En algún futuro cercano es posible que a la generación de directores, guionistas y críticos de cine a la que pertenece Gonzalo Maza (41 años) se les identifique con el surgimiento de los videoclubs. Arrendar y traficar cintas VHS era la manera de ver aquel cine inalcanzable; de acceder a las películas que no llegaban a las salas y la manera de conectarse con el mundo allá afuera en una época –los 80- en la que Chile estaba fuera de todo circuito cultural. Maza creció en ese universo que sigilosamente fue disolviéndose a partir de los 90, cuando la democracia, las escuelas de cine y la explosión de cambios que trajo consigo internet y las nuevas tecnologías audiovisuales nos acercó al mundo y a la posibilidad de manufacturar historias propias para la pantalla. En un momento aquello que parecía inconcebible hace tres décadas –estudiar cine, hacer películas, triunfar en festivales- es realidad.
Maza ha vivido ese tránsito en su propia biografía profesional. Empezó como periodista, fue editor de Zona de Contacto de El Mercurio, editor de libros, crítico de cine y bloguero. Los primeros pasos en el mundo audiovisual fueron escribiendo en capítulos de series de televisión y el primer trabajo en conjunto con Sebastián Lelio –el director de Gloria y Una Mujer Fantástica- fue el guión de la película Navidad. Después Bala loca, su más reciente trabajo como autor de ficción para televisión, fue la serie más alabada del último año.
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Ahora Maza tiene, además, un Oso de Plata y responde desde Londres, ciudad a la que se mudó junto a su señora –la documentalista Carmen Luz Parot- hace unos meses para estudiar en la London Film School.
¿Qué significa para un guionista lograr el Oso de Plata? ¿Qué puertas abre?
La verdad, aún no lo sé. Es por supuesto muy importante, pero no sé en qué se podría traducir. Debe ser también porque tengo muy claro que es un premio a la película, no solo al guión. Y es por sobre todo un premio para Sebastian Lelio, que es un director extraordinario.
¿Qué dijeron de tu premio en la escuela de Londres donde actualmente estudias?
Estoy haciendo un máster en guión en la London Film School, escuela de cine que dirige Mike Leigh. No soy el estudiante más viejo de la clase, aunque la edad promedio de los que están acá es 27 años y yo tengo 41. La reacción de ellos al premio me dejó muy sorprendido. Me organizaron una recepción en la escuela, y todos me decían que les daba esperanzas, no sólo de hacer películas, sino que de alguna vez recibir un premio. Los admiro y aprendo mucho de ellos. Supongo que a eso vine acá: a recargar pilas, estudiar algo que en rigor nunca había estudiado formalmente y comparar mi experiencia laboral con lo que me dijeran en clases. Ha sido muy bueno, y lo he disfrutado mucho.
Desde que iniciaste tu carrera como guionista, ¿cómo ha cambiado el panorama en Chile en ese ámbito?
Cambiaron muchas cosas: primero, hay muchísima gente escribiendo guiones y eso es una buena noticia siempre. Se hacen muchas más películas. Pero, en segundo lugar, sigue siendo un trabajo muy mal pagado del que poca gente puede vivir, a no ser que esté contratado en un canal para hacer una teleserie. Lo que está súper bien, pero requiere un talento especial que yo no tengo. Y por lo tanto, los que no estamos en los canales, debemos vivir proyecto a proyecto, lo que tiene un costo personal importante. Acá me di cuenta de lo importante que es que los guionistas tengan tiempo para desarrollar sus propios proyectos, las películas o series que quisieran que se hagan. Sé que es difícil, pero es clave.
¿Es muy diferente trabajar en ficción para televisión a hacerlo para cine?
No es tan distinto, supongo. Hacer cine puede ser más un trabajo de amor, porque tienes más tiempo para corregir como si fuera una novela. La tele se parece más al periodismo de diario: quizás también lo amas, pero no hay tanto tiempo para darle vuelta a lo que escribes, y llega un momento en que tienes que soltar, porque hay gente esperando filmar.
¿Cómo es la relación entre los creadores -guionistas, directores- y los canales de televisión?
