Pablo Guede y Gustavo Grondona se fundieron en un gran abrazo cuando Julio Bascuñán levantó los brazos y dio por terminada la final de la Supercopa. La presión del técnico de Colo Colo era máxima, por lo que el desahogo fue total. Como por arte de magia, el mal momento del Cacique se hizo humo de un momento a otro.
Luego de la derrota ante La Serena por la Copa Chile, el entrenador quedó muy dolido con su plantel. Tanto, que incluso renunció ese mismo día en el camarín, pero su gran sostén, Aníbal Mosa, presidente de Blanco y Negro, lo sostuvo. A partir de ese momento, la tensión se fue incrementando.
Ayer tampoco lo pasó muy bien ni al comienzo ni durante el partido. Discutió con los árbitros, con sus asistentes, reclamó varios cobros, se volvió loco cuando sus jugadores se enfrascaron en altercados, en fin, aunque al final celebró como hace rato no lo hacía.
"Esto no cambia de un día para otro. Debemos seguir trabajando para buscar un mejor funcionamiento. Yo soy consciente que lo que pasó en La Serena no corresponde a la realidad, no por que hayamos perdido, sino que por los cuatro goles recibidos", dijo.
"Estoy contento por los jugadores y por Aníbal. La verdad es que hicimos un buen partido. Fue un espectáculo muy bueno en una final, por lo que ofrecieron ambos equipos. Felicité a Mario Salas y a los jugadores de Católica, porque hicimos un primer tiempo brillante ambos equipos. Hicimos una gran final de ida y vuelta. En el segundo tiempo se decantó para nosotros y me pone contento", prosiguió el argentino.
El DT no quiso referirse en forma individual a sus jugadores y destacó el trabajo grupal, ese mismo que calificó de desastre y vergüenza tras el 4-1 ante los papayeros.
"Nosotros trabajamos de la misma manera desde que iniciamos la pretemporada, con un objetivo claro y no creo que sea correcto decir que un jugador haya sobresalido del resto. El equipo demostró que no quería perder y sí defender la camiseta a muerte y darle la primera Supercopa al club... Sólo puedo decir que Paredes se supera día a día", concluyó.
Sin embargo, pese a golear por 1-4 a Universidad Católica y a conquistar un nuevo título, el transandino se mostró parco en la conferencia de prensa y a la salida del estadio. Estuvo serio, no sonrió ni dio muestras de felicidad. Una situación extraña y que contrastaba enormemente con la alegría de sus jugadores en al cancha.
De hecho, Guede prefirió irse en su automóvil particular y no en el bus junto con todos sus jugadores. Salió raudo del camarín, pasó por la zona mixta con el rostro seco y la cabeza en alto, acompañado de su hijo Axel, su esposa y su hija. No miró a nadie ni tampoco se detuvo y abandonó el recinto de Ñuñoa mientras varios de sus pupilos seguían en los vestuarios.
Al mismo tiempo, en una escena pocas veces vista y que reflejaba, de alguna forma, el respiro que dio Colo Colo, Mosa interactuó con los hinchas albos en la salida de Marquesina. El timonel de la sociedad anónima le colocaba la medalla de campeón de la Supercopa a los hinchas albos que se le acercaban, con el que luego se tomaba una selfie. "La continuidad de Pablo está asegurada pase lo que pase. Continuará trabajando y se le hará una evaluación a fin de año. No han sido días fáciles, pero estoy contento, porque los jugadores se sacaron una gran mochila de encima", sentenció el puertomontino.