"¡Relámpago!", exclamó el niño, intuyendo una tormenta. "Relámpago", pensó su hermano pequeño, al escuchar el grito. Con no más de cinco años, Gonzalo Rojas realizaba su primera reflexión poética. "Qué rara esta palabra -pensé- es un misterio más grande que la misma tormenta".
A sus 91 años, el poeta nacional asume que el lenguaje aún lo obsesiona. Prueba de ello es su antología Qedeshím Qedeshóth, en la que incluye 12 poemas inéditos y otros infaltables, como Qué se ama cuando se ama, Carbón y Asma es amor. Editado por el Fondo de Cultura Económica, el libro presenta una selección en la que Rojas participó directamente, y que reúne textos de 1937 hasta los más recientes.
"Escribo poco y mal. Asmático y tartamudo, soy la metamorfosis de lo mismo y estoy hasta la tusa de los premios. Preferible callar. Pero cómo callar si el oleaje no te deja". Con estas palabras abre Qedeshím Qedeshóth y, en clave de prosa, cuenta cómo una noche creyó que se moría al no poder respirar. "Desde niño fui asmático, de puro neurótico que era. Asmático y tartamúdico", cuenta entre risas el poeta desde Chillán.
La falta de aire y su dificultad para hablar le enseñaron a dominar la cadencia del lenguaje. "En este libraco hay un gran registro rítmico; yo soy poeta de la oreja", afirma.
El título de esta antología remite al nombre de un poema que escribió en Estados Unidos, y que en fenicio quiere decir "cortesana del templo". Aunque está ubicado casi al final, es una de sus obras más queridas, pues resume su visión del mundo traspasado por el Eros; visión muchas veces incomprendida. "Me han atacado como poeta pornográfico, ¡qué asco más grande! ¡Yo no soy pornográfico! El amor para mí es sagrado", dice, exaltado.
La agrupación de poemas no obedece a su fecha de creación, sino a temáticas como el silencio o la libertad. Es así como una serie de textos dedicados a figuras (Vallejo, Tzará, Cortázar y Octavio Paz) se agrupan bajo el título de Los niños. "Ese es un juego que yo inventé", explica. "Un escritor es un niño siempre. En él, la vivacidad y la imaginación son fundamentales".
Miembro de la generación del 38 y de influencia surrealista, Gonzalo Rojas ha recibido el Premio Cervantes, el Reina Sofía y el Nacional de Literatura, entre otros. El poeta admite que es fácil tentarse por la idea del prestigio, pero advierte que "el premio es estar vivo por ahora", dice. "Que te lean. Que entren por contagio en el juego de decir el mundo sin miedo al miedo. El premio es decir el mundo", remata el poeta.