La Guerra Fría iniciada tras la postulación de Inglaterra para albergar el Mundial 2018, que recayó en Rusia, recobró vigencia con las nuevas revelaciones del informe McLaren sobre Doping de Estado en ese país.

"El deporte ruso carece de los mínimos requisitos de credibilidad para organizar grandes eventos deportivos", afirmó Damian Collins, subsecretario de Deportes británico, al reclamar que la FIFA le quite a Rusia la sede de esa Copa del Mundo.

La publicación de la segunda parte del informe de la comisión independiente, encargado por la Agencia Mundial Antidoping (WADA), le vino como anillo al dedo a Gran Bretaña para tomarse revancha por el sueño frustrado de volver a organizar una Copa del Mundo.

Una espina que los británicos tienen clavada desde aquella polémica y sospechada doble elección realizada en 2010 que otorgó las sedes de los Mundiales 2018 y 2022 a Rusia y Qatar, respectivamente.

Inglaterra aspiraba a repetir la experiencia de 1966, cuando albergó por primera y única vez la Copa del Mundo y se consagró campeona también por primera y única vez en la historia, poco para el país inventor de este deporte tal como hoy se lo conoce.

A ser sede del Mundial 2022, también por segunda vez en la historia, apostaba Estados Unidos, que organizó el de 1994 ganado por Brasil y que también vio frustrado su sueño cuando la FIFA optó por Qatar.

La respuesta tardó en llegar y la FIFA, tras una investigación conjunta realizada por la justicia suiza y la estadounidense, terminó inmersa en un escándalo de corrupción sin precedentes que sacudió sus cimientos.

El supuesto cobro de sobornos millonarios en aquella doble elección realizada en Zurich fue la excusa para destapar una olla que terminó costándole la cabeza al mismísimo Joseph Blatter y también al francés Michel Platini, titular de la UEFA.

El precio por haberle otorgado las sedes a un antiguo enemigo y a la primera nación musulmana que organizará un Mundial de fútbol, donde para evitar los efectos del calor asesino se cambiará el calendario de verano a invierno.

El informe McLaren permite ahora pasarle factura a Rusia, denunciada por la comisión encabezada por el especialista canadiense de haber puesto en práctica una "conspiración institucional" sin precedentes.

Según la comisión independiente, en esa conspiración participaron activamente el gobierno y los servicios de inteligencia rusos para encubrir los casos de doping y beneficiar a más de mil atletas entre 2011 y 2015.

Deportistas que pertenecen a más de 30 disciplinas, incluido el fútbol, razón por la cual el subsecretario Collins le reclama a la FIFA que aproveche esta oportunidad para considerar la necesidad de revocarle a Rusia la sede del Mundial 2018.

"La FIFA debe observar con atención la organización de los Mundiales", dijo Collins, que se preguntó también: "Cómo podrá Rusia garantizarle al mundo que contará con los mínimos requisitos de credibilidad para realizar controles antidoping?".

Desde la otra vereda, el Kremlin intentó reaccionar frente a este nuevo revés desmintiendo la existencia de un sistema para ocultar casos de doping, tal como lo hizo a fines del año pasado, cuando se conoció la primera parte del informe McLaren.

En aquella ocasión, el Comité Olímpico Internacional (COI) optó por dejar en manos de cada federación deportiva la decisión de permitir o rechazar la participación de los atletas rusos, y no sólo, en los Juegos Olímpicos de Río de este año.

La Federación Internacional de Atletismo (IAAF), presidida por el ex campeón olímpico británico Sebastian Coe, le bajó el pulgar y Rusia concurrió a la "Cidade Maravilhosa" sin atletas y con una delegación reducida.

Una decisión que le impidió a la múltiple campeona olímpica y mundial de salto con garrocha, Yelena Isinbayeva, despedirse como esperaba y la impulsó a presentarse como candidata en el Comité de Control de la Agencia Antidoping Rusa (Rusada).

La "Reina de los Cielos", electa pocos días antes de las elecciones en la Federación rusa de Atletismo, a cuya presidencia también aspira, anticipo que se opondrá a sanciones masivas contra los atletas de su país.

"No quiero que les pase lo que me pasó a mí. Quiero que mis compatriotas sean tratados como los de cualquier otro país", advirtió Isinbayeva, que consideró injusto que paguen justos por pecadores, tal como pretendería cualquier persona.

Pero las cifras publicadas en el informe, surgido de una investigación por sospechas relativas a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, son lapidarias para una Rusia sobre la cual sobrevuela el fantasma del doping en Londres 2012.

Por lo pronto, Rusia aceptó hoy la decisión del COI para que sean reexaminadas las muestras de todos los atletas rusos que participaron en ambas citas, tal como anticipó hoy el ministro de Deportes, Vitali Mutko.

"Si el COI decidió reexaminar todas las muestras de nuestros atletas, dejemos que lo haga", dijo Mutko, quien auguró que Rusia no serpa excluida de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang de 2018, el año en que debería albergar su Mundial.