Todo partió a los tropiezos. En 1910, el Presidente Pedro Montt decidió que la Gala del 18 de septiembre se celebraría con una gran ópera en el Teatro Municipal. Sin embargo, Montt enfermó gravemente, viajó a atenderse a Alemania y murió en el puerto de Bremen de un ataque cardíaco. Su sucesor era el ministro del Interior Elías Fernández Albano, que en el colmo de la mala suerte, falleció tras un resfrío adquirido en los funerales del mandatario. Así es como la Primera Gala Presidencial debió ser inaugurada por el vicepresidente Emiliano Figueroa. Por fortuna nadie murió en la función.
A 114 años de la tradición que reúne al Presidente, sus ministros y el cuerpo diplomático extranjero frente a una rutilante ópera en el Teatro Municipal, todo comienza a replantearse y discutirse. Tal revisión viene desde el propio Teatro Municipal, que acaba de elaborar una propuesta de nueva Gala, presentada recientemente a la Presidenta Michelle Bachelet. Tal reestructuración contempla "la participación de la Orquesta Filarmónica, el Coro del Teatro Municipal y el Ballet de Santiago" y el objetivo es "conmemorar las Fiestas Patrias, fomentando la historia artística y cultural de Chile". Se espera que la próxima semana se anunciará cuál es el nuevo programa.
Una de las opciones es dividir la Gala en dos bloques, el primero con un repertorio clásico nacional y el segundo con extractos del ballet 33 horas Bar, que tiene música de Los Tres y presencia del Ballet de Santiago. La otra alternativa es dejar el segundo segmento para la ópera Turandot, obra que en esas fechas se da en el Municipal. En cualquiera de los escenarios, el ideal es la transmisión del evento por TVN.
Suspendida sólo en 1973 tras el Golpe Militar y en el 2006 por la huelga de trabajadores, la Gala ha convocado durante su historia a presidentes melómanos, pero también a muchos a los que simplemente no les interesaba la ópera. "Sólo hay uno, cuyo nombre no recuerdo, que tenía real aprecio por el género lírico. Y justamente ocupaba un asiento que no era el palco presidencial, pues aunque es cómodo no sirve para ver ópera. Está en un costado", dice el abogado Arturo Alessandri Besa, ex candidato presidencial y abonado de toda la vida al Teatro Municipal.
Se considera un tradicionalista ("por mí, que el Parque O'Higgins se siga llamando Cousiño") y cree que la ópera tiene la suficiente fuerza para seguir siendo el espectáculo rey de la Gala. "Qué mejor que Turandot de Puccini para una gala", dice sobre la ópera verista italiana.
Música chilena
Verista era también Pietro Macagni, compositor italiano de la célebre Cavalleria Rusticana y que en 1911 dirigió en la Gala del Municipal Mefistófeles de su compatriota Arrigo Boito. Asimismo, como un gran amante del género se define Sebastián Errázuriz, compositor chileno de la ópera Viento blanco, entre otras obras. Para él, la tradición de tocar una obra de repertorio universal simplemente no tiene sentido. "Me parece patético que en nuestra fiesta nacional y cuando convocamos en un teatro a todos los embajadores se toque a Mozart o Verdi. Es de un provincianismo máximo, sobre todo si consideramos que hay tanta música de compositores chilenos que se puede tocar y que nadie se da el tiempo de buscar. Tampoco estoy de acuerdo en transformar la Gala en un recital de Los Jaivas", dice Errázuriz.
Una opinión ligeramente diferente maneja el músico Horacio Salinas, director de Inti Illimani. "Estoy totalmente de acuerdo en darle un carácter más nacional a la Gala. Creo que hay bastante música chilena orquestal que se puede tocar en una ceremonia de este tipo. Interpretar óperas obedece a cierta nostalgia por lo europeo que es de otra época. Chile tiene definitivamente música para la Gala. No tiene porque ser un grupo como el nuestro, pero el punto es abrir el Teatro a otras expresiones", afirma.
Entre los críticos de música, Claudia Ramírez (La Tercera) y Mario Córdova (Radio Beethoven) coinciden en que la ceremonia debería modificarse, pero no para cambiar de género, sino para variar los intérpretes. Es decir, con músicos chilenos. "Se le hace un flaco favor y se elitiza aún más la ópera si se la elimina de la Gala. Es cómo decir, 'este tipo de obras no es para los chilenos, así que pongamos otra cosa'. No, lo correcto sería hacer una Gala con cantantes chilenos, que muchas veces superan a los internacionales", dice Ramírez.