Corría el minuto 16 del partido entre Unión La Calera y Santiago Morning, en Quillota. El jugador bohemio Nelson Bustamante anticipa un despeje y avanza hacia el área zigzagueando. Saca un zurdazo rasante, que deja sin opción a Lucas Giovini. Corre y celebra haciendo un ademán de estar haciendo equilibrismo en las alturas. Sería el único gol del partido y su primero en Chile.
"La celebración fue por la cuerda floja. La vida está en caerte o no caerte y gracias a Dios estoy de pie. Todos los años que estuve en el fútbol fui para muchos lados y espero que con el Chago tener la oportunidad de salir a flote", explica con un notorio acento italiano el habilidoso enganche, de 24 años y 1,60 metros de estatura.
Tal nivel de reflexión tiene cierta lógica en alguien que a muy temprana edad hacía acrobacias con el balón en los semáforos de San Bernardo. Ahí fue descubierto por un empresario, René Curaz, que quedó impresionado con sus malabares. De su mando, vendría el salto al Brescia, para después deambular por diversos clubes de categorías secundarias italianas. En todos mostraba cosas interesantes, pero sin consagrar todo ese talento, que lo llevó a ser bautizado como el Messi chileno, por su estatura y por su talento.
"Mi carrera anduvo bien, sólo que a veces las cosas se dan como no. Lo importante es siempre dar el máximo. Yo nunca me arrepiento de lo que hago, porque intento siempre hacer las cosas bien y uno no tiene por qué quejarse. Pero son cosas de la vida", plantea.
Los años en Italia dejaron un recuerdo agridulce en el volante creativo: "Yo creo que faltó un poquito de suerte. Igual a mí no me gusta hablar de eso. Pero las cosas se dieron así y no puedo volver al pasado. Estoy pensando en el presente, que es el Chago. Pienso en luchar y en hacer lo que me pide el Clavo Godoy".
Pero esa misma situación lo impulsó para salir adelante. "Allá, en Italia, estuve solo y no tuve el apoyo de nadie. Pero para mí no es algo que me desmoralice, sino que es una fuerza para seguir luchando", confiesa, para luego profundizar en la idea y agradecer la posibilidad de estar acompañado por sus seres queridos. "Me ayuda bastante, no me siento solo. Me siento acompañado estando con ellos. Allá estaba solo contra todo, ahora es diferente. Tengo el apoyo de ellos y siempre hay alguien que me da un palmotazo en la espalda y me dice 'tú puedes'. Estoy contento por estar aquí y disfrutar a mi familia y pensar positivo y en mi pasado. Mi pasado fue muy complicado y ésa es mi fuerza".
Su adaptación en Santiago Morning ha sido buena y ha recibido los consejos de Hernán Godoy: "Es un técnico de mucha experiencia, sabe de fútbol. Enseña mucho y sólo queda aprender de él, porque es un grandísimo entrenador".
Eso sí, Bustamante reconoce que le ha sido difícil sumar algunos aspectos a su juego. "El entrenador quiere las dos fases del juego: atacar y defender. Y yo tengo que mejorar esta última, porque no estoy acostumbrado a defender. Me está costando en ese sentido, pero de a poquito voy agarrando el ritmo y se irán dando las cosas solas", manifiesta el jugador, cuyo referente es Jorge Valdivia: "Es un honor verlo jugar".
Igualmente, no esconde la felicidad por estar en un grupo donde se siente valorado. "Estoy bien y me siento bien en el Chago. Mis compañeros, aparte de ser grandísimos jugadores, son grandes personas. Todos tenemos un objetivo de hacer las cosas bien, mojar la camiseta y dar siempre el máximo para conseguir el objetivo, que es ganar. Y yo estoy contento, porque me encontré con un grupo muy humilde y muy sacrificado y con ganas de salir adelante", dice.
Las esquinas quedaron atrás y en este periplo por el cuadro microbusero la meta es ser campeón y después dar el salto a otro equipo. "Para mí es un gran recuerdo el semáforo, pero eso para mí es pasado. Ahora quiero hacer las cosas bien. Para eso vine. Quiero hacerme notar en Chile, porque aquí no me conocen y quiero mostrar lo que sé, pero siempre con mucha humildad", sentencia.