Cuando a finales de agosto, la agencia espacial india (Isro) anunció la pérdida de contacto con su primera misión lunar, el Chandrayaan-1, 14 meses antes de lo planificado, parte de la comunidad científica no reparó en catalogar la misión como un "fracaso", a pesar de que se trataba del primer lanzamiento realizado por científicos de la India y de captar fotos inéditas.

Sin embargo, justo en el año en que se recuerdan los 40 años de la llegada del hombre a la Luna y cuando los ojos se volvían a volcar al espacio, el proyecto pasará a la historia por protagonizar uno de los más grandes hallazgos de la historia espacial.

Dentro de esa sonda se encontraba el M3, un espectrómetro de última generación creado por la Nasa. Los resultados del estudio fueron concluyentes: por primera vez hay indicios del líquido vital en la superficie lunar.

TRABAJO COLABORATIVO
La misión india era ambiciosa: en su primer lanzamiento pretendía enviar una sonda a la Luna, hacer aterrizar un robot con la bandera de su país y, por si fuera poco, encontrar rastros de agua en el satélite. Pero la falta de experiencia permitió la colaboración internacional y dejaron espacio libre en el satélite para que otras agencias espaciales colocaran sus instrumentos. En total, seis de sus 11 equipos provenían de otras agencias, como la Nasa y la ESA, incluido el módulo estadounidense M3, encargado de hacer las mediciones para hallar el vital elemento.

Según explicó a La Tercera el profesor Lawrence Taylor, miembro del equipo de la U. de Tennessee que revisó los datos, "la sonda M3 analizó la manera en que la luz del sol reflejaba diferentes longitudes de onda, dependiendo de los minerales de la superficie". En este caso, los datos detectaron que existían vínculos moleculares entre el hidrógeno y el oxígeno, los dos elementos que forman el agua. Luego, los científicos compararon los datos con los recogidos por sondas anteriores, como la Cassini, llegando a los mismos resultados. "Tardamos cinco meses para analizar estos datos y estar totalmente seguros de que se trataba de agua", explicó Taylor.

CAMINO A MARTE
Otra de las particularidades de este hallazgo es que el agua descubierta no está ubicada en los polos -lugares donde teóricamente existen grandes reservas de hielo-, sino en grandes distancias que cubrían una porción entre los 30 y 45 grados de latitud norte-sur. Taylor explica que no existe certeza si el agua está en un estado líquido o sólido, "pero sí podemos decir que se encuentra en una proporción de un litro de agua por cada metro cúbico de superficie", cuenta el profesor.

Si bien esta cantidad no asegura la habitabilidad en el satélite, sí servirá para los planes de la Nasa de llegar, por ejemplo, a Marte. "El agua es un recurso importantísimo para crear el combustible para que una nave despegue desde la Luna hasta otros planetas", explica Taylor, lo que podría convertir a la Luna en una verdadera "estación de servicio interplanetaria", donde las naves buscarían reabastecerse. Para eso es necesario crear bases, parte del plan de la Nasa para el 2020.

Taylor y su equipo no pudieron ocultar la felicidad después de confirmar que sus datos eran correctos y que, además, serán publicados en la revista Science. A tal punto, que afirma que "estamos frente al descubrimiento espacial más importante desde que Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaran la superficie lunar".

En dos semanas más, la sonda LCROSS de la Nasa intentará buscar evidencia más concreta de la existencia de agua en la Luna al estrellar uno de sus módulos contra un cráter y luego recoger el polvo que se suspenda. Será, sin duda, otro momento estelar, pero que desde ya quedará en la sombra de la hazaña del Chandryaan-1, el debutante ideal.