Son las cinco menos cinco de la tarde cuando Lewis Carl Davidson Hamilton (Tewin, Reino Unido, 30 años) asoma por la primera planta del mastodóntico pabellón que Mercedes ha instalado en la trastienda del circuito de Montmeló y se sienta a charlar con EL PAÍS. El actual campeón del mundo de Fórmula 1 pasa por un buen momento y eso se ve reflejado en su perfil de Instagram. Su vida va tan rápido como el monoplaza que conduce. El mes pasado apareció exhibiendo músculo y tatuajes en la portada del Men's Health, antes de aterrizar el miércoles en Barcelona a bordo de su jet privado estuvo entrenándose en Mallorca, desconectó en Los Ángeles y pasó por Las Vegas, donde asistió a la pelea entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Hamilton habla bajito, más bien susurra, y como siempre hace lo imposible para que su mensaje suene a trascendental, casi místico. Difícil en alguien cuya película favorita es El Príncipe de Zamunda, de Eddie Murphy.
¿Qué le pareció el combate del siglo?
Digamos que si no estuviste allí no te perdiste gran cosa. Eso sí, fue una gran experiencia y un espectáculo tremendo. Fue un poco surrealista porque tenía a Leonardo Di Caprio en la fila de atrás, a Robert de Niro unas sillas a mi derecha, a Beyoncé y Jay-Z a la izquierda y estaba rodeado de jugadores de la NBA. Tuve suerte de que me ofrecieran algo tan exclusivo.
Pero usted ya está acostumbrado a la fama.
Sí, claro, pero no a tener mejores asientos que Di Caprio.
Si hay un elemento que demuestra la confianza de un piloto son las pole position. En 2014 consiguió siete, cuatro menos que Rosberg (su compañero), pero ahora lleva cuatro de cinco. ¿Qué ha cambiado?
No hay más secreto que el análisis de las pequeñas cosas. Cuando gané el título me centré en aquellos aspectos en los que todavía había margen de mejora y me apliqué en ellos. La verdad es que en algunos acerté y voy mejor, y en otros, pues no.
¿Pero ha tenido que cambiar algún aspecto de su preparación? ¿O la forma de encarar los grandes premios?
En absoluto. Hago lo mismo que siempre pero simplemente me centro en ser más fuerte, en ir más deprisa y en reforzar la cuestión mental. Seguramente, el título fue un buen cimiento para todo este proceso.
¿Ha engordado?
Es que el año pasado tuve que adelgazar mucho [pasó de 73 kilos a 67], yo y todos, porque los coches ganaron mucho peso debido a los nuevos motores. Ahora ya no es tan necesario, de modo que me he podido meter un par de kilos. De hecho creo que estoy más fuerte que nunca. Digamos que este es mi peso ideal, alrededor de los 70 kilos. Los negros tenemos más densidad de fibra en los músculos que los blancos, y eso hace que pesemos más. Eso lo heredé de mi padre. Por ejemplo, yo peso lo mismo que Jenson [Button], aunque él es mucho más alto que yo [Hamilton mide 1,74 metros y Button, 1,82 metros].
Pero Button está en los huesos.
Igual que yo en 2014. Esos cuerpos tan delgaduchos no gustan a las chicas.
Hay quien piensa a que el Mercedes dispone de una especie de turbo extra en determinados momentos.
No es verdad. Todos los motores cuentan con distintos mapas electrónicos. Hay uno para la cronometrada y varios para la carrera y demás. Pero nada más.
¿Se guardan algo de potencial en el bolsillo?
¿No vamos suficientemente rápido? No tenemos nada más que lo que se ve. Ferrari se nos ha acercado mucho y eso que nosotros no estamos paseándonos. Vamos tan deprisa como podemos y ellos nos empiezan a meter mucha presión. En cierto modo nos han sorprendido.
¿Les considera una amenaza real?
Por supuesto que lo son. Nos cuesta mucho sacárnoslos de encima. Si la cosa sigue así hasta el final todo estará muy ajustado.
¿Quién le preocupa más: Rosberg o Vettel?
