En lo alto de la península del Peloponeso, sobre la ciudad de Kalavryta, Giorgos Dimopoulos lee los nombres cincelados en un monumento de piedra. Se detiene en uno de ellos. "Dimitrios Dimopoulos. Mi padre". Hace una pausa para tomar aliento antes de continuar leyendo la lista de 498 hombres.

El 13 de diciembre de 1943 este lugar fue el escenario de uno de los peores crímenes de la II Guerra Mundial: la masacre de toda la población masculina de la ciudad, mayor de 12 años.

La atrocidad fue una represalia por el asesinato de soldados alemanes. Casi todo en Kalavryta fue incendiado, excepto una escuela donde habían metido a las mujeres y niños.

Éste es uno de los crímenes de guerra por los que, 70 años después, Grecia está buscando una compensación de Alemania.

El edificio de la escuela es hoy un museo, en donde se exhiben relojes de bolsillo e identificaciones de las víctimas.

Dimopoulos camina conmigo por las afueras mostrándome el lugar: la puerta tras la cual estaban encerrados, las escaleras desde las que los soldados alemanes los vigilaban.

"Alemania debe pagar"

"Recuerdo a gente gritando, llorando, rezando en el interior", dice el hombre de 83 años de edad, con los ojos vidriosos ocasionalmente. "Las llamas hicieron que el sol se pusiera rojo".

"Cada día, me imagino el cuerpo desmembrado de mi padre, mientras mi madre lo arrastraba por la colina".

Aquí nadie ha recibido ninguna indemnización de Berlín. El presidente alemán visitó Kalavryta en el año 2000 para rendir tributo a las víctimas, pero no llegó a ofrecer una disculpa oficial, para no abordar el tema de las compensaciones. Sin embargo, Dimopoulos se mantiene firme.

"Alemania debe pagar por lo que hemos sufrido", dice. "Pero ni siquiera así los perdonaríamos. Cuando oigo la palabra 'alemán', pienso en el diablo".

Los nazis invadieron Grecia en abril de 1941. Unos 250.000 griegos murieron en la ocupación, la mayoría de hambre. Y, para cubrir el costo de la ocupación, Alemania forzó al Banco de Grecia a otorgarle un préstamo.

Cuando terminó la guerra se le concedió al gobierno griego una compensación limitada -sobre todo en forma de maquinaria alemana- pero fue mucho menos que lo que Atenas exigió. Los nazis comenzaron a pagar el préstamo de la ocupación en pequeñas cuotas, pero dejaron de hacerlo en 1945.

Las potencias aliadas acordaron que los desagravios debían ser reconsiderados tras la reunificación alemana, pero cuando eso se produjo en 1990, Berlín argumentó que el tema ya había quedado en el pasado.

Presión pública

Pero ahora, el gobierno griego ha elaborado un informe de 80 páginas especificando las indemnizaciones y el reembolso del préstamo.

Aunque se trata de información clasificada, con base en estimaciones anteriores se sabe que Atenas podría pedir unos US$213.000 millones por la infraestructura destruida y US$54.000 millones por el préstamo. El Consejo Jurídico del Estado está decidiendo si enviarlo a Berlín.

Pero el problema es claro: el enemigo de Grecia en tiempos de guerra es ahora su pagador general.
Alemania ha proporcionado la mayor parte del plan de rescate griego y muchos predicen que después de la elección de este año, Berlín podría aprobar otra condonación de la deuda de Grecia, que ha sido duramente golpeada por la crisis. El precio ha sido tener que poner en práctica medidas de austeridad que han sido lideradas por Alemania.

Cuando la canciller Angela Merkel visitó Atenas en octubre de 2012, decenas de miles de manifestantes salieron a las calles. Algunos vestían uniformes nazis y gritaban que se estaba llevando a cabo una ocupación económica.

La presión pública para que ocurran las indemnizaciones está creciendo. Sin embargo, para el gobierno griego, es una situación delicada: tendrían que morder la mano que los alimenta y correr el riesgo de perjudicar una relación ya tensa.

Adonis Georgiadis, un diputado del partido gobernante Nueva Democracia, dice que el tema debe ser abordado. "Tenemos que responderle a los muchos políticos alemanes que han dicho los griegos son vagos y que se están quedando con su dinero", dice.

"Hay que decirles con toda claridad: nos están proporcionando créditos y les vamos a pagar de vuelta, pero recuerden que ustedes tienen un dinero nuestro que nunca les pedimos en todos estos años".

Tensión

Sin embargo, en Alemania, el tema está cerrado. El ministro de Finanzas del país, Wolfgang Schaeuble, se molestó y desestimó el informe, instando a Grecia a que se concentre más bien en sus planes de austeridad.

Berlín le pagó 115 millones de marcos alemanes a Atenas en 1960, que en ese entonces tenían un valor aproximado de US$70 millones. Era una fracción de la demanda griega, pero se canceló con la condición de que no habrían más reclamos.

Al hablar con Philipp Missfelder, el portavoz de asuntos extranjeros del partido Unión Demócrata Cristiana de Angela Merkel, queda claro que la cuestión de las indemnizaciones ha irritado aún más las relaciones.

"¿Por qué Grecia no trató de negociar esta cuestión cuando entró a la eurozona engañando a la Unión Europea y el Banco Central Europeo?", se pregunta, haciendo referencia a 2001, cuando el país se unió al euro con cifras de déficit manipuladas. "No podemos entender lo que está haciendo el gobierno griego", añade.

"Alemania y especialmente el contribuyente alemán están mostrando solidaridad con la situación difícil en Grecia y en respuesta nos van a enviar una factura por algo lejano en nuestra historia, que ha sido resuelto definitivamente".

En la antigua iglesia en Kalavryta, el reloj se mantiene detenido a los 34 minutos después de las dos, el momento en que el edificio fue incendiado en ese fatídico día. Setenta años más tarde, Grecia y Alemania son aliados europeos, pero el tema de las compensaciones aún se interpone entre ellos.

Para muchos, el dolor de los recuerdos de un pasado trágico aún no cesa.