Dos golpes han dejado huella en la vida de Gonzalo Barreto. Su madre fue asesinada cuando él partía su carrera y su hijo recién nacido casi fallece. Dramas que hoy narra con admirable fortaleza. Que Gonzalo Barreto se fracturara la mano a pocos días de su debut con Universidad de Concepción fue casi una anécdota para su vida marcada por trágicos infortunios. Sólo 17 años tenía el ariete uruguayo cuando pasó de Danubio al Lazio. Un contrato millonario y una carrera plagada de éxitos eran sus ilusiones. Sin embargo, la vida le tenía preparado un duro camino al goleador que estuvo cerca de llegar a Universidad de Chile el año pasado ("Beccacece me pidió y hubo sondeos, pero no se logró un acuerdo; seguí una temporada más en Danubio y ahora se dio la chance de llegar a Concepción").
Hoy, con 25 años, el gran desafío de Gonzalo es marcar goles para salvar a la UdeC del descenso. Tarea difícil por el momento del club y la vara alta que dejaron Diego Churín y Gabriel Vargas en su paso por el Campanil. "Me han hablado de ellos. Trataré de aportar lo mío, aunque '9' de área no soy. Me gusta retrasarme y hacer diagonales", dice Barreto, quien ya suma dos partidos como titular, siendo protagonista en ataque y fabricándose dos penales que Manríquez ha convertido en goles. El delantero es bajo perfil y tímido, algo extraño para un jugador uruguayo. La vida le enseño a ser fuerte de golpe y a él no le quedó otra. A los 17 años y en Italia, el atacante se enteró de que su madre fue degollada por su pareja en Uruguay.
¿Qué tan difícil ha sido su carrera, Gonzalo?
Me fui joven a Lazio con 17 años. Estaba solo en plena pretemporada y sufrí la tragedia de mi madre. Le puede pasar a cualquiera, pero fue un golpe duro. Mis padres son separados y yo fui criado por ella. Fue horrible. Me devolví a Uruguay sólo a enterrarla.
17 años y ya en Italia, parecía una carrera soñada para cualquier futbolista.
Sin duda. Son golpes que a veces uno como profesional debe mantenerlos al margen, pero me afectaron mucho en mi crecimiento. Hoy con algo más de experiencia, veo todo desde una perspectiva diferente. Viví un año complicado, llevaba sólo seis meses en Italia.
¿Cómo lo hizo para salir adelante?
Saqué la garra charrúa que nos caracteriza y no sólo en lo futbolístico, sino que en la vida. Soy un poco cerrado y bastante duro. La vida me hizo así y salí adelante. No me quedaba otra. Después me apoyó mi señora y pude retomar mi carrera, a pesar que viví años complicados.
¿No se portaron bien en Lazio?
Me hubiese gustado tener más oportunidades, pero el fútbol hoy en día es de resultados. No quiero victimizarme con el tema. Valoro mi experiencia en Italia porque tácticamente aprendí mucho, aunque jugué muy poco. Un año era mucho tiempo para esperarme y en Lazio me dejaron un poco de lado. Espero no volver a cometer los mismos errores.
Pero, ¿qué errores se pueden cometer ante una situación así?
El más grande fue caerme futbolísticamente. Es un error que quizás se puede permitir, porque no fue mi culpa lo que pasó. Pase lo que pase siempre hay que seguir, pero son las leyes del fútbol.
¿Cómo fueron esas semanas posteriores a la tragedia?Difíciles. Me habían contratado para el primer equipo con un muy buen sueldo y por cinco años, pero terminé entrenando con los juveniles. Danubio me había vendido en casi 2 millones y medio de euros a Italia. Lazio tenía problemas con el descenso y cambiaron al entrenador. Luego tuve un problema con el presidente del club porque sentí que no me apoyaban y estuve un año fuera de las canchas, solamente entrenando.
También en Italia, ¿lo pasó mal con un problema de salud de un hijo?
A los tres días de haber nacido, Lorenzo no podía respirar. Nos dijeron que era difícil que sobreviviera y que debíamos prepararnos para lo peor. Estuvo dos meses internado porque tenía una complicación intestinal que le causó una rotura en el estómago.
¿Qué pasó con él?
Milagrosamente y tras una larga operación, se pudo recuperar. Fue otro golpe muy duro después de lo de mi madre. Estoy muy agradecido de los doctores, si no mi hijo no estaría vivo. Ahí Lazio se portó muy bien. Me hubiese gustado, eso sí, que me apoyaran dentro de la cancha haciéndome sentir importante. Pensaba que no podía caer más bajo con todo lo que me pasó. Dejé casi de lado el fútbol porque no tenía ganas ni de entrenar. Al final terminé regresando a Danubio.
A pesar de haber sido joven, ¿con tanto infortunio no le dieron ganas de retirarse o mandar todo lejos?
Llegué a Uruguay y estuve desde mayo hasta diciembre sin jugar. Quería ponerme bien con tratamientos y recuperarme. Pensé mucho, pero me sentí mejor y volví a jugar Copa Libertadores, ya que hace poco Danubio había sido campeón.
¿Ve la vida desde otro punto de vista ahora?
Sin duda. En la vida nos preocupamos por pequeñeces y estupideces que no merecen importancia. Ahora estoy tranquilo y trato de siempre ir para adelante. Sobre todo, en un medio futbolístico rodeado de lujos y millones …Exacto. Estuve en Lazio ganando mucho dinero, pero no era feliz. Cuando sos chico, los padres te dicen que el dinero no lo es todo y uno no lo cree así, pero con mi experiencia lo comprobé en vivo.