El gobierno de Grecia pretende alcanzar antes del domingo un acuerdo con sus acreedores para recibir dinero fresco a cambio de reformas, dijo este jueves su portavoz, desestimando las declaraciones de funcionarios de la zona euro que sugieren que el compromiso está lejos de ser inminente.

Gabriel Sakellaridis defendió las declaraciones de un funcionario griego sobre la elaboración de un borrador de acuerdo -que funcionarios de la zona euro rechazaron como incorrecto- y dijo que había llegado la hora de poner sobre el papel los consensos entre las dos partes, mientras se resolvían las diferencias.

"El equipo griego está en Bruselas con el objetivo de concluir el acuerdo en los próximos días", dijo en una conferencia de prensa.

"Acudimos a estas conversaciones con la meta de tener un acuerdo con nuestros socios para el domingo", agregó.

El funcionario sugirió que los comentarios de autoridades al otro lado de la mesa de negociación que generaron dudas sobre el optimismo de Grecia "a veces no fueron neutrales", puesto que buscaban ejercer presión sobre Atenas.

"Ciertamente, las declaraciones que no comparten el optimismo del gobierno griego caen en el marco más amplio de las negociaciones y posiblemente buscan presionar al bando griego para que haga más concesiones", dijo.

Grecia y sus acreedores de la UE y el FMI han estado estancados por cuatro meses en unas tortuosas negociaciones en torno a un acuerdo de reformas y financiamiento, marcadas por declaraciones contradictorias sobre el alcance de los avances. Sin un acuerdo, Atenas podría caer en cesación de pagos dentro de semanas.

El gobierno de izquierda de Atenas dijo que los negociadores estaban empezando a redactar un borrador de acuerdo de nivel técnico que dejaría el camino libre para recibir más ayuda financiera, pero las autoridades europeas desmintieron la versión.

Consultado sobre si el riesgo de contagio de una posible salida de Grecia de la zona euro ha disminuido y por las consecuencias de un fracaso en las negociaciones, Sakellaridis sostuvo que el impacto de una separación de Grecia podría extenderse más allá del nivel económico.

"Todos entendemos que esa posibilidad podría tener consecuencias más vastas, no limitadas a la economía sino también a la esencia de la propia Unión Europea, con ramificaciones políticas y geopolíticas", aseveró.