Hace 40 años despegó el primer Concorde

El 2 de marzo de 1969, el propotipo francés del avión supersónico Concorde despegó de la ciudad francesa de Toulouse para su vuelo inaugural de 29 minutos




Será por siempre una leyenda de la aviación. Algunos lo llamaban "pájaro blanco", otro hablaban del "bolígrafo volador" o hasta de una "reina de los aires".

Hace 40 años, el 2 de marzo de 1969, el propotipo francés del avión supersónico Concorde despegó de la ciudad francesa de Toulouse para su vuelo inaugural de 29 minutos. Poco más de un mes después, el 9 de abril, se realizó el primer vuelo del prototipo británico.

Desde el inicio, el Concorde fue un manzana de la discordia.

Para muchos millones de personas, el avión de 62,10 metros de largo con una envergadura de sólo 25,55 metros y una velocidad máxima de 2.405 kilómetros por hora era pura tecnología fascinante. Millones soñaban con poder volar alguna vez en un Concorde.

En cambio, otros consideraban al Concorde una aeronave ruidosa y contaminante.

Así, el consumo de combustible en el trayecto París-Nueva York era de 17 litros por pasajero por cada 100 kilómetros. En comparación, el avión Airbus A380 consume actualmente tres litros de combustible por pasajero por 100 kilómetros. Por este motivo, para la mayoría de las aerolíneas el Concorde era demasiado caro.

Los fabricantes de aviones de Estados Unidos estaban a fines de los años 60 igual de avanzados que sus colegas franceses y británicos. En los norteamericanos prevaleció el pensamiento económico, aún cuando, como era sabido en el rubro, cada aterrizaje de un Concorde en Nueva York era una punzada en el corazón para los constructores del Boeing.

PRIMER VUELO REGULAR
Entre los muchos proyectos osados figuraba en los primeros años, el 21 de enero de 1976, el primer vuelo regular entre París y Río de Janeiro. Poco después, se comenzó a operar la ruta París­-Caracas, con una escala técnica en Santa María.

Sin embargo, los dos servicios fueron suspendidos el 1 de abril de 1982. Con frecuencia jugaba un papel la relativamente baja autonomía de vuelo del Concorde de 6.250 kilómetros, que en trayectos más largos hacía necesarias escalas, que demandaban mucho tiempo.

Pese a que el servicio regular y exitoso se limitó al final a las conexiones de París y Londres a Nueva York y Washington, los jets supersónicos franco-británicos se hicieron cada vez más populares.

TODOS QUERIAN VIAJAR EN UN CONCORDE
No hay casi ningún hombre de Estado de renombre que no aprovechara alguna vez la gran oportunidad de volar en un Concorde, los que eran viajeros frecuentes, ante todo los pilotos de Fórmula 1 y los astros del tenis.

Margaret Thatcher se sentía a bordo tan a gusto como la reina Isabel II o el papa Juan Pablo II, quien viajó el 2 de mayo de 1989 con el Concorde francés desde La Réunion hasta Lusaka, en Zambia.

La desbordante euforia también contagió a algunas comunidades. En 1985, la gerencia del aeropuerto Hannover-Langenhagen escribió a la aerolínea British Airways, en una carta sobre las conexiones, a favor de una prolongación de la ruta de Nueva York a Londres hasta Hannover: "Según nuestra opinión, el aeropuerto de Hannover en el norte de Alemania es el más apropiado para este fin".

La mayoría de los pasajeros estaban sencillamente entusiasmados de poder subir al avión en Europa después del atardecer y bajar antes del ocaso en Nueva York. O, quien partía de Europa entre las 10 y las 11 de la mañana, llegaba a tiempo para desayunar a las 9 horas en Nueva York.

En general, el vuelo de Europa a Nueva York duraba unas tres horas y media. A veces menos. Muy rara vez, el tiempo de vuelo era menor a las tres horas.

Es decir, eran 30 horas menos que lo que necesitó Charles Lindbergh en 1927 para su famoso sobrevuelo sobre el Atlántico.

FIN DE LA HISTORIA
El Concorde se convirtió en un ícono de la tecnología
y sigue siendo una leyenda pese al accidente sufrido el 25 de julio de 2000 en Gonesse, cerca del aeropuerto parisino Roissy Charles de Gaulle, que dejó 113 muertos.

El 24 de octubre de 2003, el gran capítulo Concorde terminó definitivamente.

En el último vuelo de un Concorde de la aerolínea British Airways a Londres, el "pájaro blanco" fue acompañado por una escuadrilla de aviones británicos Red Arrows en su sobrevuelo del Canal de la Mancha.

En la actualidad, los Concorde que quedan están repartidos en el mundo y son exhibidos en renombrados museos de aviación o adornan ciudades históricas de la aviación.

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