La automotriz estadounidense General Motors Co evitó una inminente huelga en Brasil al postergar el despido de hasta 750 trabajadores hasta fin de año y prometer que invertirá unos 500 millones de reales (US$246 millones) en su planta de Sao Jose dos Campos.

El acuerdo, alcanzado con los líderes del sindicato de trabajadores metalúrgicos de Sao Jose dos Campos retrasa los esfuerzos de GM por cerrar la que dice es una línea de ensamblaje no competitiva en esa ciudad.

El sindicato Sindimetal-SJC dijo en su sitio en internet que los trabajadores son miembros de la línea de producción del modelo Classic. Portavoces de GM no estuvieron disponibles inmediatamente para realizar comentarios.

Desde el año pasado, GM ha enfrentado la presión de la presidenta Dilma Rousseff para conservar empleos a cambio de beneficios tributarios que ayudaron a impulsar las ventas a un récord máximo el año pasado en el cuarto mayor mercado automotriz del mundo.

Sin embargo, la producción de automóviles en la industria brasileña cayó por primera vez en una década y la productividad se desplomó a mínimos de seis años, debido a que los crecientes sueldos, embotellamientos del transporte y rígidas leyes laborales socavaron la competitividad de las fábricas locales.

La disputa de GM con el sindicato es uno de los conflictos laborales de mayor perfil en Brasil, donde un ajustado mercado laboral ha obligado a las empresas a otorgar enormes aumentos salariales.

El desempleo ha caído a niveles mínimos récord a pesar de dos años de crecimiento económico decepcionante, ayudando a fortalecer la popularidad de la presidenta Rousseff y su izquierdista Partido de los Trabajadores.

El complejo de GM en Sao Jose dos Campos, cerca de la ciudad de Sao Paulo, produce el Chevrolet Classic en la línea de ensamblaje en cuestión, así como el Blazer, la camioneta S10, motores y transmisiones en otras líneas, empleando a más de 7.000 trabajadores.

Los trabajadores votarán el acuerdo el lunes, dijo el sindicato.