Histórico

Guía para enfrentar a un seductor compulsivo

<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193770.jpg " /><br /> Además de reivindicar el nombre Casanova, también están las advertencias a la hora de toparse con un depredador sexual.

La siguiente historia es real y ocurrió unas primaveras atrás. K es bonita y tan rubia que provoca furor en un país donde los hombres, en su mayoría mestizos, adoran el arquetipo de la diosa blanca. Sus ojos aguamarina causan estragos y si además se viste con cierta intención, el diagnóstico es catástrofe nacional.

Y he aquí la tragedia. K se jura fea y lleva años de abstinencia forzada. La culpa, claro, la tienen los mismos hombres que la veneran como si fuera una deidad vikinga, la walkiria de Providencia. Es decir, la ponen en un altar y la adoran desde lejos, como un objeto de lujo que no está a su alcance, pobrecitos mortales.

Así estaban las cosas para la pobre K hasta que apareció un galán –no gran cosa– que invirtió horas, semanas y meses para, recién a los dos años, conquistar a la mujer de sus sueños. En sus genes llevaba grabado a fuego que, en el amor, todo es cuestión de tiempo. Como un soldado de Cupido la asedió, usó subterfugios, soportó estoico las negativas, se replegó mil veces a los cuarteles, humillado. Sin embargo, en un asalto final logró la capitulación, la rendición de su amada. Nadie apostó un peso por él cuando esa tarde de primavera se acercó a la bella y la escuchó como un confesor; como un cura, como su mejor amigo gay.

Incrédulos todos, no supieron reconocer que tenían ante sí a un auténtico Casanova, cuya fama reivindicó la escritora británica Judith Summers en Las Mujeres de Casanova, un best-seller internacional disponible en Chile.

Frente a este eterno seductor, cuyo arquetipo se remonta al aventurero veneciano del siglo XVIII, cualquier otro prototipo de amante –metrosexual, ubero, retro o cachosexual– languidece en el aire como perfume barato.

¿Por qué la mayoría de las mujeres, por muy emancipadas que sean, no se resiste cuando un Casanova aparece en sus vidas?

UN ARMA LETAL
Para entender el fenómeno, primero es necesario saber que, como en la guerra, la seducción es un asunto de poder. En este escenario, quien tiene todas las de ganar es un "soldado del amor" –parafraseando a Manuel Mijares– ciento por ciento profesional; un guerrero que, como Casanova, anotó más de 130 conquistas sexuales (hoy el número puede parecer conservador), mientras recorrió 64 mil kilómetros alrededor de Europa en una increíble maratón amatoria.

He aquí la primera ventaja del seductor diplomado: sabe muy bien lo que quiere y hacia dónde disparar su artillería. Las mujeres, en cambio, pocas veces saben qué buscan hasta que lo encuentran y se dan cuenta de que eso es justo lo que NO querían. No desean un metrosexual que sepa más que ellas de cremas anticelulitis, ni tampoco un uberosexual que viva angustiado por la suerte de las lauchas de cola pelada. Menos todavía uno tipo Don Juan, ese arquetipo cuya exaltación erótica (hipererotismo) lo arrastra a solazarse sólo cuando abandona a sus víctimas en calidad de estropajo.

Es en medio de este paisaje desolador, cuando las defensas flaquean, el momento en que Casanova ataca. Por mucho tiempo se le ha confundido con el personaje literario creado por Tirso de Molina (Don Juan). Nada más equivocado. Es cierto que ambos comparten una libido tipo Viagra a la vena. Sin embargo, mientras Don Juan fue un personaje de ficción que se complacía en el daño infligido a las incautas, Casanova fue una persona de carne y hueso que creía estar genuinamente enamorado de sus conquistas. Y he aquí el arma más letal del auténtico seductor: no hay mujer que se resista a la sensación de sentirse auténticamente deseada. Las razones son muchas –vanidad, inseguridad o mero instinto reproductivo–, y de ello da cuenta tanto la literatura sicológica como el libro de Summers. Lo concreto es que la atención continua al ego es un misil que derriba cualquier escudo.

Considerando su amplia gama de conquistas, Las Mujeres de Casanova sostiene una tesis interesante: detrás de cada falda que no se resistió al veneciano hay una táctica infalible que las mujeres pueden usar desde su propia trinchera, ya sea en defensa propia o para atacar primero.

LECCIONES DE UN CLÁSICO
Casanova y sus artimañas son un clásico. Fellini escogió al actor Donald Sutherland para llevarlo al cine como un hombre que caía rendido ante mujeres estrambóticas, al punto de enloquecer por un maniquí. Tres décadas más tarde, Heath Ledger lo encarnó en un filme donde, cada tanto, ofrece lecciones del estilo "no conquistes, sométete". Curioso, pero en ambas adaptaciones Casanova aparece demasiado pálido tratándose del fundador de la raza de los latin lover.

