La decisión del gobierno de reducir el subsidio al gas en Magallanes tiene una connotación más amplia que las consecuencias sociales que gatilló a nivel regional y sus efectos en la escena política nacional. Constituye una potente señal sobre la nueva orientación que está imprimiendo el gobierno a la Empresa Nacional del Petróleo (Enap), la segunda mayor empresa del Estado.
Si bien el primer paso en esa dirección se dio el año pasado, con la desvinculación de 530 personas de la petrolera estatal, el alza de 16,8% de las tarifas del gas en la XII Región profundiza la línea del plan estratégico de largo plazo que hoy diseña el Ejecutivo y que ya tiene fecha: debe quedar definido en el primer semestre de este año, adelantan altas fuentes de gobierno. Un plan que implica dar forma a una nueva Enap, generar espacios para que invierta de la mano de privados, hacerla rentable y eliminar las trabas que hoy entorpecen su gestión.
El episodio de Magallanes, asegura un ministro de La Moneda, es una evidencia de que la administración de Piñera está dispuesta a pagar el costo político que esas transformaciones requieren. Se trata, aseguran, de una reingeniería mayor que el Ejecutivo quiere impulsar con fuerza y que en 2010 sufrió retrasos, en particular, tras el frustrado traspaso de la tuición de la empresa desde el Ministerio de Energía a la cartera de Minería, por no tener los votos en la Cámara Alta. Ahora, sin embargo, el cambio de gabinete anunciado el viernes podría acelerar el timing para la reforma de la firma estatal, considerando que el titular de Minería y nuevo ministro de Energía, Laurence Golborne, es partidario de abrir la propiedad de la petrolera y de proyectarla como una empresa de producción y venta de combustibles, alejándola del rol estratégico que hoy tiene. En este punto, su visión es distinta a la que ostentaba su antecesor en Energía, Ricardo Raineri, con quien discrepaba en el directorio de la firma, pero similar a la del actual gerente general de la compañía, Rodrigo Azócar.
LAS ALTERNATIVAS
El episodio de Magallanes aceleró los tiempos para la empresa estatal, aseguran en el gobierno. Todo esto, en un contexto en que su condición es bastante crítica. "Enap es una empresa cuasi quebrada. Necesita reducir su deuda para crecer, invertir, competir y tener viabilidad a largo plazo", afirma un importante asesor.
La firma tiene una deuda de US$ 5.400 millones y demanda más de US$ 200 millones al año sólo para el pago de intereses. Además, tiene un sobreendeudamiento de US$ 1.000 millones que se generó desde 2008, cuando compró grandes sumas de diésel para respaldar la operación del sistema eléctrico.
La Moneda no sólo se impuso un plazo para tener listo el nuevo esquema de negocios de la compañía. También quiere mejorar su valorización. Y no se cierra a nada: "Hay que analizar todas las alternativas para que la empresa se desarrolle. Hay que determinar las potencialidades de Enap, sus opciones de desarrollo y financiamiento", dicen las fuentes.
La idea es avanzar en un mix que incorpore un nuevo gobierno corporativo, el ingreso de capital privado y el arribo a nuevos negocios, como la distribución de combustibles. Para ello, se barajan distintas opciones. Algunas implican proyectos de ley. "La meta es ser una empresa integrada", dice su gerente general, Rodrigo Azócar, quien ha impulsado una agresiva campaña de contención de costos. Para 2011, el objetivo es lograr una reducción de US$ 141 millones.
Para la incorporación de privados, se miran distintos modelos: vía alianzas o a través de la venta de parte de la propiedad. El Ejecutivo contrató un estudio jurídico para definir la fórmula. Hay dos opciones: a través de la sociedad matriz o a nivel de filiales. En el primer caso, se requiere modificar la ley orgánica. En el segundo, no se requiere pasar por el Congreso. Es un tema que está en discusión, subrayan en La Moneda.
SUBSIDIO A MAGALLANES
Hoy la Enap tiene varias "mochilas" que complican su situación financiera. Una es el costo por el subsidio que entrega en Magallanes y que provoca una merma anual de US$ 20 millones. "De no haber una inversión fuerte en explorar nuevos yacimientos, las reservas de gas no llegarán a más de seis años", afirma Azócar. Según sus cálculos, la producción máxima regional alcanzó a 22 millones de metros cúbicos al día en los 70, mientras que el promedio de 2010 llegó a sólo 4,2 millones.
"Tenemos una proyección que va en descenso y la única forma de revertirlo es con más exploración, asociados a otras empresas", agrega. Para ello, "tiene que haber un precio justo; las reservas no valen nada si no hay poder comprador". El punto es clave para la licitación prevista para abril, de cinco bloques de exploración de gas en la región, a la que convocó a privados.
Pese al alza anunciada, el Estado aún bonificará $ 87 de cada $ 100 que pagarán por gas en Magallanes, según cifras de Energía. Y el Ejecutivo quiere sincerar la situación. Una opción es seguir subsidiando tarifas, pero vía Ley de Presupuesto, no con cargo a Enap. Eso podría ocurrir gradualmente a partir de 2012.
ENTRAR A DISTRIBUCIÓN
Otra alternativa para Enap es entrar en Chile a la distribución de combustibles, rubro que explota en Perú junto al grupo Romero. Hoy la firma estatal explora y produce petróleo en una baja escala y su fuerte es la refinación, área de baja rentabilidad. Crecer a distribución a través de la compra de Terpel o de Shell en Chile es una opción. "Estamos mirando ambos procesos", sostiene Azócar.
Un tema pendiente es si, como parte del plan, habrá enajenación de activos. "No podemos cerrarnos a nada. Hay que hacer un análisis abierto y amplio", explican en el gobierno. Los cambios que impulsa La Moneda se dan en un contexto de fuerte competencia para Enap. En los próximos dos años, enfrentará una amenaza al negocio de venta de combustibles de parte de Petrobras.
Previo a las definiciones estratégicas, y tras los ajustes de personal y de tarifas en Magallanes, el próximo foco de conflicto para Enap será con las distribuidoras de combustible. La empresa debe cerrar contratos de abastecimiento con Shell, Petrobras y Copec, que concentra el 60% del mercado. A la fecha, sólo ha suscrito acuerdo con Terpel.
En Copec explican que la negociación está trabada por dos razones fundamentales: diferencias en las condiciones de venta del combustible y porque "es complejo negociar con quien es tu competencia". Ello, en relación a la decisión comercial de Enap de vender directamente a clientes industriales, entre ellos, la eléctrica Colbún. En la firma del grupo Angelini aseguran que están lejos de cerrar un acuerdo. No obstante, Azócar está tranquilo. "No tenemos apuro en firmar", responde.