Histórico

Grigori Perelman: el genio que rechazó un millón de dólares

Resolvió un enigma matemático de más de un siglo y es considerado un hito de la genialidad humana. Pero para muchos, aún resulta incomprensible y en ningún caso inteligente que se negara a recibir el millonario premio por esta hazaña. Aquí sus razones.

Cuando en noviembre de 2002 apareció en internet su primer documento, que en pocas páginas explicaba un problema matemático considerado imposible de resolver (la conjetura de Poincaré), cayó como una bomba en el mundo de la matemática.

Pero hace 10 días, este brillante matemático ruso llamado Gregori Perelman (43) detonó un explosivo mucho mayor, cuando rechazó el premio de un millón de dólares que le otorgó el Instituto Matemático Clay de Cambridge, Massachusetts, por su contribución a esta disciplina. Y este sí que parece un enigma imposible de entender, más aún en tiempos de crisis, en que el dinero parece serlo todo. Si incluso su hermana, que junto a su madre comparten un humilde departamento en su natal San Petersburgo con el genial "Grisha", le pidió que aceptara el premio para vivir mejor.

No hubo caso. "He rehusado", le dijo a la agencia rusa de noticias Interfax. "Ustedes saben que tengo bastantes razones a favor y en contra. Por eso me tomó largo tiempo decidirme". Y claro, demoró más de tres meses en tomar su determinación. "El, como siempre, fue bastante agradable aunque también firme en su decisión", dijo a The New York Times el presidente del Instituto Clay, James Carlson, tras comunicarse con Perelman por teléfono.

Pero, ¿quién es este extravagante personaje que desecha lo que tantos sueñan?

BRILLANTE Y RETRAÍDO
A los pocos días de publicar en la red su trabajo, un enjambre de matemáticos se lanzó a leer lo que este ruso, entonces de 36 años, había desarrollado para descifrar un problema que hace casi un siglo, en 1904, planteó el francés Henri Poincaré.

Tratando de decirlo en sencillo, esta conjetura dice que cualquier cuerpo en tres dimensiones es traducible a una esfera. Pero si tiene un hoyo como una donut o el más criollo picarón, es imposible que esto suceda. El conocer la razón de esto tendrá consecuencias para el estudio de la topografía y más allá.

Según los matemáticos, tomará otros 100 años dar cuenta de todas las implicancias de este trabajo y cómo influirá dramáticamente en la física y la matemática actuales. Por ahora, todos coinciden en que su demostración es simplemente bella, como una obra de arte o una innovadora ópera.

Sin ir más lejos, debieron pasar varios años, para que los colegas de "Grisha" tradujeran en forma rigurosa -en cerca de mil páginas- el denso análisis que él escribió. La impresión es que el trabajo de Perelman marca un hito de la genialidad humana.

"Es realmente un gran momento para las matemáticas", dijo en 2006 Bruce Kleiner, de la U. de Yale, al New York Times, luego de estudiar tres años el trabajo del ruso. Y agregó: "Podría haber demorado otros cien años en suceder esto o no haber pasado nunca".

Esto da una idea de la complejidad de pensamiento de este matemático de cabellos y uñas largas -con aspecto de Rasputín- que dentro de tres días cumple 44 años. En la enseñanza media, a los 16, ya había ganado la medalla de oro, con puntaje perfecto, en la Olimpiada Internacional de Matemáticas de Budapest de 1982. Después de pasar por la universidad y de obtener su doctorado, ingresó al Instituto Steklov de Matemática en San Petersburgo.

MUNDO EXTERIOR Y RECLUSIÓN
Realizó una serie de becas posdoctorales en Estados Unidos a principios de los 90, impresionando a sus colegas americanos como alguien que no es de este mundo: "amigable, pero tímido y sin interés en los bienes materiales", dijo Robert Greene, matemático de la U. de California.

En 2003, después de resolver la conjetura, hizo una apretada gira dando charlas en el MIT, Columbia, New York University y Princeton. Al regresar a su hogar, dejó de responder a otras invitaciones. Tampoco contestó más los email.

Ya en 1996, daba las primeras pistas de su rechazo sistemático a los honores. Ese año rehusó un premio para jóvenes matemáticos que le otorgó la Sociedad Europea. Diez años después, en agosto, se negó a recibir la medalla Fields, considerada el Nobel de la matemática, que entrega la Unión Internacional Matemática. Incluso, el presidente de esa agrupación, sir John Ball, viajó a Rusia para tratar de convencer a "Grisha". Durante dos días, completó 10 horas de inútil labor persuasiva. El galardonado se limitó a decir: "El premio era completamente irrelevante para mí. Todo el mundo entiende que si la demostración es correcta, entonces no se necesita ningún otro reconocimiento".

En 2003 renunció a su trabajo en el Instituto Steklov. Desde entonces es casi inubicable. Su pasatiempo favorito es pasear por los bosques que rodean a San Petersburgo, donde se dedica a recoger hongos. El poco dinero que gana haciendo clases particulares lo gasta en libros y música lírica.

En junio pasado, se realizó un simposium mundial de tres días en París, para celebrar la resolución de la conjetura de Poincaré. Tampoco asistió. El último registro que existe de su persona está en internet. Son las fotos que con un celular le tomó un joven en un vagón del Metro de su ciudad natal, en junio de 2007.

Al rechazar la semana pasada el millón de dólares, Perelman rindió tributo al matemático estadounidense Richard Hamilton, a quien considera que debe recibir tanto crédito como él en la solución del problema. "Mi principal razón (para el rechazo) es mi desacuerdo con la comunidad matemática organizada. No me gustan sus decisiones; las considero injustas", dijo.

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