Llegó a hacer un reemplazo poco después de volver del exilio en 1985. De ahí, pasó más de 20 años en la U. Arcis y se encargó de crear la escuela de Historia del plantel. Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, vivió en primera persona el auge y caída de una universidad que pronto cerrará sus puertas para siempre. En entrevista con La Tercera, el historiador y profesor cuenta cómo fue su paso por la institución.

¿Cómo describiría el proyecto de la Universidad Arcis?

Era un proyecto cristiano, vinculado con la izquierda, que recogía un profesorado que había sido expulsado de otros planteles y que se nutría de una juventud rebelde. Había un interés por estudiar, por hacer las cosas bien, y se compartía entre todos un rechazo absoluto al régimen dictatorial. Este proyecto era inédito en Chile; con esto, por fin, la izquierda hacía algo por sí misma y para sí, no agarrándose del Estado. Por eso la pérdida, cerrar esto, es un tremendo golpe.

¿Cómo se administraba?

En un principio se administró bien porque había gente que sabía hacerlo y fue creando un ambiente de trabajo solidario. No se dependía del Estado de forma directa para los recursos, había que generarlos. Eso la hacía extraordinariamente atractiva e importante, y así lo considero porque estábamos viviendo una derrota política en esa época, entonces era evidente que había que pensar una estrategia rebelde de izquierda, crítica, revolucionaria, que estuviera más arraigada en lo que pasaba en Chile.

¿Qué pasó en la década de los 90?

A medida que fue atrayendo alumnos, se fue consolidando primero como instituto y más adelante como universidad. Ahí se presentó un problema de infraestructura, hacía falta más campus. Entonces fue necesario aumentar la inversión. Por otro lado, el profesorado pensó que había que tener un sueldo mayor porque era lo más justo. Entonces comenzó una doble presión financiera. Pero además el plantel se contagió de un fenómeno de otras instituciones privadas que estaban creando sedes para tener influencia a lo largo del país. Y en la Arcis ocurrió eso cuando llegó Luis Torres como rector, quien concibió un plan de expansión, lo que significó otra presión interna de los costos y que se hizo cada vez más inmanejable. Por eso, la crisis financiera comenzó a desarrollarse en los noventa. Llegó un punto el 2004 en que la Arcis no podía seguir a menos que hubiera inyección de capital.

¿Ahí llega el Partido Comunista con el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz?

Cuando se hizo necesaria la inyección de capital, llega el PC con un aporte de $ 480 millones y Max Marambio con otro aporte más o menos similar. Seguía trabajando, había creado la escuela de Historia y estuve comprometido con la esfera directiva. Por eso estuve al tanto de por qué se llamó a estos capitalistas, qué aportaron y cómo actuaron.

¿Cómo actuaron?

Desde que llegaron iniciaron una política de querer controlar el plantel en todos sus aspectos y comenzó entonces la presión para que cierta gente se fuera y lo hicieron con métodos que no me gustaron. En el fondo el PC quería controlar internamente la universidad, pero no tenía una política académica o universitaria nueva.

¿Quiénes hacían las presiones?

Eran los representantes de los nuevos capitalistas; en concreto, los representantes del PC ahí eran Juan Andrés Lagos y Daniel Núñez. El otro era el mismísimo Max Marambio. En ese periodo soy desvinculado y luego otros fueron expulsados. Ahí la Arcis comenzó a perder calidad, se acabó la expansión de matrícula, que comienza a bajar lentamente, y con ello también los ingresos.

¿Qué pasó después?

El plantel pierde alumnos y llega un momento crítico entre el 2012 y 2013 y los capitalistas se van, retiran sus fondos y el hecho es que al hacer eso quebraron la institución y esta no se pudo recuperar. Fue una frustración grande, porque la Universidad Arcis era un plantel de izquierda que fue autodestruido por la izquierda, eso me impacta.

¿Qué pensó cuando el PC se fue y luego fue intervenida la universidad por un administrador provisional?

Esa era agonía y una muerte progresiva. Sabía que iba a terminar cerrada, no le vi destino cuando se introdujeron estos capitalistas.

¿Qué le parece el trabajo del administrador y del Mineduc?

No podemos echarle siempre la culpa el Estado. En primer lugar, tenemos que pensar por qué el resto de la izquierda no se preocupó de salvar a la Arcis. Claro, necesitaba plata y eso era un problema, pero pudo haberse hecho cualquier cosa para juntar fondos. La gente, los ciudadanos, los partidos podrían haber hecho algo para salvarla, porque hoy no hay ninguna universidad progresista, están todas impregnadas con esta cultura neoliberal de la competencia, la carrera académica, la jerarquía, competir con el otro, etcétera.

¿Cuál es el legado que deja el plantel?

El legado de lo que pudo ser, porque el proyecto inicial fue de alguna manera viable y realizable. Luego viene el segundo legado que es cómo no se debe administrar un proyecto de ese tipo, porque lo hicieron reventar cuando quisieron expandirse y de eso hay que sacar enseñanzas. Sé que es desagradable, porque se termina hablando del PC y se dice que es un ataque político, pero no lo es. Esto fue una cuestión de administración de un proyecto. Me molesta y me duele hablar del PC, hace algún tiempo me invitaron a la comisión investigadora para preguntarme si el partido había robado. Dije que a mí no me consta. Esto no es cosa de robo, lo que es cierto es que quisieron controlarlo todo y eso no se puede negar, y es tanto o peor que si hubieran robado.

¿Se debe tener más cuidado al momento de querer expandir un plantel?

Hay un problema general para la gente que se dice de izquierda: siempre piensan en metas políticas, ideológicas a realizar, pero para llegar a ellas hay que saber administrar recursos y el gran problema de la izquierda es que no sabe hacerlo. Cuando la Arcis se expandió, el tema era eso, cómo generar recursos y administrarlos bien. Es feo decirlo, pero saber administrar recursos con eficiencia es una capacidad empresarial, que no se te escape de control del proyecto donde estás, y eso fue lo que le pasó a la Arcis.