Algunos dicen que esas equivocaciones están ayudando a alimentar un nuevo enfrentamiento.

Actualmente, el país está inmerso en un pulso contra el narcotráfico, cuyos episodios más recientes incluyen un estado de sitio declarado en un departamento norteño del país, Alta Verapaz y amenazas al presidente Álvaro Colom, presuntamente firmadas por la organización criminal mexicana de los Zetas.

En 1996, los acuerdos de paz contemplaban la reducción de las fuerzas militares en un 33 por ciento, simultáneamente al incremento y profesionalización de la Policía Nacional Civil (PNC). Sin embargo, la reducción militar ocurrió sin el refuerzo de la PNC.

Colom insiste en que la disminución en el tamaño de las fuerzas militares, que se acentuó en el gobierno de Oscar Berger (2004-2007), dejó grandes extensiones territoriales sin vigilancia, y permitió el ingreso de más narcotraficantes extranjeros.

Eduardo Stein, vicepresidente durante el gobierno de Berger, dijo a BBC Mundo que se redujo la fuerza militar porque se esperaba que la policía sería fortalecida. Pero esto no ocurrió.

En los últimos meses, los Zetas aumentaron su presencia en Guatemala. Convirtieron a Alta Verapaz en un centro de operaciones, que está en su ruta de trasiego de drogas entre la frontera de Guatemala con Honduras y la frontera con México, vía Chiapas.

El pasado 27 de diciembre tres emisoras de radio de Cobán, Alta Verapaz, recibieron un mensaje con amenazas al presidente Colom, presuntamente firmado por los Zetas.

EXPECTATIVAS
Por ahora, hay expectativa sobre el efecto del estado de sitio en Alta Verapaz, que acaba el 19 de enero, a inicios del año electoral.

Se teme la influencia del narco en los comicios, con financiamiento a candidatos locales, y la falta de recursos del Estado para aumentar la fuerza militar que enfrentaría a los Zetas.

Hasta el 25 de diciembre, el gobierno reportaba 6,502 homicidios en el país, 60 por ciento de los cuales atribuye al crimen organizado.

La cifra, levemente menor a la de 2009, podría aumentar en 2011 considerando que los años electorales suelen ser más violentos, como en 2007.

El politólogo David Martínez-Amador, dijo a BBC Mundo que "se ha conjugado la tormenta perfecta: un aumento de la violencia tradicional del país, violencia electoral, y violencia—por aparecer y ver crecer—del crimen organizado".