Grimsson es elegido para un quinto mandato como presidente de Islandia
En su anterior mandato, Ólafur Ragnar Grimsson utilizó su derecho a veto que terminó impidiendo que Islandia pagara a los gobiernos de británico y holandés por la quiebra del banco Icesave, filial de Landsbanki.

El veterano político Ólafur Ragnar Grimsson ha sido elegido para un quinto mandato consecutivo como máxima autoridad de Islandia, según los primeros resultados de las elecciones presidenciales celebradas este sábado en el pequeño país insular del norte del Atlántico.
Grimson obtuvo 52,5% de los votos, según datos oficiales del recuento ofrecidos por la televisión pública islandesa RUV una hora después del cierre de los colegios electorales a las 22,00 horas locales (22,00 GMT).
Presidente de Islandia desde 1996, Grimsson se impuso a su mas inmediata rival, la popular periodista Thóra Arnórsdóttir, que logró 33,2% de los sufragios, así como a los otros cuatro candidatos, que juntos sumaron algo mas del 10% de las papeletas.
En sus setenta años de independencia, Islandia no ha tenido un presidente tan controvertido como Ólafur Ragnar Grímsson, un político con gran talento para amoldarse a las circunstancias, y que acaba de lograr una histórica quinta victoria.
De momento, ya iguala los 16 años en el cargo de su predecesora, Vigdís Finnnbogadóttir, primera mujer en ser elegida presidenta por votación democrática en el mundo, y tras su nuevo triunfo electoral en los comicios de este sábado podrá rebasar esa marca.
En su último discurso de Año Nuevo, había dicho que no se presentaría a sus terceras elecciones -en dos ocasiones fue elegido de forma automática al no tener contrincantes-, pero fue un movimiento táctico: quería ver con cuántos apoyos contaba después de una última legislatura polémica.
En dos ocasiones, en enero de 2010 y en febrero de 2011, ejerció el derecho a veto que le permite la Constitución para someter a referendo dos leyes del Parlamento para pagar a los Gobiernos británico y holandés el dinero adelantado a sus ahorradores tras la quiebra del banco islandés Icesave en octubre de 2008.
Las dos consultas resultaron en un rotundo "no" de la población a los acuerdos y le permitieron recuperar la popularidad a Ólafur Ragnar Grímsson, que ya había recurrido a ese veto en 2004 para frenar una nueva ley de medios, pero entonces no hubo referendo, porque el Gobierno acabó retirando el proyecto.
Su actuación en el "caso Icesave" ha polarizado a la población: para unos es un héroe que se enfrentó a la presión internacional contra Islandia y al Gobierno de izquierda, que ha perdido gran parte del apoyo que tenía hace tres años.
Sus detractores consideran que ha excedido y mucho las funciones del presidente, una figura similar a la del rey en las democracias parlamentarias europeas, además de realizar un ejercicio de cinismo.
En los tiempos dorados de los empresarios islandeses, recorría el mundo en su apoyo y hablaba de una "nueva expansión vikinga".
Su papel fue duramente criticado por el informe elaborado por la comisión parlamentaria que analizó el rol de las autoridades en la crisis, pero Ólafur Ragnar Grímsson sólo ha reconocido que se equivocó al confiar en las agencias de calificación, que daban altas notas a los bancos islandeses poco antes de que quebraran.
Ha conseguido además que la cuestión del ingreso en la UE, del que es ferviente opositor como buena parte de la población, sea un tema central en la campaña, y se ha posicionado también contra la reforma del sistema de cuotas en la pesca, principal industria islandesa, buscando atraer a los votantes conservadores.
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