En 2009, el Papa Benedicto XVI asignó al economista italiano Ettore Gotti Tedeschi, como el presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), también conocido como el Banco de Vaticano. Según trascendió en ese entonces, el objetivo tras la contratación era fomentar el proceso de transparencia de las actas de la Santa Sede, en oposición a críticas que habían surgido al respecto.

Pero hace dos semanas, Gotti Tedeschi fue despedido por la junta del IOR, bajo el argumento de haber "fallado en llevar a cabo funciones que eran de gran importancia para esta oficina", mientras que él se defendió, asegurando que sus esfuerzos siempre fueron en pos de incrementar la transparencia del organismo. Y esta semana, sin previo aviso, vio cómo su casa al norte de Italia y sus oficinas en Milán fueron allanadas por la policía, bajo el argumento de estar investigando unas compras y traspasos de fondos al extranjero.

Finalmente, y luego que la policía fotocopiara los documentos encontrados y lo cuestionara por varias horas, el fiscal de Roma tomó cargo del caso, que ahora tomó un vuelco, enfocado en el lavado de dinero al interior del IOR y a la filtración de documentos secretos de la Santa Sede, similares a los que Carabinieri encontró entre sus documentos.

EL ECONOMISTA CATOLICO
Antes de estar involucrado en el escándalo de la Santa Sede, Gotti Tedeschi era más bien conocido por enseñar en la Universidad Católica de Italia, asesorar al ministro Julio Tremonti, y por publicar libros como El dinero y el paraíso, en el que se refería a la creación de un banco que reactivara la economía de países pobres. Casado y padre de cinco hijos, comenzó su carrera en la capital francesa, haciéndose conocido por su extremo catolicismo y su perspectiva de que "es deber de la Iglesia denunciar los errores fundamentales que se revelan en el colapso de los principales bancos de Estados Unidos", y que "la avaricia humana y la idolatría se oponen al Dios verdadero".

Pero pese a las presiones, el economista no se defiende, asegurando a los medios que "estoy confundido, entre una preocupación por decir la verdad, y no querer molestar al Santo Padre". "Mi amor al papa", agregó, "es aún más importante que la defensa de mi reputación, a la que se está cuestionando en una forma tan cobarde".