El 24 de mayo, el director del Centro de Estudios Públicos (CEP), Harald Beyer, fue invitado a una comida en la residencia del ex Presidente Sebastián Piñera para dialogar con el candidato presidencial que recién había perdido los comicios en Ecuador, Guillermo Lasso. Esa fue la última vez que Beyer conversó y compartió, dice, con Piñera, de quien fue ministro de Educación durante 16 meses, hasta su destitución en abril de 2013.
En esta entrevista, el economista llama a la centroderecha a abrirse a la denominada agenda valórica que incluye el aborto y el matrimonio igualitario, temas que ha impulsado el gobierno de Michelle Bachelet. En ese sentido, advierte que si un futuro gobierno del sector pretende proyectarse a ocho años, debe enarbolar dichas banderas para "crecer políticamente". Dicho camino, dice, debería iniciarlo el ex presidente. "Piñera no tiene que ser rehén de los sectores más duros", agrega.
Luego de la última encuesta del CEP, donde Sebastián Piñera mantiene un claro liderazgo, se instaló una sensación de triunfalismo en la centroderecha. ¿Hay posibilidades reales de que él gane en primera vuelta?
Es muy difícil. La multiplicidad de candidatos genera mucha dispersión, por lo tanto, eso afecta la posibilidad de consolidar una votación suficientemente elevada para ganar en primera vuelta. Esta elección será curiosa, porque va a quedar a una distancia muy marcada del segundo. Las segundas vueltas que hemos tenido han sido más inciertas. En 2009 hubo una diferencia de 15 puntos, ahora perfectamente podría haber una de 20 puntos.
Si es tan difícil que Sebastián Piñera gane en primera vuelta, ¿por qué se instala la idea?
Las encuestas del CEP anteriores mostraban que el resultado de segunda vuelta, particularmente con Alejandro Guillier, era más estrecho. Mostraba una cierta debilidad de Sebastián Piñera en la Región Metropolitana. Ahora él se ha fortalecido en esa zona y la distancia con Guillier ha aumentado.
¿Qué significa que más del 50% de los encuestados crea que Piñera será el próximo Presidente de Chile?
Esa es quizás la cifra más predictiva del resultado de la elección, porque la gente va percibiendo lo que va escuchando en la calle, en las conversaciones con los amigos o con la familia. A partir de eso, la gente va configurando una opinión, entonces, cuando se distancia tanto la sensación de triunfo de un candidato respecto del otro es muy difícil que eso se pueda revertir posteriormente.
Dirigentes de Chile Vamos han señalado que, pese a que Sebastián Piñera lidera los sondeos, el país es más bien de centroizquierda.
Ha habido un proceso de desideologización muy grande. Si uno piensa en nuestras encuestas a principios de los años 90, alrededor de un 80% de la gente se identificaba con un partido político. Hoy, esa cifra es 25%, es decir, ni las corrientes ideológicas ni los partidos están convocando demasiado, estamos frente a un ciudadano que está vitrineando. Ese ciudadano es alguien moderado, que valora lo que Chile ha logrado; está relativamente satisfecho con su vida, tiene expectativas positivas respecto del futuro y es bastante crítico del gobierno.
¿Entonces ya no existiría esta dicotomía sobre si Chile es de derecha o de izquierda?
Esa idea de que, culturalmente, Chile es de centroizquierda, siempre fue un error, o al menos, uno nunca lo veía en las encuestas. Lo que ocurrió es que la Concertación fue una coalición muy amplia en términos de su dispersión ideológica y muy pragmática, y eso describe bastante bien al ciudadano, por eso logró identificación con la gente. Eso lo perdió un poquito la Nueva Mayoría; aunque la derecha tampoco tiene un apego fuerte en la ciudadanía.
La presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, dice, tajantemente, que Chile es un país de izquierda...
Yo creo que está equivocada. Voy a caricaturizar: el proyecto de la Nueva Mayoría a lo que aspiraba era a derrotar este paradigma neoliberal. No es curioso que luego de intentar eso, el emblema del paradigma neoliberal, que puede ser Piñera, esté a punto de triunfar de nuevo en la elección. Hay que entender bien este fenómeno político. Estos grupos medios que están comandando la política son desleales: votaron a Piñera, lo abandonaron rápidamente; votaron a Bachelet, la abandonaron rápidamente... Ahora están en búsqueda de un proyecto político que lo satisfaga, que no es necesariamente de izquierda o de derecha.
