El Presidente iraní, Hassan Rohani, obvió la mención del nombre de Qassem Suleimani. La periodista de CNN Christiane Amanpour le preguntó al gobernante persa, en el marco de la Asamblea General de la ONU, a fines de septiembre, sobre la participación directa de Irán en la guerra civil de Siria. "Un comandante clave, el general Suleimani, está ahí. El tiene a sus hombres ahí". Rohani respondió a la pregunta, pero no se refirió a Suleimani y difícilmente no lo hizo porque no haya sabido quién es.

El mayor general Qassem Suleimani, comandante de la Fuerza Quds (Jerusalén, en árabe), el brazo exterior de elite de la Guardia Revolucionaria iraní, se ha convertido en una pieza ineludible del mapa político y militar de toda una región en los últimos años, tanto que algunos lo mencionan como "el agente más poderoso del Medio Oriente de la actualidad" y es considerado como el principal estratega y táctico militar en los esfuerzos de Irán para enfrentar a Occidente y de Israel para luchar por la expansión de la influencia chiita en la región.

Así, Suleimani estaría jugando un papel preponderante en la guerra siria, al punto que habría logrado inclinar la balanza a favor de Assad en un momento en que parecía que los rebeldes comenzaban a ganar terreno y que el régimen parecía tener los días contados.

Según la revista The New Yorker, que publicó un extenso reportaje sobre el general iraní titulado "The Shadow Commander" ("El comandante de la sombra"), el punto de inflexión de la guerra siria se produjo en abril pasado, después que los rebeldes capturaron la ciudad de Qusair, muy cerca de la frontera libanesa. "Para retomar la ciudad, Suleimani (instalado meses antes en Damasco) llamó a Hassan Nasrala, líder de la milicia chiita libanesa Hizbulá, para que enviara más de dos mil combatientes", escribió The New Yorker. El pedido de ayuda no era un capricho: Qusair está situado en la entrada al valle de la Bekaa, el conducto principal con el que Hizbulá se abastece de misiles y otros pertrechos militares. De esta forma, si ese corredor se cerraba, sería muy complicado para Hizbulá sobrevivir.

The New Yorker cita a Will Fulton, experto en Irán en el American Enterprise Institute, quien aseguró que los combatientes de Hizbulá rodearon Qusair, cortaron las carreteras y luego entraron. "Docenas de ellos murieron, y al menos ocho de ellos eran agentes iraníes. El 5 de junio, la ciudad cayó". "Toda la operación fue orquestada por Suleimani. Fue una gran victoria para él", destacó John Maguire, un ex oficial de la CIA en Irak, quien sigue activo en la región.

Hijo de un campesino, Qassem Suleimani nació en marzo de 1957 en la localidad de Rabor. Con el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, se sumó a la Guardia Revolucionaria y comenzó a ascender rápidamente. Le correspondió enfrentar los levantamientos kurdos y peleó en la guerra Irán-Irak (1980-1988). En los 90 fue enviado a la frontera con Afganistán, donde combatió a los traficantes de opio. En cada una de estas misiones cumplió a cabalidad lo encargado y mostró sus dotes de estratega y su versatilidad.

A fines de los 90 fue nombrado comandante de la Fuerza Quds. Tras los atentados de 2001 en Estados Unidos, colaboró con la inteligencia norteamericana, para definir objetivos contra los talibanes y campos de Al Qaeda en Afganistán. Sin embargo, la cooperación cesó en enero de 2002, cuando el entonces Presidente de EE.UU. George W. Bush incluyó a Irán en el "eje del mal". En Irak, tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003, armó las milicias chiitas. En 2008, ayudó a acordar un cese el fuego entre el Ejército iraquí y la milicia del Ejército del Mahdi, y es considerado como el arquitecto de la coalición que puso en el gobierno a Nuri al Maliki.