación de la Nueva Mayoría como opción de gobierno?
Si no le cumplimos a la gente no sé qué sentido tenga tener una coalición que teniendo mayoría y con un triunfo abrumador en las urnas no cumple su programa. Hay que salir a la calle con todo.