Es totalmente vertical. Un guionista, particularmente en Chile, es tratado con la punta del pie. Eso es muy desagradable. Siempre me acuerdo de una vez en que yo hacía clases en la Universidad Diego Portales y vino Daniel Fernández, en esa época director de TVN. Era la época de ¿Dónde está Elisa?, uno de los mayores éxitos televisivos de los últimos años, una teleserie nocturna de Pablo Illanes. A pesar de que el guión era aclamado de manera transversal, Fernández insistía en decir que la teleserie no era una obra de Pablo, sino que un trabajo de todo el canal, mencionó que la historia era el resultado de estudios del departamento de marketing, y que entre todos habían creado "un súper buen producto" y que no había "estrellas" a quienes atribuirles el éxito. Me pareció una mirada institucional muy insultante, y me sorprendió que un jefe de un canal no pudiera reconocer el talento de la gente que trabajaba con él. Con el tiempo, me sorprendí poco cuando todos vimos cómo el área dramática de ese canal huyó en estampida hasta Mega. De hecho, ahí está Pablo (N de la R: Illanes es el guionista de la exitosa Perdona nuestros pecados). No creo que alguien pueda dudar de su talento de guionista. Aunque en Chile nunca se sabe.
El gobierno anunció un canal cultural, ¿alguna vez has sido convocado como creativo para dar a conocer tu opinión?
A nadie con poder le interesó mi opinión nunca, a pesar de que mantuve un blog (Analízame) sobre cine, crítica de cine e industria audiovisual por casi 10 años. Como muchos, tengo muy pocas esperanzas de que ese canal se haga, y si se hace, que sea como soñamos que deba ser. La cultura es un contenido repulsivo para los políticos y los ejecutivos de televisión. Huyen de ella como de la peste negra. Por supuesto, huyen de una idea idiota de cultura que está en sus cabezas, y que a estas alturas ya ganó la batalla. Me apena ver cómo nos farreamos 26 años de televisión pública en democracia. Hoy vivimos las consecuencias políticas -y por supuesto, culturales- de esa ceguera. Y marcará nuestra vida pública por los próximos 50 años. Así de grave es. Aunque mañana empezara a transmitir una versión chilena de la BBC en tres señales simultáneas, ya es demasiado tarde. Es un daño irreversible. Es muy, muy triste.
En una entrevista, Jaime de Aguirre, director ejecutivo de TVN, dijo que el fútbol o una teleserie son cultura. ¿Qué te parece a ti que podría definirse como contenido cultural en televisión y qué no?
Esta es una vieja tergiversación de los textos de Valerio Fuenzalida en la Universidad Católica, quien planteó ese tema en los 90 al decir que las teleseries eran cultura. Pero eso, que es válido desde una perspectiva académica, no resiste análisis si quieres tener una televisión pública de calidad. Teleseries y fútbol son cultura, sí, pero si es 90 por ciento de lo que te da tu sistema televisivo, deja de serlo. Todos sabemos lo que es la tele basura y la reconocemos cuando la vemos.
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Gloria y Una mujer fantástica tocan temas que suelen abordar mujeres o autores gay –discriminación de género-. ¿Cómo lo hiciste tú, que, digámoslo, eres heterosexual, para trabajar un punto de vista que te podía resultar lejano?
Eso es lo lindo de Chile: es un país tan chiflado que sentirte pisoteado, ninguneado y excluido no es ajeno para nadie. Por supuesto, cuando haces personajes tratas de que no se definan ni por su edad, ni su sexo, ni su trabajo. Peleas contra esos estereotipos, y si ganas la batalla contra ellos, los personajes se vuelven más interesantes, porque más allá de quienes sean (una señora de 60 o una chica trans de 27) nos sentiremos identificados con ellos.
Si tuvieras que dedicarle a un escritor o guionista chileno el Oso de Plata, ¿a quién se lo dedicarías?
A todos los guionistas chilenos. Los vivos y los muertos. Los jóvenes y los viejos. Todos los que sueñan con los ojos abiertos cuando están frente a la pantalla en blanco y todos los que sufren con las entregas. Los admiro a todos.