¿Cómo una chica de Brasil se acostumbra a este frío?

Uno no se acostumbra. Dios mío, ¡es demasiado helado aquí! Bueno, eso te demuestra cuánto quiero a mi marido.

La peor tormenta en el estado de Massachusetts en años acaba de pasar por Boston: los colegios están cerrados por tres días, las calles están colapsadas de nieve, las temperaturas son bajo cero, y, por la ventana de una casa donde Gisele Bündchen, la modelo mejor pagada del mundo según Forbes desde 2002, filma un comercial de Falabella (marca que invitó a La Tercera a las grabaciones), todo se ve blanco, blanco y más blanco. "Lo que más me gustaría traer de Brasil hasta acá son las playas", dice sonriendo, "el clima. Brasil tiene un calor en el alma, una cosa que te hace sentir en casa, más acogido y seguro".

Boston es el hogar de Bündchen, ya que su marido, y padre de sus dos hijos, es la estrella de fútbol americano Tom Brady, el único quarterback que ha jugado seis Superbowls, y que, a días de esta entrevista, llevaría a su equipo, los Patriots, a una nueva victoria.

¿Se pone nerviosa al verlo jugar partidos tan importantes?

Bueno, no es que me ponga más nerviosa porque es el Superbowl, sino que me pongo nerviosa porque él juega este deporte y es muy peligroso. Me acuerdo cuando se lesionó, es algo que te asusta mucho. La persona que quieres está ahí, siendo golpeada por un grupo de gente…no es necesariamente algo que disfrutas ver.

Gisele y Tom Brady viven en una mansión a las afueras de Boston, donde cultivan mente y alma, ya que son de esas celebridades que aman la naturaleza, comen sano -el papá de Brady contó en The New York Times que cuando sale de una cena en la casa de su hijo y nuera, dice: "¿Dónde vamos a comer ahora?"-; ella medita todos los días a las 5 de la mañana, y agradece lo que ha logrado.

Y ha logrado mucho: sólo en el viaje desde Santiago a Estados Unidos, uno se la topa en todas partes. En el Duty Free, adornando los carteles del perfume Chanel N° 5; al prender la televisión, está en un comercial de champú Pantene. Gisele es rostro de varias marcas más, y, hoy, graba una campaña para Falabella que llegará a cuatro países. Forbes informó que sólo el año pasado ganó $47 millones de dólares, y eso fue antes de que en septiembre firmara con la marca deportiva Under Armour, y se encaminara a ser la primera modelo en ganar mil millones de dólares.

Hoy está resfriada, con una fuerte tos  -"tuve que empezar con antibióticos", cuenta-, pero su cara, de maquillaje suave, se ve luminosa. Se para frente a la cámara, en jeans y una polera, con una capa tejida, y repite una frase promocional. Alguien dice que se le ve un mechón de pelo raro, ella se lo arregla con los dedos. Pregunta si hay más instrucciones. Sus piernas son eternas. Así, la hija de un profesor universitario y una ejecutiva de banco de Rio Grande du Sul, con seis hermanas incluyendo a su melliza, que fue descubierta a los 13 años en un McDonalds, se ve como un millón de dólares.

¿Cuáles han sido los cambios más grandes desde que empezó a modelar?

Son 20 años este año, desde que empecé (se ríe)…parece mucho tiempo, pero se pasa tan rápido, ¿no? El mundo era muy diferente. No tenía internet, tenías un anonimato, ibas a al trabajo, trabajabas y te ibas a tu casa. No tenías paparazzi. Era mucho más tranquilo. Pienso que hoy hay mucho más ruido alrededor, es mucho más difícil tener paz. Quizás no habría empezado a modelar si el mundo hubiera sido como el de hoy. Es mucho.

Hoy han surgido las "Instagirls", como las llamó Vogue, que se han llegado a la fama a través de redes sociales. Naomi Campbell dijo que han trabajado menos para triunfar. ¿Qué opina usted?

Creo que es una forma diferente de que pasen las cosas. Cuando yo comencé, las modelos empezaban en los desfiles. Hacías muchos desfiles y ahí las personas de las revistas conseguían verte, era como un casting para los editores de revistas. Después que llegabas a revistas, tenías la posibilidad de llegar a una campaña. Tenías que hacer muchas revistas para después ser conocida. Era una escalera y sabías que había que pasar por un escalón para llegar a otro. Hoy es distinto, pero pienso que el mundo es así en todo tipo de profesiones. Con internet varias cosas han cambiado.

¿Cómo fue el paso de ser una modelo muy exitosa, a ser una marca global?

Yo pienso que todo es una historia, no es de un día para otro que eso pasa. Es una continuidad de ciertos tipos de valores, de cómo eres como persona, cómo trabajas, qué tipo de energía entregas y qué retorno le da a los clientes, es una prueba continua que se pasa de año a año. Con el pasar del tiempo adquirí cierta credibilidad con las personas que estaba trabajando, eso tenía un cierto tipo de retorno para quienes me contrataban.

Pensando en la campaña de Falabella, que es para cuatro países, y en su relación con marcas como Chanel que son mundiales; ¿hace un plan consciente de estar presente a nivel global?

No, no es una cosa así. Soy una persona que sigue su instinto. Quiero saber de la empresa, si es buena, si me veo trabajando con ellos. Digo que no al 60 o 70 por ciento de los trabajos que me ofrecen. Escojo las cosas no por el tamaño, si es grande o pequeño, sino porque yo tengo que sentir que es lo que quiero hacer. Hoy puedo hacer eso, es una oportunidad de poder escoger. Además, hoy las empresas son globales, si trabajas con una empresa grande, es el mundo, porque ya no hay empresas regionales.