Habla la protagonista de la película "No sin mi hija"
Su odisea se hizo conocida en la cinta de 1991 protagonizada por Sally Field, en la que una madre y su hija huyen de Irán, tras ser retenidas por su esposo, en una dramática trama.

Han pasado 25 años desde que la película No sin mi hija, (Not Without my daughter) capturó la atención mundial y puso a una mujer de Michigan y a su hija en el centro de la noticia. La cinta, protagonizada por Sally Field, estaba basada en el libro escrito por Betty Mahmoody, en el que cuenta su historia sobre cómo huyó de Irán luego de que su esposo la obligara a quedarse con su hija para siempre en Teherán. La niña, que ahora tiene 36 años, decidió contar su parte de la historia en el libro Mi Nombre es Mahtob, publicado a comienzos de febrero en español.
Mahtob nació justo dos meses antes antes de la toma de rehenes en la embajada de EE.UU. en Teherán, ocurrida el 4 de noviembre de 1979. Irán se encontraba en el punto álgido de lo que se conoce como la Revolución Islámica con el ayatola Jomeini a la cabeza e imperaba un sentimiento antiestadounidense. Su padre, Sayyed Bozorg Mahmoody había abandonado Irán a los 18 años para estudiar inglés en Londres, para luego trasladarse a Estados Unidos con el objetivo de estudiar medicina. Allí trabajó como residente y entonces conoció a Betty, con quien se casó en 1974.
Moody, como se conoce al padre, era un musulmán no practicante. Sin embargo, cuando estalló la revolución vino el cambio.
“En ese tiempo mi papá se radicalizó, mi mamá se asustó, trató de divorciarse, pero él le dijo que dejaría esa vida atrás y se cambiaron de Texas a Michigan y mi mamá pensó que sí había dejado atrás esa vida. Así es que cuando crecí mi papá no era radical en lo absoluto”, cuenta la propia Mahtob en conversación con La Tercera.
Durante muchos años Moody presionó a Betty para que viajaran a Teherán a conocer a sus familiares. La reticencia de la mujer se basaba en los cambios que había experimentado su marido, como la prohibición de consumir alcohol en la casa, algo común por muchos años.
“Durante años fue capaz de postergarlo. Pero se puso muy insistente, ella fue a hablar con unos abogados, a quienes les explicó sus miedos de que me secuestrara. Entonces ellos dijeron que necesitaba un psiquiatra y no un abogado, porque él era un excelente papá. Así es que pensó que la única forma que tenía de protegerme era yendo al viaje, porque ella creía que me iba a secuestrar y que nunca más podría recuperarme”, señala.
Fue así, como el 1 de agosto de 1984, la familia partió rumbo a Irán de vacaciones. Mahtob recuerda el golpe cultural que sintió cuando aterrizó en Teherán, producto de las barreras idiomáticas con su familia paterna y por la cantidad de gente que las rodeaba, lo que resultaba abrumador para una niña tímida.
Todo cambió cuando Moody les dijo que no podían volver a Estados Unidos. Se puso muy violento y su actitud cambió radicalmente. Así , pasó de ser amable a estar enojado todo el tiempo. “Luego vino la guerra (con Irak), había bombardeos, cortaban la luz; todo era racionado. Tuve que ir al colegio, mi padre me obligó a ir y fue una experiencia que me dio mucho miedo, básicamente porque era en un complejo militar, teníamos que pisar la bandera estadounidense, empezábamos el día marchando o diciendo gritos contra Estados Unidos. La mayoría de las veces la gente no me decía nada por ser estadounidense”, recuerda. Sus días transcurrían entre lágrimas e incertidumbre.
Ante esta situación, Betty comenzó a planificar su escape. Para ello contó con la ayuda del dueño de una tienda que no estaba de acuerdo con la Revolución Islámica y que había visitado Estados Unidos. En esa época, Irán era un feroz enemigo de Washington, aunque el “odio” era mutuo.
Compasión
“A menudo mi mamá y yo hemos sido criticadas porque los iraníes quedan mal cuando comparto esta historia, pero fuimos capaces de confiar en gente que era completamente extraña y viceversa. Si ellos hubieran sido atrapados mintiendo por nosotros, ellos habrían sido ejecutados y también sus familias. Para mí es maravillosa la generosidad y compasión que mostraron hacia nosotras. Por ejemplo, el hombre que arregló este escape no quería que le pagáramos. Lo único que quería era que estuviéramos a salvo. También estaban los contrabandistas que él contrató para que nos llevaran a través de las montañas hacia Turquía. Nos trataron muy amablemente y cuando finalmente llegamos, el líder de los contrabandistas estaba muy emocionado que incluso le decía a mi mamá que ella era como una hermana para él”, cuenta.
Mahtob nunca se puso en contacto con su padre. De hecho, por muchos años vivieron con miedo a que las encontrara y que ella fuera secuestrada. Su padre murió en 2009.
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