Giacomo Girolamo Casanova, jugador y aventurero, era muy alto, guapo y tenía la piel tan morena como la de un norteafricano. Pero su gran secreto consistía en creerse verdaderamente enamorado de la mujer de turno y, a continuación, atosigarla con atenciones. No satisfecho con su cuerpo, también quiere y reclama como trofeo el corazón de la víctima. El capítulo dedicado a Manon Balletti parte con el siguiente párrafo, tomado de sus célebres memorias Histoire de Ma Vie: "Me río cuando oigo a ciertas mujeres llamar pérfidos a los hombres que acusan de inconstancia. Tendrían razón si pudieran probar que cuando nosotros les juramos constancia tenemos la intención de faltar a ella. Desgraciadamente, nosotros amamos sin consultar a la razón y ésta no se entromete cuando dejamos de amar".

PRIMERA LECCIÓN
Un hombre puede estar realmente enamorado, pero nada garantiza que todavía lo esté al día siguiente.

SEGUNDA LECCIÓN
Detrás de todo seductor impenitente hay una madre abandonadora o su equivalente. En el episodio dedicado a Zanetta, progenitora de Giacomo, se revela que este conquistador jamás se sintió el favorito de la camada. Y con razón. En abril de 1734, siendo todavía un niño, Zanetta decidió enviarlo a Padua por razones económicas. Casanova se resistió, abrazándose a las faldas de su madre, sin suerte. Estos hechos lo convirtieron en un ser inseguro, celoso y con terror al abandono. En alguien que prefiere dejar a otorgar la mínima posibilidad de que lo dejen.

TERCERA LECCIÓN
Un conquistador auténtico ve a la mujer como a un igual, nunca como a un ser inferior. En efecto, después de desclasificar los papeles de Histoire de Ma Vie, la autora se sorprendió al descubrir que era un ejemplar masculino adelantado. "El placer de su pareja supone las cuatro quintas partes del suyo propio", anota Summers. Casanova se esmera en descubrir todo lo que las mujeres piensan y sienten, especialmente de los hombres. Aprende a hablarles y, sobre todo, a escucharlas y convertirse en su amigo. Pero, atención, que un seductor difícilmente se convertirá en la mejor compañía para ir al cine. Este espécimen no cree en la amistad sin sexo entre un hombre y una mujer. Para prologar las páginas dedicadas a Donna Lucrezia –la adúltera que lo amó y le dio una hija–, Summers eligió la siguiente reflexión del veneciano: "Es imposible sentir solamente amistad por una mujer a quien uno encuentra bonita, con la que uno pueda conversar y de quien uno cree estar enamorado. La amistad, en su apogeo, se convierte en amor, y, liberándose por medio del mismo dulce mecanismo que el amor necesita para alcanzar la felicidad, la amistad se regocija por encontrarse más fuerte tras consumar el tierno acto".

CUARTA LECCIÓN
El halago es el arma con la cual desarma a su víctima. Acaba con cualquier resistencia ofreciendo las más costosas y extravagantes atenciones. Según Sommers, cuando lanza un piropo nunca se pasa de la raya y sabe instintivamente cuándo permanecer en silencio y cuándo adular a su pareja; cuándo retirarse y cuándo pasar al ataque. Es un manipulador nato. Hará sentir sabias a las jovencitas, rejuvenecerá a las señoras de cuatro y más décadas y hasta resucitará a las que parecen muertas. Pero es bueno tener presente el capítulo que cuenta el caso de la cincuentona y crédula marquesa D'Urfé. Aquí Casanova muestra uno de sus lados menos amable, ya que no dudó en convencer a la viuda de que ella era un ser elegido y mágico como un hada para así abusar de su fortuna e influencias.

QUINTA LECCIÓN
Un conquistador es un guerrero y, de no conseguir su objetivo mediante la diplomacia, es esperable que en una segunda etapa recurra a la violencia. La autora lo advierte en el episodio titulado Las Vírgenes del Véneto. Ángela fue una doncella que se le resistió, desatando su furia al punto de injuriarla. Además, no en pocos casos usó derechamente la fuerza. Mensaje: detrás de un sujeto sospechosamente encantador puede esconderse un femicida de esos que aparecen en las páginas policiales.

SEXTA LECCIÓN
Un picaflor patológico no tiene un "tipo" de mujer. Buena o mala; pobre o rica; bonita o fea, una falda siempre excita su curiosidad. Para rematarla, todo tabú representa un afrodisíaco. Las páginas dedicadas al amorío de Casanova con una novicia parten así: "Cuando una joven piadosa hace con su amante las obras de la carne, experimenta cien veces más placer que cualquiera otra joven carente de prejuicios".

SÉPTIMA LECCIÓN
Un depredador omnívoro es dueño de una paciencia extrema cuando se trata de conseguir su presa. "Todas las mujeres, respetables o no, están a la venta. Cuando un hombre tiene tiempo, las compra con atenciones y, cuando tiene prisa como ahora yo, hace uso de los regalos y del dinero", anota en Histoire de Ma Vie. Retomando el caso de K, el Casanova que llegó a su vida parece gozar de todo el tiempo del mundo. Por suerte, ella está leyendo abundante literatura disponible sobre seductores, va a terapia y sus amigos sólo esperan ver cómo gana esta batalla.

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