No hay caso. Ni siquiera una jugosa renovación sobre la mesa parecen tranquilizarlo. Lo de Paulo Garcés luce casi irreversible. Al punto de que ya pone en duda el título para Colo Colo, que desde hace varias fechas viene padeciendo de los errores garrafales de su portero. El último ocurrió ahora en Quillota, donde el cuadro albo terminó derrotado por la cuenta mínina, lo que de paso le permite a Universidad de Chile igualarlo en el liderato, con cuatro fechas por jugarse en el Clausura. Algo impensado hasta hace apenas unas semanas.

Ni siquiera la confianza pública que le viene entregando Guede le devolvieron la seguridad en las manos y en la cabeza. Paulo Garcés volvió a poner en entredicho su titularidad. Y por qué no, su continuidad en el club. En el peor momento del semestre. Un grosero error suyo, y ya van cuantos en el presente torneo, le permitió a San Luis ponerse en ventaja al filo del primer tiempo, cuando el local apenas se acercaba para hacer daño. El portero, en su intento de embolsar un centro desde la derecha, le dejó servido en bandeja el balón al recién ingresado Lara para que con un suave toque de cabeza decretara el 1-0.

El nuevo error del portero, a esta altura una costumbre para el hincha colocolino, le pusieron el partido cuesta arriba al cuadro albo. Si ya en el primer tiempo le costó muchísimo hilvanar jugadas de ataque, salvo en los primeros 15 minutos, después con la desventaja cayó preso del nerviosismo. No apareció Valdés, bien custodiado por Leal y Rivas, y entonces Paredes quedó siempre lejos del gol. De hecho, el artillero apenas entró en contacto con el juego, claro ejemplo del poco vuelo futbolístico que alcanzó el equipo de Guede.

San Luis, con el overol puesto desde el minuto uno, le quitó espacios a Fernández y Riveros, obligando a los hombres del fondo a tirar pelotazos. Y en esas jugadas divididas, casi siempre ganaron los locales. Salvo algunos balones detenidos, a Colo Colo le costó muchísimo dejar a sus hombres de ataque de cara al gol.

Guede tampoco ayudó mucho al equipo, con cambios que le quitaron fútbol. La salida de Fernández, quien tenía amarilla y venía metiéndose en problemas con los rivales, fue un atentado para el libreto colocolino. Porque sin un generador neto, los albos sólo se dedicaron a aglutinar hombres en los últimos metros, sin ese futbolista capaz de filtrar un pase entre líneas. Ni Valdés, ni el peruano Gonzales, una de los llamados a resolver el puzzle canario, tuvieron la capacidad de dejar a un compañero de cara al portero Cano.

Los intentos postreros de Colo Colo por conseguir la igualdad, hasta con siete hombres metidos en el área local, eran la más fiel imagen de la desesperación de un equipo al que los problemas fuera de la cancha, en este caso la presidencia de Blanco y Negro, parecen haberlo también afectado. Aunque lo hecho por Garcés, más allá de cualquier situación futbolística, lo dejó en blanco. Y para colmo, sin liderazgo solitario. Ahora, con la U encima, habrá que ver qué resuelve Guede con el arco en este epílogo.