Se ha discutido sobre si Sebastián Piñera es más de derecha o de centro. ¿Cómo lo ve usted?
Hay un discurso confuso, porque hay una intención de movilizar a su electorado duro, y eso se nota en el mensaje, pero él tiene una vocación más de centro y eso de repente se le escapa. Esto genera una tensión en la coalición, nada grave hasta ahora, pero desde el punto de vista de la proyección de su gobierno, esa apuesta es riesgosa. Él tiene que pensar en convocar a grupos crecientes de la población. En política, al final, siempre importa el votante marginal más que el votante comprometido. Ese votante se puede molestar con un discurso con mayor apertura, pero cuando no tiene más alternativa se inclina por ese candidato que está más cerca de él o de ella. Ahora, en un ambiente de votante voluntario es probable que ese votante se pueda quedar en su casa: ahí está la tensión de la campaña de Piñera.
Si Sebastián Piñera gana la elección, ¿esa tensión puede permanecer con los partidos? Considerando que la UDI está más a la derecha que Evópoli, por ejemplo.
Va a depender del resultado de la elección, pero si Piñera quiere proyectar su gobierno, tiene que sumar. Pensemos que se genere tal tensión en el gobierno y que los sectores más duros levantan una candidatura, el escenario político -por lo que dije antes- no es favorable para ese tipo de aventuras políticas. No hay mucha fuerza ahí, porque hay transformaciones culturales, sociales, bastante profundas y eso hace pensar que el votante futuro de la derecha va a privilegiar candidatos más moderados. La tensión podría producirse, pero él debería ignorarla si es que su intención es proyectar el gobierno.
Usted ha dicho que a la derecha le falta sintonizar con las mayorías sociales. ¿En qué lo ve?
Respecto del aborto, hubo un proceso de deliberación muy profundo en el país. El votante de derecha, pese a que insistió en su posición, a pesar de la crispación que generó, se quedó en una posición más liberal. El 70% de los votantes de derecha -y más o menos el mismo porcentaje de los votantes que se identifican con Piñera- es partidario del aborto, al menos en algunas circunstancias. Es raro que en una coalición política esa sensibilidad -aunque el tema no sea tan relevante desde el punto de vista electoral- no se refleje. Yo creo que no es sostenible en el mediano o largo plazo, porque la gente quiere vivir su autonomía y eso no solo le ocurre al votante progresista, sino también al de centroderecha. Estos temas van a ir creciendo en relevancia.
¿Concuerda con analistas que dicen que el próximo gobierno será muy difícil y, aún más, si gana Piñera, podría reactivarse una efervescencia social?
Esa movilización de 2011 nadie la proyectó. Es muy difícil predecirlo, es una posibilidad, pero yo no le atribuiría una probabilidad demasiada alta, en parte porque los problemas que han generado estas "explosiones" son problemas que más o menos se han ido resolviendo, como los altos costos de la educación superior. Sí, hay discrepancias de cómo resolverlos, pero la carga financiera ha ido atenuándose, el tema pensiones, hay discrepancias, pero ya se están abordando; habrá solución. Podría haber otro tema emergente, pero yo por ahora no lo veo.
¿Piensa que afectará a la candidatura presidencial de Alejandro Guillier el caso copy-paste?
Muy marginalmente. Nos hemos ido de histeria en histeria y yo creo que el efecto de estas cosas es menor. La gente ya está confundida, qué explicaciones hay, quizás estas son sensatas, no sabemos aún cómo lo va a procesar la población.
¿Será la reforma educacional el principal legado de Michelle Bachelet?
El gobierno ha estado tan marcado por esa reforma, que las cosas positivas realizadas han pasado desapercibidas y eso es un error. Los cambios en materia de probidad, e incluso en aspectos como la carrera docente, y otros en la agenda valórica, todo eso ha sido muy positivo.
¿La despenalización del aborto es uno de los puntos altos del gobierno?
Yo creo. Más allá de la crispación que generó la discusión, el gobierno validó su proyecto, curiosamente, en el Tribunal Constitucional, y eso ha sido bien recibido por la población y va a ser una marca.
