Ver una caravana de camellos deambulando por la arena podría ser perfectamente una postal del Sahara o algún desierto del Magreb; sin embargo, lo insólito de este espectáculo es que los animales se encuentran en la punta septentrional de Brasil, caminando por las enormes dunas de Genipabu, pueblo situado 30 kms. al norte de Natal, ciudad capital del estado de Río Grande Do Norte.

Son la gran atracción turística de esta encantadora villa marina (www.dromedunas.com.br), pero no la única, pues vale la pena subirse a otro de sus atractivos: los buggies, que resuenan entre el pueblo y la larga playa, llevando a los turistas a optar entre el tour con o sin emoción. Los que elijan la primera opción deben prepararse para contornearse en la arena a toda velocidad, subiendo y luego zambulléndose casi en 90 grados, por las mismas dunas donde los tranquilos camellos dejan su huella (Asociación de pilotos de buggy de Río Grande do Norte, tel. 55-84- 2252077). Dunas que son las más grandes de Brasil (30 metros) y han servido de escenario para spots de publicidad, películas de cine y series de televisión.

Pero más allá de sus particularidades y presencia mediática, Genipabu ha mantenido siempre un bajo perfil, alejado de multitudes y consumismo.

Lo suyo es lo natural, dejando que su deslumbrante paisaje continúe aislándolo del progreso. De hecho, para llegar desde Natal es necesario cruzar el río Potengi en balsa, igual que antaño, cuando "Geni" era una de las tantas olvidadas villas de esta costa brasileña.

Las cosas no han cambiado mucho y, aunque se le hizo espacio a un hotel con vista panorámica a la playa desde cualquiera de sus 24 departamentos (www.genipabu.com.br), acogedoras posadas muy bien equipadas (www.pousadasoleil.com.br y www.villadosol.com.br) y restaurantes con platos típicos, como la carne de sol y la vatapá, quienes llegan hasta aquí saben que no encontrarán discotecas, bancos, locales de internet ni glamorosos resorts, sino un verdadero oasis, declarado área de Protección Ambiental.

Una zona reconocida en todo Brasil por fusionar exuberantes manglares, con lagunas cercadas por dunas y largas playas coronadas por un mar calmo que protege cientos de corales.

COSTA DE DUNAS
Además de sus emocionantes paseos, los buggies son el medio de transporte perfecto para recorrer el litoral norte de la llamada Región de Costa de las Dunas donde, escondidos entre una tupida flora tropical, se encuentra una serie de pueblitos que ofrecen distintos deportes vinculados al ecoturismo.

Es el caso de Jacumá, a 10 kms. de Genipabu y donde pescadores ofrecen paseos arriba de sus autóctonas jangadas, rústicas embarcaciones a vela.

Pero las atracciones que más destacan a Jacumá se concentran en su laguna rodeada de cientos de palmeras y enormes dunas. Aquí se reúnen los turistas para practicar el skibunda y el aerobunda, el primero, una especie de sandboard que llega hasta la laguna y el segundo, una suerte de tirolesa, también hasta las dulces aguas.

Continuando 15 kms. más al norte, sale al paso Maracajau, que cuenta con una completa infraestructura turística, con acogedores chalets insertos en medio de un frondoso manglar. Destaca también el entretenido parque acuático Ma Noa (www.ma-noa.com.br), que cuenta con infinidad de piscinas, sinuosos toboganes, cascadas artificiales y terapias de hidromasajes. Un lugar perfecto para llegar en familia, que además ofrece snorkeling por su costa de aguas transparentes y peces multicolores.

Desde el pequeño muelle de Maracajau, varias  empresas ofrecen todo el equipo necesario para bucear por los famosos Parranchos, arrecifes de coral ubicados siete kilómetros mar adentro. Un imperdible acuario natural de 13 kilómetros cuadrados bajo un agua cristalina, que protege una variada fauna marina. (tour desde $ 12.000).

Cómo llegar

Desde Natal hay dos formas de llegar. La primera es en vehículo por carretera en dirección a Macaíba y luego tomar ruta hacia Extremoz (norte), y desde ahí a la costa hasta Genipabu. Más rápido y económico es cruzar el río Potengi, hasta la playa fluvial de Redinha.