La hermosa tarde de primavera de ayer resultó la antesala perfecta para el evento del año en música latina. El cartel de Gigant3s prometió a Carlos Vives, Juan Luis Guerra y Marc Anthony en el Estadio Nacional y 35 mil personas llegaron tranquilamente para ver a los ídolos por separado.

A las 19.33, con media hora de retraso según el cronograma, el músico colombiano, que convirtió el popular vallenato en un ritmo exportable para toda Latinoamérica, arremetió con un set demoledor y bailable, como es su rúbrica.

Vestido de negro y con energía desbordante, que le otorga un cariz extraordinariamente juvenil, a pesar de sus 53 años, Carlos Vives arrancó la jornada con el éxito de 1995 Pa' Mayte.

El estadio completo reaccionó a la poderosa descarga musical, algo destemplada al comienzo, con la percusión muy arriba y la voz subordinada a la maciza instrumentación. Una banda de potente cometido, donde siempre destacó la ejecución de los virtuosos Egidio Cuadrado en el acordeón y Mayte Montero en gaita, respetados músicos del folclore colombiano.

Con 13 temas pactados, y sin la presencia de Marc Anthony para el exitoso single Cuando nos volvamos a encontrar, postulante a un Grammy Latino, Carlos Vives hizo gala de una locuacidad que en algún minuto impacientó al público, en particular cuando hilvanó una larga historia sobre cómo era nuestro continente antes de la llegada de los españoles.

A la altura del hit La gota fría, el sonido se niveló y la voz de Vives se sobrepuso, mientras llamaradas disparadas desde la orilla del escenario engalanaban el espectáculo.

El set avanzó con Fruta fresca, canción en la que Vives demostró, además, sus dotes futbolísticas, dominando una pelota por largo rato, para después seguir corriendo y girando con los brazos abiertos, como un niño jugueteando en una plaza, sin perder jamás la sonrisa.

El show continuó con Como le gusta a tu cuerpo y, luego, con la suave y sugerente Déjame entrar.

Con Ella es mi fiesta, los tiempos de la poderosa percusión y los coros femeninos timbraron una pieza deudora absoluta de ritmos africanos, otro de los instantes en que todo el Estadio Nacional era un solo cuerpo bailando y cantando.

Empalmó con Casi sin respiro, seguida de Carito. Luego, Vives dijo que la cumbia era un regalo de su país hacia Chile, para interpretar más tarde La tierra del olvido, uno de los títulos más celebrados de su listado de canciones.

La programación de Gigant3es seguía, tras el cierre de esta edición, con Juan Luis Guerra, cuyo set consideraba 17 temas, que partieron con Como yo y A pedir su mano, para cerrar la noche con Marc Anthony, lejos el más vitoreado por el público cuando Carlos Vives mencionó su nombre en el recinto de Ñuñoa.