En un rincón del Stade Français, el tenista chileno Guillermo Rivera-Aránguiz (28 años y 793º de la ATP) encuerda su raqueta. "No me quedó otra que aprender a hacerlo yo mismo. En los torneos de Europa cobran mínimo 10 euros (7 mil pesos) sólo por la mano de obra. Con todo el uso que se les dan a las cuerdas, el bolsillo no aguanta, así que hay que viajar a todas partes con la máquina de encordado", relata, dando a entender una de las principales razones de su retiro del tenis profesional: lo económico.
El otro motivo fue el familiar. Guille es papá de una niña hace cuatro años y en marzo de 2018 se casará. "Quise un cambio radical. Pasar tiempo con mi hija y con mi novia Vanessa. La última etapa de mi carrera me generó mucha angustia. Estoy tranquilo y contento. Me llegó la hora de vivir la vida de una persona normal", afirma.
Cuando planificó su calendario de torneos para 2017 se dio cuenta de que iba a ser caro y difícil viajar: "Después de los Challengers de Santiago y Buenos Aires no había ningún torneo en Sudamérica. Ni siquiera el futuro más modesto. En esta fecha hay que salir a Europa o el norte de África. Son giras en las que se gasta mucho dinero". En 2011, en Chile se realizaron 15 Futuros.
Cada temporada el número fue disminuyendo y el 2016 la triste cifra de cuatro torneos adornó el calendario internacional. Hasta hoy, no se ha confirmado ninguno para este año. Rivera es crítico. Son cada vez menos las oportunidades para las raquetas nacionales.
El oriundo de San Felipe prometía cuando era juvenil, en tiempos en que ya se empezaba hablar del recambio de Fernando González y Nicolás Massú. "Iba muy bien encaminado y contaba con el apoyo de un empresario que anónimamente me apoyaba. Sólo pudo hacerlo hasta 2010. Si bien el año siguiente logré mi mejor ranking y jugué una qualy de Grand Slam todo se tornó cuesta arriba. Viajaba en solitario a los torneos y jugaba en los lugares que podía, no en los que debía", explica el deportista.
Su mejor ubicación en el escalafón fue 271º y sus participaciones más destacadas en el ciruito fueron apenas los cuartos de final de un par de torneos Challenger. Para Rivera, la razón por la que nunca despegó fue netamente la monetaria: "Era muy difícil destacar por sobre los tenistas que tenían más recursos que uno. Siendo juvenil jugaba con Grigor Dimitrov, Milos Raonic, Bernard Tomic, todos hoy en la elite. Ellos constantemente recibieron mucha ayuda. Kei Nishikori siempre estaba con dos entrenadores. Chile es un país súper chaquetero y si uno no muestra resultados a los 20 años, te abandonan".
El sanfelipeño cree que si hubiera tenido las oportunidades, otro gallo cantaría. "Hoy sin duda estaría en el top 100", asegura confiado. "No sólo lo creo yo. Me lo dijo mucha gente ligada al tenis. Incluso Larry Stefanky (entonces coach de González). Tenía mucha proyección", sostiene, recordando los tiempos en que el Bombardero de La Reina lo invitaba a sus viajes. Le faltó ambición y creerse el cuento, asume.
Tentado en el US Open
Rivera confiesa un episodio de su carrera que nunca antes reveló: "El 2011, cuando pasaba por mi mejor momento e iba a disputar al día siguiente las clasificaciones del US Open, se me acercó un tipo que nunca había visto antes y en inglés me dijo: 'Te observé durante tu entrenamiento y juegas muy bien. Mañana disputas un gran partido... ¿Te gustaría ganar un dinero extra? Te ofrezco 15 mil dólares para que te dejes perder'. Yo no entendí nada y simplemente lo ignoré. Debí haberlo acusado a la Unidad de Integridad del Tenis, pero no le di importancia. En Nueva York estuve solo y no le conté a nadie", relata. Al día siguiente, Rivera perdería en dos sets ante su rival, sin embargo, nunca se arrepintió de su decisión: "Estaba feliz por haber participado en un Grand Slam. Me llevé las lucas que me correspondían de premio y me olvidé del asunto". Denunció el ofrecimiento dos años después. Por estos días, la UIT sanciona también a los tenistas que no dan aviso a este tipo de situaciones.
"La gran culpa de los arreglos de los partidos la tiene la ATP y la ITF, que venden los partidos a las casas de apuestas. Sin ese negocio no existirían aquellos problemas", opina el tenista criollo. "En el tenis los arreglos de partidos están latentes", dice en las inmediaciones del club de Las Condes donde será entrenador de tenis.
"Igual es triste la forma en que me retiré. No tuve la oportunidad de despedirme en algún torneo y sentir esa adrenalina. Espero a fin de año conseguir una invitación", dice el ahora ex tenista.