Las autoridades chinas ofrecieron al artista y activista chino Ai Weiwei un cargo político pocos días antes de que éste fuera detenido, aseguraron trabajadores del estudio del desaparecido citados por el diario independiente "South China Morning Post".
Según estas fuentes, la policía visitó el estudio de Ai el 31 de marzo, tres días entes de su detención en el aeropuerto de Beijing, y después el artista contó a sus asistentes que se le había ofrecido un puesto en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.
Esta institución, que aglutina a unos 3 mil delegados y celebra plenarios anuales en el Gran Palacio del Pueblo, se encarga de asesorar al gobierno chino y a ella suelen acceder, como premio honorífico a sus carreras, famosos empresarios, deportistas, artistas, cineastas, científicos y otras personalidades de China.
Otras fuentes próximas a Ai y citadas al diario señalaron que la oferta al ahora desaparecido artista fue anterior a la visita policial y que éste no contó a nadie si la había aceptado o no.
Entretanto, la prensa china, tanto la oficial como la no oficial (fuertemente controlada por el gobierno en asuntos "sensibles") apenas informa sobre una detención que ha desatado la condena de gobiernos y organizaciones internacionales de todo el mundo (este martes, sin ir más lejos, la de la Unión Europea).
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Hong Lei calificó a Ai de "presunto criminal" en rueda de prensa, mientras notas de la agencia oficial Xinhua la semana pasada lo acusaban de "delitos económicos" e incluso de plagio, en una aparente campaña de desprestigio del popular creador.
Otras personas próximas a él también están desaparecidas desde hace varios días, entre ellas su conductor Zhang Jinsong, uno de los copropietarios del estudio del artista, Liu Zhenggang, y su contable, señaló la hermana de Ai al "South China Morning Post".
La detención de Ai, según organizaciones de derechos humanos, es el culmen de una campaña de represión a la disidencia sin precedentes en los últimos meses, coincidiendo con la convocatoria en China de "protestas jazmín" a imitación de las que han revolucionado los países árabes desde principios de 2011.
O incluso antes, pues ya hubo una oleada de detenciones y presiones a diversos activistas coincidiendo con la concesión del Premio Nobel de la Paz 2010 al escritor y activista chino Liu Xiaobo, encarcelado desde 2009 por "subversión contra el poder del Estado".