Este miércoles, Universidad Católica puede dar un gran paso en sus aspiraciones por seguir en la Copa Libertadores si es que vence a San Lorenzo de Almagro, en San Carlos de Apoquindo (el partido es a las 21 horas). El Ciclón llega a Santiago con la necesidad de un buen resultado, ya que suma dos derrotas. El entrenador de los argentinos, el uruguayo Diego Aguirre, tiene un grato recuerdo en las canchas chilenas, ya sea en su época de jugador como de entrenador. Como DT, precisamente eliminó a los cruzados de una Libertadores.
La edición 2011 de la Copa pudo ser mucho mejor para Católica. De la mano de Juan Antonio Pizzi, los cruzados (con un plantel de ricas individualidades) ganaron el grupo 4, con 11 puntos, y en octavos de final superaron a Gremio, con un gran triunfo en Porto Alegre, con el doblete de Lucas Pratto. En cuartos venía Peñarol, el equipo de Aguirre. Ese plantel de los aurinegros tenía a muchos elementos conocidos para el medio chileno, como Mathías Corujo, Nicolás Freitas, Matías Mier y Juan Manuel Olivera.
El 11 de mayo se jugó la ida, en el Centenario de Montevideo. Fue un triunfo de 2-0 para los carboneros, con tantos de Olivera y Alejandro Martinuccio. Esa derrota estudiantil estuvo marcada por los groseros errores de Paulo Garcés, quien tuvo responsabilidad en los dos goles de Peñarol.
El 19 de mayo se jugó la revancha, con un San Carlos repleto. Pese a la caída en Uruguay, la fe estaba intacta para los cruzados. Haciendo un partido inteligente, la UC se puso 2-0 arriba y emparejó el marcador global, con los goles de Fernando Meneses y Roberto Gutiérrez. Pero Peñarol consiguió la clasificación a la uruguaya, con un gol en las postrimerías del partido. A seis minutos del final, y ante una reacción dubitativa de Garcés, Fabián Estoyanoff hizo el tanto que le dio el pase a las semifinales. A la larga, el equipo de Diego Aguirre llegó a la final, la que perdió con el Santos de Neymar.
El fútbol chileno no es desconocido para Aguirre. En 1997 jugó en Deportes Temuco, dos años antes de su retiro. Pero en 1987 alcanzó su máximo logro como futbolista en una cancha nacional. La final de la Libertadores de aquel año, entre Peñarol y América de Cali, se jugó a tres partidos. Ambos cuadros ganaron sus respectivos cotejos de local, con lo cual se fueron a un desempate en el Estadio Nacional de Santiago, el 31 de octubre del 87. En el minuto 120, Diego Aguirre le da la victoria al Manya y son campeones de América.
Ahora, con San Lorenzo, pretende otra vez salir sonriente de una cancha chilena.