Colombia está intentando enterrar más de cinco décadas de conflicto armado. La transformación no es sencilla. Exige profundos cambios en cada uno de los actores principales de la guerra.

Algunos muy dolorosos. También exigentes. Bien lo sabe el general Carlos Alfonso Rojas Tirado. Pasó buena parte de su carrera castrense combatiendo de primera mano a los guerrilleros de las Farc. Pero su vida ha dado ahora un giro de 180 grados. El gobierno de Juan Manuel Santos le encargó la difícil misión de vigilar las zonas donde se desmovilizarán los rebeldes. Así, ahora deberá velar por su seguridad. El general, al mando del Comando Conjunto de Monitoreo y Verificación, recibió a La Tercera en su despacho de Bogotá para conversar sobre el nuevo reto del Ejército colombiano.

¿Cómo afronta la paradoja de haber combatido a las Farc y ahora tener que protegerlas?

Es difícil enfrentarse a una realidad como esa. Tenemos que entender que estamos tratando de trabajar por conseguir una mejor Colombia.

¿Han preparado psicológicamente a las tropas que van a estar allí sobre el terreno?

Sí. Tanto las tropas como los mecanismos de monitoreo y verificación han pasado por una capacitación certificada por la ONU.

Usted participó en las negociaciones de La Habana con la guerrilla ¿Cómo las recuerda?

Dos años estuvimos allí. Fueron unas negociaciones muy difíciles. Duras. Nos enfrentábamos dos visiones absolutamente diferentes. Siempre hubo que buscar un acuerdo y un consenso donde se lograran puntos de equilibrio para los dos. Durante todo el tiempo hubo una relación respetuosa de lado y lado. Aunque hubo momentos de crisis y angustia, también hubo momentos de satisfacción cuando pudimos ver materializado en un documento el modelo que habíamos construido durante dos años. Aunque no es un modelo perfecto, yo creo que es un modelo que nos deja contentos a las partes. Esa era la misión que teníamos.

¿Cuáles fueron los momentos más críticos que recuerda?

Hay un momento muy crítico. El primer día. La llegada. Mirar personalmente a esas personas a las que habíamos perseguido por años. De las que sólo teníamos referencia de fotos. Es un momento impactante. Hubo momentos de mucha tensión en la negociación con las Farc. Cada uno de nosotros tenía su propio enfoque y su visión personal de muchos temas. Superamos eso.

¿Conoció a algún líder guerrillero que usted mismo haya combatido?

Sí, claro. Allí estaban una serie de personajes con los cuales estuvimos enfrentados durante muchos años. En algunas oportunidades tuvimos tiempo hasta de conversar cómo se veían las operaciones del lado nuestro y cómo se habían visto del lado de las Farc.

¿Puede haber reconciliación en Colombia?

Es una necesidad. Estamos en el siglo XXI. Las diferencias no se pueden solucionar a tiros como se hacía en el lejano oeste. Aquí la pelea es de ideas.

En el último año han sido asesinados más de 70 líderes sociales en Colombia, muchos de movimientos simpatizantes de las Farc y en zonas cercanas a donde va a desmovilizarse la guerrilla. Hay quien compara la situación con el fracaso del anterior proceso de paz. ¿Le preocupa la situación?

El gobierno de Colombia ha estado muy preocupado de la protección de estos líderes sociales. Nosotros estamos ya en el proceso de la ocupación de estas zonas (de entrega de armas).

Elementos díscolos del Ejército han jugado en el pasado un papel relevante, por acción u omisión, en la violencia del país. Parte de la población tiene muy presente casos como el de los falsos positivos, o asesinatos sumarios ejecutados por miembros del Ejército.

Nosotros hemos estado siempre del lado de la ley. Quienes desafortunadamente se han salido de la ley están respondiendo ante la justicia. La profesión militar es una profesión de honor. Es una vocación de honor.