El primer ministro griego, George Papandreou, analizó el lunes con su gabinete nuevas medidas de emergencia para reducir el déficit público, buscando convencer a sus acreedores de que el país podrá resolver su crisis de deuda sin tener que recurrir a una reestructuración.
Las medidas de austeridad que se están estudiando incluyen recortes más profundos a los salarios del sector público, nuevas alzas del impuesto al consumo e incluso el despido de empleados fiscales de tiempo completo.
Papandreou dijo a los ministros que no habría un paso atrás respecto de las dolorosas reformas que tienen que encararse para arreglar los problemas de la economía.
"Estamos tomando las decisiones necesarias para evitar el peligro y cambiar el país. La batalla continúa y en esta guerra no está permitida la cobardía", dijo Papandreou a su gabinete,
según lo parafraseó su portavoz George Petalotis.
En juego está un tramo de ayuda de 12.000 millones de euros bajo el paquete de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional acordado el año pasado, así como préstamos adicionales necesarios para llenar una brecha de financiamiento el año próximo.
Dado que las medidas de austeridad están golpeando a la economía griega, los mercados creen que alguna forma de reestructuración de la deuda es inevitable. Pero una medida de este tipo implica serios desafíos para las autoridades, especialmente para el Banco Central Europeo.
Para evitar la tan temida reestructuración, Frankfourt y Bruselas están pidiendo un cumplimiento estricto del actual plan, que incluye privatizaciones, reformas y más medidas para apuntalar la recaudación impositiva y reducir los gastos del gobierno.