De ganar la elección Sebastián Piñera, ¿debería impulsar el matrimonio igualitario?
Sí, Piñera tiene que estar abierto al matrimonio igualitario. Hoy, las derechas modernas apelan a la igualdad de derechos. Para el mundo conservador y la derecha, el matrimonio es una institución que tiene mucha importancia y esa institución se valida si se usa, además, para promover igualdad de derechos. Debe ser con adopción. En este tema habría que recordarle a Piñera lo que dijo David Cameron: 'Yo soy partidario del matrimonio homosexual, porque soy conservador'.
Evópoli ha dicho estar a favor del matrimonio igualitario, pero no han insistido en que Piñera legisle en este tema. ¿Es necesario que lo hagan?
La derecha crecería políticamente si es que toma esta bandera. Para eso no se necesita apoyo mayoritario, de hecho, Cameron, cuando aprobó el matrimonio igualitario, algunos de sus partidarios votaron en contra: fair enough, digamos...
¿Tiene asidero esta idea entre los ex ministros o académicos del sector con los que usted comparte?
Como siempre, hay posiciones distintas, pero algunos ex ministros están convencidos y están de acuerdo conmigo.
Usted dice que para que un gobierno se proyecte tiene que sumar. De ganar, ¿Piñera debería tender puentes hacia Andrés Velasco, por ejemplo?
Un ejemplo es Alemania. La Democracia Cristiana allá tiene un papel en la centroderecha, gobierna con los socialcristianos, que es un partido que está mucho a la derecha y ha gobernado históricamente con los liberales. Piñera podría titular una coalición de esas características si muestra generosidad, si es capaz de abrirse, si no es rehén de algunos sectores más duros. Las coaliciones no tienen por qué ser permanentes, pueden ser instrumentales, pueden ser para determinados proyectos o para una agenda específica. Yo creo que la política que vamos a ver hacia adelante va a ser muy distinta de la que hemos visto hasta ahora, sin que eso signifique que los partidos se cambien de coalición.
¿Cómo ve el futuro de la centroizquierda? Hay una división profunda y la DC está en un momento crucial en su futuro.
Esto es raro, porque uno dice que el votante es moderado, pero los partidos de centro no tienen más fuerza. La razón es que los partidos de centro son atractivos cuando hay mucha polarización en la población, pero resulta que, en Chile, más allá de la crispación que hay en la elite, la población no está polarizada. En la centroizquierda se ha producido una renovación de sus partidos, que están en una suerte de crisis de identidad, porque se sienten amenazados por el Frente Amplio, entonces, el llamado de la selva los convoca. El problema que tienen ahí es que no tienen muchos votos.
¿Por qué el Frente Amplio no obtiene esta mayoría de votos?
Si uno va a buscar muchos votos a la izquierda o a la derecha, no los va a encontrar. Yo en esto soy matemático: veo que hay poquitos en la izquierda y muy poquitos en la derecha, por lo tanto, siento que el éxito electoral supone moverse hacia el centro. La centroizquierda no parece estar haciendo ese juego. Y si bien Piñera está presionado por el ala derecha, tampoco se ha derechizado excesivamente, no se está moviendo a buscar votos a la extrema derecha. La próxima elección, por ejemplo, va a demostrar que el Frente Amplio no es tan fuerte como se pensaba y eso puede hacer recapacitar al mundo de la centroizquierda. Su bajo rendimiento electoral le dará una oportunidad al PS o al PPD, que históricamente no han estado en la posición del Frente Amplio, de girar y tratar de conquistar el poder y buscar un proyecto alternativo al que hoy están tratando de enarbolar.
¿Por qué en un momento el Frente Amplio estaba bien posicionado en las encuestas?
La gente ya empieza a darse cuenta de cuáles son sus posiciones. Sus figuras han ido bajando en las encuestas, porque se han dado cuenta de que también están en política, entonces, pierden la novedad.
En abril próximo se cumplen cinco años de su destitución como ministro de Educación. ¿Le gustaría volver a ser ministro de Piñera en un eventual gobierno?
No. Yo ya tengo decidido que no voy a aceptar ningún cargo. Tampoco creo que me lo van a ofrecer, pero tampoco lo voy a aceptar. Hay que hacer un cambio generacional, hay que buscar otra gente.