A dos semanas de la desaparición de 43 estudiantes mexicanos en ataques de la policía, el hallazgo de más fosas clandestinas donde se teme que estén enterrados los jóvenes ha dejado poco lugar a las esperanzas de encontrarlos con vida.
La identificación de esos últimos cuerpos hallados en la ciudad de Iguala, al igual que los 28 cadáveres encontrados en otras fosas el fin de semana pasado, puede demorarse aún unos días debido a su alto estado de carbonización.
Este viernes, Tomás Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal de la fiscalía, estimó que "entre el martes y el miércoles" puedan tener como mínimo los resultados de la primera prueba a los cadáveres para confirmar si se trata de estudiantes.
La confesión de varios detenidos de que allí enterraron a jóvenes apunta a que finalmente fueron asesinados tras ser tiroteados por policías municipales y sicarios del cártel local Guerreros Unidos, la noche del 26 de septiembre.
Las sospechas sobre los responsables de ordenar este ataque que ha conmocionado a México se dirigen hacia el alcalde de Iguala y su esposa, María de los Ángeles Pineda, hermana de narcotraficantes.
Uno de los últimos detenidos es Salomón Pineda, alias "El Molón", hermano de la esposa del alcalde y presunto miembro de Guerreros Unidos, quien confesó ser uno de los autores materiales del crimen, señaló este viernes el fiscal general, Jesús Murillo Karam.
La detención de "El Molón" y de otras tres personas en las últimas horas llevó a los investigadores hacia cuatro nuevas fosas clandestinas con cuerpos, ubicadas en una zona montañosa cercana a Iguala, donde Pineda aseguró que se enterró a estudiantes.
Otros dos sicarios también aseguran haber enterrado a estudiantes asesinados en fosas donde se encontraron 28 cadáveres.
Sin embargo, las familias se resisten a perder la esperanza y aseguran que sus hijos siguen en manos de policías fugitivos de Iguala. Hay cerca de 40 detenidos por este caso, entre ellos al menos 26 policías municipales.