En junio de 2014, en una guarida ubicada en las islas Maldivas, Roman Seleznev, un hacker ruso conocido como Track2, fue detenido gracias a una orden de captura internacional emitida por el FBI.
En su poder contaba con grandes fajos de billetes de 5 mil rublos, los de mayor denominación en Rusia, pero más clave aún, un computador portátil que contenía la información por la cual estaba siendo buscado.
En su interior, cerca de dos millones de números de tarjetas de crédito obtenidas por el hackear directamente de computadores que procesan las compras en diferentes tiendas del retail en EE.UU. Estas cuentas luego eran ofrecidas en internet para realizar fraudes y compras ilegítimas. Una operación que le permitió contar con una vida llena de lujos y que en cambio, le reportó a la industria más de 170 millones de dólares en pérdidas.
Seleznev fue llevado a la justicia norteamericana, la que ayer finalmente lo condenó. El tribunal federal de Seattle encontró a Seleznev culpable de fraude, daño intencional a un computador protegido y robo de identidad agravado, y lo condenó a 27 años de cárcel, la mayor sentencia para un hacker en toda la historia, superando la condena de 20 años que se le otorgó en 2010 a Albert Gonzalez por un crimen similar.
En el fallo, se detalla que Track2 atacó a 3.700 instituciones financieras y a 500 negocios alrededor del mundo.
Repercusiones políticas
Pero lo más interesante de la historia son sus repercusiones políticas, ya que Roman, de 32 años, es hijo del miembro del parlamento ruso Valery Seleznev, quien ya ha señalado que su hijo fue "secuestrado" por el gobierno estadounidense y que fue torturado y víctima de una sentencia injusta.
El Gobierno ruso aseguró que su detención, que tuvo lugar en 2014 en las Maldivas, fue ilegal. "Seguimos considerando que el arresto del ciudadano ruso Roman Seleznev fue ilegal", dijo la Embajada de Rusia en Washington en un comunicado.