Histórico

H. R. Giger: El oscuro mundo que creó más allá de Alien

El artista suizo diseñó una imaginería única que marcó la estética de fines del siglo XX.

La historia de cómo H. R. Giger llegó a diseñar a la criatura de Alien, comenzó así: En 1975, el pintor -quen ya tenía ganada una fama como artista de imaginería oscura y macabra, además de experto en el aerógrafo-, fue convocado a una reunión en casa de Salvador Dalí, en Cataluña, donde se iba a reunir el elenco de la producción de Duna, que preparaba el chileno Alejandro Jodorowsky.

Giger no alcanzó a conocer al cineasta y sicomago chileno, pero hizo buenas migas con Dalí, uno de sus héroes. Al poco tiempo, el proyecto de Duna naufragó y Giger pudo al menos recuperar los diseños que hizo para el filme, como las sillas Harkonnen, pero hubo una persona que estuvo en el equipo que quedó impresionado con su trabajo anterior. Fue el guionista Dan O'Bannon, fascinado con la serie Necronom, quien vio que el suizo podría ser el hombre exacto para lo que estaba buscando Ridley Scott en Alien. Incluso más, la criatura de Alien ya estaba hecha: en la serie Necronom (de su trabajo inspirado en el Necronomicón de H. P. Lovecraft) Giger sin querer le había dado vida. El resto sería leyenda.

El cómo Scott se sintió subyugado por la estética del artista suizo, tiene que ver con los orígenes de Giger. Ya desde sus inicios, a comienzos de la década de 60', los efectos de la Guerra Fría y de cómo los peligros atómicos pueden afectar a la especie humana, se convirtieron en un leitmotiv constante para el suizo. La exposición soterrada de la violencia, la deformación de los cuerpos, la presencia de la muerte y los símbolos fálicos y el uso del metal como análogo a la carne humana, fueron parte de la estética que Giger fue desarrollando primero con tinta y óleo, para luego lograr su estilo definitivo con el aerógrafo, técnica que conoció en 1971.

Sus obras más celebradas de esos años fueron la serie Los niños atómicos (1967-68), donde imaginó a seres pequeños deformados, casi mutantes. De esta época es también la obra de tinta sobre papel Máquina paridora (Birth machine, arriba), donde imagino una espeluznante alegoría sobre el nacimiento de bebés en un mundo post-atómico, con críticas a la superpoblación.

Encasillado en el surrealismo, aunque gustaba del término realismo fantástico, Giger tenía como gran maestro a Dalí, aunque los expertos en arte han visto influencias de Bacon, Goya, Cocteau y hasta El Bosco. Pero no hay que dejar de lado que un inspirador importante de su trabajo, en especial la serie Paisajes psicodélicos (1971), fueron las visiones producidas por el consumo de opio, en especial el tema de los cuerpos biomecánicos que comenzó en 1968 y que luego desarrollaría en la serie sobre El Necronomicón (abajo).

Justamente esta última serie, lanzada en 1977, marca el estilo definitivo que tendría luego el Alien de Scott. De hecho el director, al ver los diseños del libro y la serie Necronom (en especial los números IV y V), no tuvo que pensar más: su criatura ya estaba diseñada. Giger trabajó afanosamente en el diseño de arte del filme y obtuvo un Oscar por su trabajo, pero lo que pudo ser un comienzo espectacular se convirtió en una gran decepción.

La imaginería macabro-sexual del suizo siempre generó temor y su trabajo fue menospreciado en los pocos filmes qen que trabajó, como Poltergeist 2. Incluso en la propia Alien se debió rebajar a carga erótica de su criatura, y sólo en Alien III y Especies puedo desarrollar algo de libertad. Resulta irónico que el propio Scott lo llamase de manera final para recrear los diseños de la nave en Prometheus y en especial del Space jockey, el alienígena gigante que está dentro de la nave.

Desde 1990 Giger dejó la pintura para dedicarse a la escultura, donde una de sus piezas más célebres -y que está en su propio museo, el HR Giger Museum de Gruyères, en Suiza-, es una variante a gran tamaño de su obra Máquina paridora.

De cierta manera, su trabajo en tinta y aerógrafo fue un largo boceto para crear imágenes con volumen, tal como el mismo lo reconoció en 1996: "La mayor parte de la gente piensa que los artistas, entre los que me incluyo, sólo pueden ser buenos en una única disciplina artística. En mi caso, se trataría de mi trabajo con la pistola aerográfica. Pero en realidad esos cuadros eran más bien una preparación para trabajos tridimensionales".

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