Una gestión de última hora realizó ayer el gobierno para sumar a la UDI y RN a un acuerdo para reformar el sistema electoral binominal.

Justo el día en que el articulado del proyecto debía votarse en la Sala del Senado -en su segundo trámite, antes que regrese a la Cámara-, el ministro Rodrigo Peñailillo se reunió en el Congreso, en Valparaíso, con los senadores Alberto Espina (RN) y Hernán Larraín (UDI), además de quien actuaría durante la jornada como mediadora: Lily Pérez (Amplitud). En esa cita, el titular de Interior manifestó su apertura a acoger una propuesta anterior presentada por la mesa de Cristián Monckeberg, que implicaba aumentar de 38 a 54 los escaños en la Cámara Alta.

El texto del gobierno -que apunta a un sistema proporcional inclusivo- plantea subir a 50 los senadores y aumentar de 120 a 155 los diputados. Y si bien la propuesta de RN había sido abortada meses atrás a raíz de una división en ese partido entre la directiva y los senadores, ayer hubo una nueva disposición para sellar un pacto.

En el oficialismo explican que la intención del gobierno era lograr un apoyo transversal para modificar el sistema que rige para las elecciones parlamentarias, buscando asegurar una mayor legitimidad. Y es que antes del inicio de la votación se habían asegurado los respaldos necesarios: tras diálogos con la senadora Pérez y el independiente Antonio Horvath, el oficialismo lograba los 23 votos que se requieren para sacar adelante los ejes de la iniciativa.

Con esa seguridad como respaldo, Peñailillo desplegó una serie de gestiones durante el día para sumar a la oposición, en paralelo a la maratónica discusión que se desarrolló durante el día, y que se prolongaría hasta la madrugada. Hasta el cierre de esta edición, el Senado continuaba debatiendo los puntos del proyecto, con prolongadas intervenciones y enfrentamientos entre oficialismo y oposición.

Los principales nudos de la discusión durante la noche fueron, entre otros, los siguientes: 1) el reclamo de la Alianza por una supuesta incompatibilidad entre las primarias y la ley de cuotas que incluye el proyecto, en la que se plantea un máximo de 60% de candidatos hombres. Esta dicotomía fue acusada como "inconstitucional" por parte de ese sector; 2) la fórmula "N+1", que implica presentar un candidato más que la cantidad de escaños disponibles en cada zona electoral; y 3) la conformación de pactos y subpactos, ya que la iniciativa sólo permite conformar alianzas dentro de una lista entre un partido e independientes. Hasta el cierre de esta edición, sin embargo, aún no se votaban artículos clave, como la composición del Senado, en la que se suben a 5 los escaños en la Región Metropolitana y se aumentan a 3 los cupos en Antofagasta y Los Ríos.

Y fue, precisamente, este aspecto el que trabó la posibilidad de un acuerdo transversal.

Frustradas gestiones

Mientras Peñailillo almorzaba con los senadores oficialistas y les informaba de las conversaciones con la oposición, Espina se reunió con sus pares Andrés Allamand y Manuel José Ossandón. Ambos, sin embargo, se resistieron y desecharon la posibilidad de un acuerdo, debido a una diferencia en la composición de las circunscripciones y de los escaños a elegir en cada zona. La negativa fue transmitida a la senadora Pérez y, posteriormente, a Peñailillo, concretándose una nueva división interna en las filas de RN.

Un nuevo intento se produjo más tarde, cuando algunos senadores UDI y RN firmaron un acuerdo para aceptar aumentar a 50 los escaños. Pero la composición de la Cámara Alta volvió a frustrar un pacto.

La posibilidad de que la Alianza se abriera a un gran acuerdo comenzó a incubarse el fin de semana, cuando los ex ministros Andrés Chadwick y Cecilia Pérez conversaron telefónicamente con senadores UDI y RN, respectivamente. ¿La razón? Piñera quería que prosperara un acuerdo entre todos los sectores. Incluso, el ex mandatario realizó gestiones personales: el lunes se reunió con la senadora Pérez, a quien le solicitó restarse del acuerdo que ella tenía con el gobierno para lograr un consenso junto a toda la oposición, a través de una nueva propuesta. Pero la falta de unanimidad al interior de la Alianza imposibilitó esa estrategia. Y la senadora terminó cuadrándose con La Moneda.