Nunca faltan los francotiradores con la puntería de un miope. Hacia 1785, cuando Wolfgang Amadeus Mozart publicó su Cuarteto número 19 llamado De las Disonancias, el compositor italiano Giuseppe Sarti no ahorró en su bagaje retórico y calificó la obra como execrable, bárbara y miserable. Otros, incluso, decidieron hacer copias a granel de la partitura, sugiriendo que estaba llena de errores. Un inicio siniestro y aparentemente disonante comandado por el violonchelo, lejos de la luminosidad de salón habitual en la época, había provocado el raro malestar entre los auditores más conservadores. Antes de Beethoven, Mozart le había dado a su público un pequeño adelanto de lo que sería la música del futuro.
La pieza, parte del grupo de seis cuartetos dedicados a Franz Joseph Haydn (1732-1809), es una de las seis obras de cámara que el Cuarteto Szymanowski tocará la próxima semana en el Festival de Música de Santiago (FIMSA). De más está decir que aquella pieza es una de las obras maestras de su autor y una creación adelantada a su época. "Mozart creó estos cuartetos en homenaje a Haydn, a quien consideraba su amigo y maestro. Sin embargo, terminó superándolo. En términos de dinámicas, articulación y sorpresas armónicas, Mozart inventó mucho más que Haydn", explica Grzegorz Kotow, uno de los violinistas del conjunto polaco.
"Cuando Mozart compuso estas obras, la verdadera estrella en Europa era Haydn, una especie de astro pop cuyos cuartetos eran esperados como hits musicales en todas las esquinas de Viena. Sin embargo, si uno compara las partituras de los cuartetos de Haydn y Mozart de la época, se da cuenta que hay muchas más marcas e indicaciones en las obras de Mozart. En Haydn hay indicaciones cada dos páginas; en Mozart en cada compás, aquí y allá: forte, piano, etcétera. Un auténtico genio". agrega el músico.
Además del Cuarteto de las Disonancias, el Cuarteto Szymanowski también interpretará, entre otras, los Cuartetos N° 15 y N° 17 La Caza, el Quinteto N° 4 en sol menor y el Cuarteto para flauta en re mayor K. 285. "Son piezas bastante diferentes. El Quinteto, por ejemplo, es de 1787, tres años antes de morir, en el mismo período en que compuso su ópera Don Giovanni. Está a ese nivel, aún más complejo que los Cuartetos. Es una obra muy sombría y triste, con uno de los movimientos lentos más inspirados que haya creado. Además hay un instrumento añadido: una segunda viola. Por otro lado el Cuarteto para flauta es una creación mucho más juvenil, no tan profunda y tal vez más popular en su tiempo. Es lo más parecido a una canción pop de ahora: de hecho, fue creada para un cirujano holandés que además tocaba flauta", explica Kotow.
Fundado en 1995 y con residencia en la ciudad alemana de Hanover, el Cuarteto Szymanowski ha tocado en algunos de los escenarios más importantes del mundo, entre ellos el Carnegie Hall de Nueva York, el Konzerthaus de Berlín y el Concertgebouw de Amsterdam. Su nombre lo tomaron del compositor polaco Karol Szymanowski, del que han grabado sus obras y es parte de su repertorio habitual. Su dieta musical, sin embargo, siempre regresa a Mozart. "No es entendible el arte de Beethoven sin Mozart. Es tan revolucionario como él. En el siglo XVIII, cuando vivió, el género del cuareto de cuerdas era incluso más popular que la sinfonía. Se tocaba en todos los salones. Los aportes que Mozart hizo en este campo son invaluables. Su música siempre resultará un milgaro: es tan fácil de seguir, pero tan difícil de tocar. Uno nunca termina de descrubrir algo nuevo", reflexiona Kotow.