Bristol no sólo es la cuna del Trip-hop, también en sus calles surgió el mayor cultor del arte callejero o grafitis, Banksy. El mismo que en julio pasado regresó a la ciudad para su primera muestra "oficial": en el Museo de la ciudad.

Esta exhibición, llamada Banksy versus Bristol, ha llevado a más de 230.000 personas, y ha sido la más rentable en la historia de la ciudad, ya que el célebre artista cobró sólo una libra. Pero pese a la alegría de los funcionarios municipales, el arte de Banksy y el grafitti en general aún no son oficialmente aceptados.

Por ello, la decisión de si estas obras deben permanecer en los muros de las calles de la ciudad, le corresponderá a sus propios habitantes. Las autoridades anunciaron hoy que se dará oportunidad a los ciudadanos de decidir si las obras callejeras se borran o no.

El origen del debate es un grafitti de Bansky en la ciudad. En una votación, más del 90 por ciento de los residentes se pronunciaron a favor de no quitarlo. Ahora el procedimiento se extenderá a todas las pintadas que no sean ofensivas o se limiten a ser enormes letras (el llamado "tagging").

De esa forma se promocionará "el arte en lugares públicos". "La gente quiere que sigamos combatiendo a los tagger, así que hay que diferenciar entre tagger y artistas", dijo el concejal Gary Hopkins.

Bristol quedó mal parada en 2007 porque repintó una obra de Banksy que valía más de 110.000 euros (unos 157.000 dólares).