Rusia advirtió el martes que hará frente a  la "amenaza" que supondrá el incremento de presencia militar de la OTAN cerca de sus fronteras, y acusó a los occidentales de alimentar una escalada en el conflicto de Ucrania.

El plan que la Alianza adoptará esta semana en una cumbre "demuestra que  los líderes de Estados Unidos y la OTAN quieren continuar con su política de  exacerbar las tensiones con Rusia", denunció Mijail Popov, secretario adjunto  del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia, a la agencia Ria Novosti.

En su cumbre del jueves y el viernes de la OTAN en Gales, los líderes de la  Alianza prevén adoptar un plan de acción (Readiness Action Plan) para dar  seguridad a los aliados del este, que ven más que nunca a Rusia como una  amenaza por el conflicto en Ucrania. 

La OTAN enviará unas "fuerzas de reacción extremadamente rápida capaz de desplegarse en un plazo de tiempo muy breve", indicó el lunes el secretario  general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen. 

Según The New York Times, los 28 países de la OTAN crearán una fuerza de  4.000 hombres capaz de replicar en 48 horas a cualquier movimiento de tropas  rusas en el este de Europa.

Popov reaccionó a las intenciones de la OTAN al afirmar que cuando se  actualice este año la doctrina de defensa de Rusia "entre las amenazas  militares extranjeras" se incluirá el plan de la OTAN de ampliar su presencia  "en nuestra frontera". 

No obstante estas declaraciones dignas de verdadera Guerra Fría,  el  analista Robin Niblett, del Instituto Asuntos internacionales de Londres,  considera que "cualquier intervención militar (de la OTAN) es altamente  improbable" ya que muchos de sus integrantes -entre ellos socios comerciales  de Moscú, como Italia o Austria-  no consideran a Rusia como una amenaza vital.

VENTAJA PARA LOS SEPARATISTAS 

En tanto, las fuerzas separatistas prorrusas parecen estar superando  militarmente de forma clara al ejército regular ucraniano en el este de  Ucrania, donde, según acusa Occidente, Rusia les ha enviado tropas de apoyo.

Quince soldados ucranianos murieron en las últimas 24 horas en el conflicto  en el este del país, anunció este martes el portavoz militar ucraniano, Andrii  Lysenko.  

Por otra parte, aunque las fuerzas ucranianas controlaban aún este martes  el terminal del aeropuerto de Donetsk -tras haberse retirado del de Luhansk el  lunes bajo fuego "ruso"- la presión de los separatistas era creciente,  constató la AFP.

El conflicto armado en el este de Ucrania ya dejó más de 2.600 muertos  desde mediados de abril. 

El presidente ucraniano Petro Poroshenko pidió explícitamente una "ayuda" a  Occidente y "decisiones cruciales" de la OTAN.

Ucrania anunció además que iba a retomar su proceso de adhesión a la Alianza Atlántica, anulado por el anterior gobierno prorruso de Kiev.

En este contexto, el presidente estadounidense, Barack Obama, viaja el miércoles a Estonia, ex república soviética, con un objetivo: advertir al  presidente ruso Vladimir Putin contra cualquier tentación de atacar a un país  de la OTAN, por pequeño que fuera.

Obama asistirá el jueves y viernes a la cumbre de la OTAN en el Reino Unido, donde tiene previsto un encuentro con el presidente ucraniano.

¿TOMAR KIEV EN DOS SEMANAS?

En este clima de gran tensión, el Kremlin denunció este martes la  publicación en la prensa italiana de declaraciones "sacadas de contexto" de  Putin -citadas por José Manuel Barroso, presidente saliente de la Comisión  Europea- afirmando que Rusia podría tomar Kiev "en dos semanas". 

En un artículo en La Repubblica, Barroso indica que Putin no quiso responder a sus preguntas sobre la presencia de soldados rusos en Ucrania y se  mostró amenazante: "Si quiero, en dos semanas tomo Kiev". 

Yuri Uchakov, consejero del Kremlin, confirmó las palabras de Putin a  Barroso, dichas en privado, pero asegura que fueron "sacadas de contexto".

Por otra parte, el conflicto en Ucrania ha obligado al menos a medio millón  de personas a abandonar sus casas, 260.000 en el interior del país y otras  tantas refugiadas en Rusia, anunció el martes el Alto Comisionado de Naciones  Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Ginebra.