A comienzos de año, el foco de Hans Podlipnik y Julio Peralta estaba puesto en seguir creciendo como jugadores y buscar un progreso en el ranking de dobles. En ese momento, el primero se ubicaba en el puesto 74, mientras que el segundo rondaba el 105º. Con esas ubicaciones parecía muy difícil pensar que ambos clasificarían a los Juegos Olímpicos de Río. Pero el milagro ocurrió.

Sólo en dos challengers y en la serie de Copa Davis ante Venezuela los representantes nacionales jugaron juntos, aunque se conocen porque durante muchos años fueron dupla en los interclubes en Europa.

Por separado, ambos tenistas dieron el salto. Peralta, por un lado, ganó los dos primeros ATP de su carrera, el de Sao Paulo, en febrero, y el de Gstaad,  hace poco más de una semana. Ambos con el argentino Horacio Zeballos como pareja, logros que le permitieron meterse muy cerca del top 50, mientras que Podlipnik se acercó a los 60 mejores gracias a sus éxitos en challengers y las semifinales del ATP de Quito, en todos con el eslovaco Andrej Martin.

Incluso esta semana han brillado. Hoy ambos chilenos juegan finales de Challengers: Podlipnik con Martin en Biella, Italia, y Peralta con el argentino Facundo Argüello, en Praga.

Y todo pese al pesimismo que manifestaba Peralta en mayo: “Está difícil, tenemos muy pocas posibilidades. Tendríamos que estar tipo 40”. Pero sorpresivamente a fines de junio, la ITF publicó la lista de elegibles y aparecía la dupla chilena. Sin embargo, el caso de Big Julius debía ser analizado, pues no cumplía con el requisito de tres series de Copa Davis jugadas durante el ciclo olímpico, lo que obligó a la Federación de Tenis de Chile a realizar una apelación, que resultó exitosa, permitiendo el regreso del país a esta disciplina en los Juegos, después de ocho años.

Los clasificados cuentan aspectos de su preparación. “En diciembre hice mi pretemporada sin pensar en los Juegos Olímpicos. La realicé en Eslovaquia, en invierno, en un hotel en la mitad de las montañas. Había cinco grados bajo cero. Fue muy especial, porque aprendí a controlar mi cuerpo. En las tardes nos metían cinco minutos en el agua congelada de un Río”, dice Podlipnik.

Peralta, de 34 años, destaca: “La preparación viene de jugar torneos todas las semanas y poder llegar de la mejor forma posible y con buena confianza. Igual como lo he hecho este año”. Y añade: “No hay una fórmula, va dependiendo de cómo me vaya sintiendo día a día”.

En tanto, el actual campeón panamericano relata que practica otras actividades para complementar su rutina de dos horas de trabajo físico y cuatro horas de tenis: “Siempre he sido fanático de la escalada. Cuando estoy en Eslovaquia o en Chile lo hago. La otra pasión que tengo es tocar guitarra. Siempre viajo con ella”, dice. A ello se suma la constante necesidad de cultivarse: “Estoy haciendo una carrera de international management  en Estados Unidos e hice cursos certificados. En la Universidad de Australia hice uno de antropología y ahora estoy con otro en la Universidad de California, que es sobre energías renovables, porque me apasiona mucho la autosustentabilidad”.

Dentro de su rutina, el número dos de Chile en dobles contempla ejercicios de relajación. “Todas las noches, antes de dormir, elongo 40 minutos. Trato de que nunca se me pase. Eso fue lo que me salvó la espalda. Estaba muy mal de la zona baja y tenía muchos dolores, pero ahora estoy muy bien”, sostiene el tenista, que desde hace un año es vegano. “Es una manera de ayudar al mundo”, explica.

Asimismo, Podlipnik adelanta que a partir de ahora su carrera se dirigirá casi exclusivamente al dobles: “Me voy enfocando al dobles. Me apasiona mucho y me entretiene mucho; y hacer singles y dobles al más alto nivel no me calza, porque en challengers hay que jugar todas las semanas y es muy desgastante. En cambio, a nivel de torneos ATP, es posible hacer singles y dobles,  porque son menos torneos al año, pero en challengers me empecé a desgastar tanto que no rendía bien en singles ni en dobles. Fue un efecto muy negativo”.

Después de los éxitos olímpicos de Nicolás Massú y Fernando González, una nueva dupla chilena apuesta por escribir su propia historia en Río 2016.