Si le vendaran los ojos durante el viaje y se los destaparan llegando a los alrededores de Guadix, seguro que no sabría que se encuentra en el sur de España.

Lo más probable es que, acostumbrando su vista al desértico paisaje, piense que está en una zona de la Capadoccia turca, donde ocres y arenosas formaciones, colinas y mesetas salpicadas de agujeros negros han reemplazado a los interminables bosques de olivos que distinguen a Andalucía.

Así es la bienvenida a Guadix, ciudad fundada durante el imperio romano por Octavio Augusto, aunque ya antes, debido a su ubicación estratégica -punto intermedio entre el Mediterráneo, la Sierra Nevada y la Andalucía interior-, fue asentamiento de íberos, visigodos, andaluzos e, incluso, de los primitivos habitantes de Europa, para luego ser un importante bastión del reino árabe que dominó por ocho siglos la península y de donde se deriva finalmente su peculiar nombre (Wadi-Ash).

Hoy, como forma de dar a conocer su cosmopolita legado, Guadix se presenta como un paseo turístico alternativo a los tesoros de Granada, ciudad ubicada a 60 kilómetros.

Pero la bucólica Guadix no quiere ser comparsa de La Alhambra ni del Albayzín, pues sabe que puede ser más que un destino "por el día". Por ello, a sus bondades cívico-históricas se le han sumado sus ancestrales cuevas que, además de ser uno de los asentamientos más antiguos de España, son símbolo de orgullo y toda una tradición de los guadijeños, quienes han sabido mantener vigente esta antiquísima vivienda subterránea.

Forma de vida que ha decidido también ampliarse al turismo mediante cuevas museos, tiendas de artesanía típica bajo tierra y los llamados apart-cuevas, alojamientos tan rústicos como acogedores, donde el visitante puede apreciar una de las construcciones más peculiares de España.

CASCO ANTIGUO
La ciudad se encuentra inserta en el fértil valle de Zalavi, por donde pasan los ríos Guadix y Fardes, que tiñen de verde la zona, lo que queda ejemplificado en la gran cantidad de parques y plazas que refrescan la ciudad.

La Catedral de la Encarnación de Guadix es una de las edificaciones más antiguas. En sus paredes, torreones y naves interiores se ven los estilos gótico, renacentista, neoclásico y barroco, por los que atravesó su construcción durante 250 años.

Y aunque los inicios de su obra se remontan a 1500, medio siglo antes se establecía en aquellos mismos terrenos un templo visigodo. Más tarde, fue la mayor mezquita musulmana de la ciudad la que ocupó tal espacio.

La notoriedad de este emplazamiento no queda ahí. El imperio romano también se hizo presente, instalando el centro de sus operaciones en el lugar, lo que queda atestiguado con una inscripción en latín que hasta hoy perdura en una de sus murallas.

Rodeando la catedral se encuentra todo un conjunto arquitectónico renacentista que concentra iglesias, conventos y palacios. La Parroquia del Sagrario, el Convento e Iglesia de la Concepción, la Escuela de Artes y Oficios, así como casas nobiliarias construidas por hidalgos tras la reconquista de la ciudad, hablan de la importancia que tuvo en su momento Guadix para los Reyes Católicos.

Vale la pena conocer la Plaza del Ayuntamiento: un área verde y urbana, encerrada por corredores arqueados, edificios administrativos de dos pisos y algunos restaurantes, donde se deja ver el actual ritmo provinciano de Guadix.

Por una de sus dos puertas se llega al antiguo barrio medieval. Es el barrio árabe que, entre laberínticas calles y casas blancas, esconde una serie de edificaciones de ladrillo de la época musulmana, siendo la Alcazaba -antigua fortaleza y palacio califal del siglo XII- actual Monumento Nacional y emplazada sobre una colina, un destino que permite ver las antiguas murallas defensivas de la ciudad.

