Ayer, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, llegó hasta las oficinas de la Onemi para realizar su última actividad pública antes de iniciar sus vacaciones, que se extenderán por poco más de una semana.

En ese contexto, el jefe de gabinete optó por no responder preguntas relacionadas con la renuncia de Sebastián Dávalos a su cargo de director sociocultural de La Moneda ni comentar las declaraciones entregadas por el hijo de la Presidenta Michelle Bachelet a El Mercurio. El cientista político dijo a ese diario que la cuestionada reunión que sostuvo con el controlador del Banco de Chile, Andrónico Luksic, para conseguir un crédito de $6.500 millones, no le parecía "imprudente", postura que desató fuertes críticas de la Alianza.

En el gobierno dicen que a partir de ahora esta polémica es un "caso cerrado" para La Moneda, por lo que evitarán volver a referirse al tema. Esto, para intentar retomar el control de la agenda.

En la Nueva Mayoría, en tanto, también hicieron eco de esta decisión del Ejecutivo. Varios de los dirigentes del bloque oficialista resolvieron ayer no comentar los dichos de Dávalos ni profundizar en el caso que estalló la semana pasada.

Sin embargo, surgieron críticas al rol desempeñado por Peñailillo durante la semana. El diputado Jorge Tarud (con quien el ministro comparte militancia en el PPD) afirmó que las vocerías de Peñailillo fueron "cambiantes" e "inseguras", y que "generaron más confusión" en la opinión pública. "Eché de menos a un ministro del Interior como Francisco Vidal, quien siempre efectuó su labor con temple, experiencia y sin tartamudeos", dijo.