Lorde, la joven neozelandesa de singular aspecto y que en los últimos años ha encarnado uno de los más rápidos despegues del circuito musical, esta vez no la tiene fácil. Para este domingo 28, en la nueva entrega de los premios Grammy, cita que se llevará a cabo en Nueva York, su postulación a Álbum del año se mueve bajo la larga sombra de una polémica con demasiados antecedentes: en el último tiempo, la música negra, la que más vende en Estados Unidos y que goza de gran preferencia por parte de la crítica, no ha podido conquistar el galardón más preciado.
Por ejemplo, este año, Melodrama de Lorde se enfrenta a "Awake, my love!", de Childish Gambino; 4:44, de Jay-Z; 24K Magic, de Bruno Mars; y el gran favorito, DAMN., de Kendrick Lamar. En una mirada más global, Lamar y Jay-Z acaparan el máximo número de postulaciones. Mientras este último se quedó con ocho, incluidas las tres más relevantes (Disco del año, Grabación del año y Canción del año), su coterráneo va a la batalla con una menos. Para la prensa, debería ser la temporada en que los artistas negros se sacudieran los prejuicios y los estigmas para poder alcanzar una suerte de victoria definitiva en la ceremonia.
A pesar del panorama, la neozelandesa tiene grandes oportunidades de ganar al lanzar un disco mucho más maduro y que definió mejor su estilo. "Melodrama es el estudio de ser una mujer joven encontrando sus propias convicciones en circunstancias inestables. Lorde captura las emociones como ninguna otra", señalaba el medio Pitchfork.
Sin embargo, DAMN. arrasa en las mediciones comerciales, con más de 48 primeros puestos en diferentes rankings hechos por medios tanto consolidados como independientes. Todo ello frente a los 14 primeros puestos de Melodrama. "Después de profundizar en lo personal con good kid, m.A.A.d. city y seguir ampliándose en To pimp a Butterfly, Lamar encontró el punto medio en DAMN., una de sus resonancias musicales más emocionales hasta el momento", describió Entertainment Weekly.
La lucha de no acabar
La disputa entre la academia y la música afroamericana no es algo nuevo. En 1989, Will Smith y DJ Lazzy Jeff realizaron un boicot al no presentarse a recibir el premio a Mejor interpretación de rap, por su canción Parents just don't understand, al enterare de que no saldría la premiación por la transmisión de televisión. Ahí culparon a la ignorancia de la academia al no considerar el estilo como algo que podría llegar a conquistar el gusto masivo, teniendo en cuenta que era la primera vez que el rap tenía un espacio en los premios.
Ya en 1991, MC Hammer se convirtió en el primer rapero en ser nominado en una categoría que no fuera de ese estilo. Pero no sería hasta 1996 donde se crearía la categoría de Mejor Álbum de Rap.
Actualmente la polémica se mantiene, pues, durante esta década, ningún artista popular afroamericano ha podido posicionarse como el mejor del año. 1989 de Taylor Swift ganaba, mientras Lamar había presentado To pimp..., el que es considerado como uno de los discos más importantes de lo que lleva el siglo XXI, por su gran producción, fuertes críticas tanto a la sociedad como a él mismo y, sobre todo, a la cruda realidad del racismo, aún presente en EE.UU.
Los cantantes Childish Gambino, Khalid, No ID y SZA son los otros que acumulan mayor cantidad de candidaturas, cada uno con cinco, y todos parte de nichos como el R&B y el hip hop, los que este año la industria escogió como sus predilectos.