Por la posición que ocupo no creo que deba estar preocupado por nadie. Mi peor enemigo soy yo mismo, y a decir verdad tampoco estoy demasiado angustiado. Lucho contra este enemigo constantemente y trato de sacar lo mejor que llevo dentro. Si lo doy todo no creo que esté bajo ninguna amenaza.
¿En qué punto de su vida se encuentra?
Pues las cosas cambian, todo fluctúa. El año pasado todo fue perfecto, encajó, y sin embargo a principios de éste los problemas sentimentales volvieron a aparecer y al final corté con mi novia [la cantante Nicole Sherzinger]. Lo bueno es que todos estamos expuestos a estos asuntos. Cuando ocurren este tipo de cosas, pues tienen un efecto en tu trabajo. Esta temporada me he esforzado en ser mejor piloto a la vez que peleaba con esta historia. De alguna forma he podido manejarlo y eso me hace muy feliz. Ahora veo el vaso medio lleno: estoy soltero, me encuentro bien, soy campeón del mundo y estoy rodeado de chicas guapas. No es un mal plan, ¿no?
Con este panorama que describe, ¿es posible mantener los pies en el suelo?
Nunca olvido de dónde he salido y estoy muy agradecido de ser lo que soy. Crecí en el apartamento de mi madre, un sitio minúsculo, y dormí mucho tiempo en el sofá que había en el de mi padre. Conduje los peores karts de la historia y cuando llegábamos a los circuitos éramos la única familia negra. No éramos muy bienvenidos. Tuvimos muchos problemas pero seguimos ganando a pesar de competir contra gente que tenía todo el dinero que quería. Todo aquello me hizo más fuerte y ahora estoy aquí y soy campeón del mundo de F-1. Estoy muy contento con todas las decisiones que he tomado, por ejemplo con el dinero.
¿Eso incluye haber pagado más de 20 millones de euros por un avión?
Me compré un avión, y si soy sincero no es la cosa más brillante que uno puede hacer. No puedo hacerlo todo bien, ¿no? Si pudiera volver atrás seguramente no lo haría. De todos modos, tengo un avión que me encanta y cuando vuelo en él es increíble, no hay nada como eso. Dicho esto, no creo que me compre otro (se ríe).
¿Hay alguien que le diga lo que no quiere oír?
Dios. Y mi padre, mi hermano y mis mejores amigos. Es bueno tener a tu alrededor a personas que no te dejen vivir en las nubes. No me gusta la gente que me dice que sí a todo. Cuando contrato a alguien, por ejemplo. No quiero que me diga que sí a todo. Lo que quiero es que trate de encontrar una solución para que lo que sea, se resuelva.
¿Le da pena ver lo mal que está McLaren teniendo en cuenta que fue su primera familia en la F-1?
En Australia, cuando los vi allí, tan perdidos, me dije a mí mismo: ¿Cómo puede ser eso? Nunca me lo hubiera imaginado. Si ves la fábrica que tienen, su historia, todo el potencial… parece imposible. Decidieron cambiar de motor [de Mercedes a Honda] y mi experiencia me dice que en la F-1 es bastante habitual subestimar según qué retos. Por ejemplo, en 2009 entró en juego el doble difusor y la mayoría lo subestimamos [Button ganó el título con BrawnGP gracias a ello]. Me encanta que Mercedes no subestime nada. No tiene mucho sentido que McLaren no esté peleando por ganar. Estoy convencido de que volverán a hacerlo, la pregunta es cuándo.
Usted siempre ha señalado a Fernando Alonso como el piloto de referencia. ¿Cree que su palmarés está acorde con su talento?
Es una pena que sólo tenga dos títulos. Aquí cuentan las decisiones que uno toma pero también estar en el lugar indicado en el momento justo. Yo miro a Fernando y le veo en lo más alto en términos de talento. Michael Schumacher ha ganado siete veces y yo coloco a Alonso al mismo nivel que él. Los números de uno son muy superiores a los del otro, pero eso no significa nada. Él ha tomado sus propias decisiones y puede que desde mi punto de vista no hayan sido acertadas, pero es él quien debe manejar eso. Está claro que ahora miras el Ferrari, ves lo bien que va y choca mucho que decidiera irse cuando aún tenía contrato. Piensas: ¡dios mío!