Grecia dio hoy un paso más en la ejecución de las medidas de ahorro exigidas por la troika con una nueva ley tributaria a través de la cual se pretende aumentar la recaudación durante este año en unos 2.500 millones de euros y reducir así el elevado déficit.

La nueva legislación -que está prevista sea aprobada esta noche por un Parlamento cuya mayoría está controlada por el gobierno tripartito que dirige Andonis Samarás- contempla una mayor presión fiscal prácticamente a todos los niveles, aunque especialmente en los tramos de ingresos medios.

El viceministro de Finanzas y encargado de la reforma impositiva, Yorgos Mavraganis, reconoció que las nuevas medidas "son difíciles" pero "ayudarán" a Grecia "a concluir la fase de ajuste y a mejorar sus perspectivas".

Durante el debate del texto, Mavraganis afirmó que la nueva ley tributaria supondrá un "alivio" para las capas más desfavorecidas y estimulará a los emprendedores.

Además, aseguró que la nueva ley ayudará a combatir la evasión fiscal al "clarificar las normas".

Los ocho tipos sobre los que se establecía la base impositiva quedarán reducidos a tres: un 22% de IRPF para los salarios inferiores a 25.000 euros anuales; un 32 % para la franja hasta los 42.000 euros, y un 42 % sobre los ingresos que estén por encima.

También se incrementará la presión fiscal sobre los autónomos, que deberán pagar un mínimo de un 26 % de sus ingresos al Estado, así como los agricultores, a los que se elimina cualquier tipo de exención fiscal y pasarán a cotizar como autónomos.

El impuesto sobre los beneficios empresariales se elevará de un 20% a un 26% pero, en cambio, los impuestos sobre dividendos repartidos se reduce considerablemente: del 25% al 10%.

También se reducirá el impuesto sobre las rentas derivadas del alquiler del 40% al 32,8%.