A escasas cuadras de aquí está el Mirador de la Magdalena, ubicado arriba del barrio que le da su nombre, y desde donde se tiene otra vista estratégica de Guadix, que mezcla profusamente el blanco y ocre de casas, edificios y templos religiosos con la aridez de un paisaje circundante, a escasos kilómetros.

CUEVAS DE ARCILLA
Se estima que sólo en el barrio Troglodita de Guadix hoy existen 2.000 cuevas.

Una cifra no menor si la ciudad cobija a poco más de 20.000 personas. Y aunque algunas de ellas son precarias, con más de 1.800 años -especialmente habitadas por gitanos-, muchas han sido refaccionadas, colocando largos comedores, espaciosos livings y acogedoras habitaciones.

También se les pinta con cal las paredes, lo que permite iluminar naturalmente la cueva, impermeabilizarla y desinfectarla.

Al recorrer todo este mundo subterráneo, surge la pregunta: ¿Cómo nace la idea de vivir bajo tierra? La respuesta está justamente en el principal componente de estos terrenos: la arcilla, cuya extracción a lo largo de la historia ha sido bastante fácil, pudiendo cavar a mano una cueva en 10 meses o en 60 días si se realiza con máquinas.

La arcilla también funciona como un perfecto aislante, ya que permite mantener el calor durante el invierno y refrescar la cueva sin necesidad alguna de ventilador en los días de verano.

No es coincidencia que muchos turistas en estos días estivales estén disfrutando de sus vacaciones en cuevas refaccionadas. La mayoría de ellas se encuentra en las afueras de Guadix, subiendo por el valle de Zalavi, a escasos cuatro o cinco kilómetros de la ciudad, cerca del poblado de Alcudia.

Por este camino surgen condominios de cuevas que asoman sus blancas chimeneas por encima de arcillosas lomas. Algunas de ellas son residencias privadas, otros chalets rústicos dirigidos al turista.

Una de las más famosas, con 100 años de existencia, son las Cuevas del Tío Tobas (www.tiotobas.com), ambientadas con maderas tienen livings, baños y cocinas equipadas, habitaciones matrimoniales y algunas con piezas para niños. Cuenta, además, con un restaurante de tapas, comida mediterránea y española.

Volviendo a Guadix, se encuentran dos cuevas museo. Una de ellas debajo de la Alcazaba (www.cuevamuseoalcazaba.com), aunque la que se lleva los aplausos es La Inmaculada (www.cuevainmaculada.com), ubicada en Purullena. Aquí una familia local lleva 11 años elaborando una amplia colección etnológica inserta dentro de tres cuevas unidas bajo el cerro La Inmaculada.

En ellas se pueden conocer cómo eran las cuevas de principios del siglo XX, una exposición de antiguas herramientas que se han ocupado para hacer las cavernas, utensilios que retratan la actividad agrícola y forestal que por siglos se ha desarrollado en Guadix, así como antigüedades que han sido parte de la evolución de la ciudad.

Al frente de esta cueva-museo se encuentra un importante centro de ventas de cerámica de la provincia de Granada. Platos, lámparas y adornos varios cubren cada centímetro de esta cueva hasta donde llegan también productos provenientes de toda la región. Claro que son los trabajos locales en arcilla los más demandados gracias a su exclusivo trabajo de cerámica fajalauza. Un trabajo único de pintura de cerámica, que se caracteriza por sus llamativos colores, destacando las jarras accitanas, muy demandadas como regalos de bodas y que sólo se pueden encontrar aquí, en este desconocido rincón de Andalucía.

GUIA
UBICACION
Guadix se encuentra a 60 km al noreste de Granada. Ambas ciudades están unidas por la carretera A 92.

DONDE DORMIR Y COMER
Gracias a su diversidad cultural, la gastronomía es variada. La mayoría de sus hoteles disponen de excelentes restaurantes, con una amplia carta de platos tradicionales.