Una tragedia. Así fue el paso de Christian Garin por el cuadro de singles del Movistar Open, donde quedó eliminado ante el primer cabeza de serie, el argentino Horacio Zeballos (72°). Un partido que en la antesala no hubiese sido extraño que el chileno lo perdiera. Sin embargo, en la práctica, el número dos nacional dejó escapar una oportunidad única para conseguir una victoria revitalizante para su carrera. Por eso, dos horas y media después figuraba sentado en el suelo con la cabeza tomada con las dos manos, mientras sus amigos intentaban consolarlo, con poco éxito. Algunas lágrimas que reflejaban la impotencia de no encontrar la salida a un problema que ya se está haciendo una costumbre.
Pero volvamos al origen del asunto. En la cancha del Club de Polo y Equitación San Cristóbal, el pupilo de Toni Nadal entró con una actitud distinta, con varios cambios en su juego. De hecho, se apreciaron modificaciones notorias en su derecho, el que mostró mayores matices. Ya no era tan plano, lo que le permitió reducir la posibilidad de equivocarse. Su revés se vio bastante sólido y complicó profundamente a Zeballos, quien lucía descolocado. Así, Garin logró el quiebre necesario para luego cerrar el set, por 6-3.
Los 500 asistentes que llenaron la cancha central estaban entusiasmados. Este nuevo Garin parecía dejar los fantasmas en el pasado. De hecho, se le vio bien cuando debió recuperarse de los quiebres que sufrió en la segunda manga. Parecía que el marplatense estaba entregado, sobre todo cuando el Tanque se puso 6-5 con su servicio para cerrar el partido. Fue en ese momento donde aparecieron los primeros indicios de la debacle que vendría después, ya que el zurdo transandino recuperó su saque y forzó el tie break.
En el desempate, Zeballos tomó ventaja, pero su rival dio vuelta el asunto y gracias a dos doble faltas se puso arriba 6-3. Todos ya se preparaban para presenciar el gran batacazo del torneo, pero vino lo increíble: Garin cometió errores no forzados, entre ellos una doble falta increíble. Luego, volvió a tener otro match point, pero otra vez aparecieron los problemas con su servicio y terminó inclinándose 9-7. A esa altura, ya no sólo jugaba un partido ante su adversario, sino que también contra su cabeza.
El último capítulo tenía un desenlace cantado. El criollo sufría ante un rival que hacía lo justo y necesario. Con eso le bastó para quebrar de entrada. A pesar de eso, cedió su servicio, pero el campeón juvenil de Roland Garros no pudo aprovecharlo y terminó perdiendo una batalla que debió ganar, porque tenísticamente sí contaba con los argumentos necesarios para hacerlo.
Para colmo,se enfrascó en una discusión con el argentino, luego de que celebrara el punto final dirigiéndose hacia los amigos de Garin. Más tarde, en una actitud infantil, cargó contra la prensa. "Para qué voy a hablar si ustedes publican lo que quieren", fue su absurda salida, buscando un culpable donde no lo había.
La debacle nacional la completaron las derrotas de Bastián Malla, Tomás Barrios y Nicolás Jarry, que dejaron a Chile sin representantes en singles.