Un chileno promedio produce 1,08 kilo de basura al día. De eso 11% es plástico, entre envases de líquidos y comidas, bolsas y hasta el tetra pack. De acuerdo al estudio "Entradas de residuos de plástico de la tierra al océano", liderado por la U. de Georgia -y publicado en Science en febrero-, al año entre 10 mil y 25 mil toneladas de ese desecho plástico son mal manejadas en Chile y tienen el potencial de terminar en el mar. Llegan desde la acuicultura, usuarios de playas y desde el interior, transportadas al mar a través de los ríos, y en el mundo sumaron entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas en 2010.
Si es más pesado que el agua el material se hunde, sino el viento lo regresa a la costa. Pero cuando no es así el plástico se aleja, y a unos mil a tres mil kilómetros de la costa entra en un vórtice donde se juntan las corrientes del planeta y que, en el Hemisferio Sur, rodea Isla de Pascua. Este remolino es uno de los cinco puntos del mundo donde se reúne la basura arrojada al mar. El plástico es el material más problemático, pues tarda en degradarse y, a medida que lo hace, se vuelve más pequeño convirtiéndose en comida para especies marinas. No sólo llena sus estómagos de material que no pueden digerir, además es tóxico y, por la cadena trófica, puede llegar al humano.
"Muchos organismos interactúan con el plástico. Cuando es grande, como las redes, se pueden enredar y se hace más grave cuando se fragmenta. Una red o una caja produce miles o millones de partículas. Cuando empiezan a fragmentarse son accesibles para los organismos, aves y peces que lo pueden ingerir. Ahí empieza el problema", dice Martin Thiel, investigador de la U. Católica del Norte, especialista en el tema.
Marco Simeoni, líder de la expedición Race for Water, que desde marzo recorre los cinco vórtices de basura en los océanos, dice que se estima que por cada tres kilos de peces hay uno de plástico. "Dado que los plásticos son más ligeros que el pescado esto se vuelve aterrador cuando te imaginas los volúmenes de plásticos que representa. Esta contaminación por plástico representa una gran amenaza para todos los organismos vivos y la biodiversidad", asegura a La Tercera.
El suizo y su equipo llegan este jueves a Valparaíso para explorar el vórtice del Pacífico Sur, el giro que recibe la basura desde la costa sudamericana y de Oceanía, uno de los menos estudiados. Como en el resto de las zonas afectadas, la basura se acumula por efecto de las corrientes marinas. "(El plástico) se degrada lentamente en el agua por efecto de las olas y el sol. Puede viajar por años en altamar antes de conglomerarse en estos enormes remolinos creados por la circulación de los océanos. Hoy no hay una forma práctica de hacer un inventario detallado de estas áreas, por lo que es difícil estimar su tamaño y su lugar exacto", dice Simeoni.
En medio del vórtice
Un estudio liderado por el 5 Gyros Institute -con información de 24 expediciones- calculó que en los océanos hay cinco billones (millones de millones) de piezas de plástico flotando que pesan 269 mil toneladas. El Hemisferio Norte concentra la mayor proporción -por la cantidad de población-, mientras el giro del Pacífico Sur tiene más de 491 mil millones de partículas plásticas flotando.
"Se puede encontrar de todo. Hay botellas, bolsas, plumavit, redes, cajas. En su viaje las cosas se concentran en el centro del giro. Mientras más cerca, se encuentran fragmentos pequeños de entre 1 y 10 mm que ya son irreconocibles", dice Thiel, uno de los autores del estudio. El problema afecta sobre todo a Isla de Pascua, adonde las olas llevan parte de los residuos.
"Este plástico que reciben en la costa no es de ellos, viene de nosotros, en la costa de Chile", dice el investigador.
Los isleños, conscientes del problema, realizan esfuerzos por recolectar el material. Al mes el equipo del plan municipal de reciclaje, encabezado por Mama Piru -que recolecta voluntariamente los residuos desde hace 15 años-, recoge cerca de dos toneladas de basura. "Mama Piru y su equipo hacen un esfuerzo heroico por recoger los desechos, clasificarlos y reciclarlos", dice Alex Muñoz, director ejecutivo de la ONG Oceana, que los apoyará con maquinaria para reciclar el plástico de manera más rápida.
"Isla de Pascua debería prohibir el uso de bolsas plásticas reemplazándolas por reutilizables. También se debe retirar la basura de la isla más seguido, ya que hoy se acopian casi indefinidamente. Además los turistas deberían ser responsables de su propia basura, trayendo los plásticos de vuelta al continente y pagando altas multas si arrojan basura a la calle o parque", agrega.
Thiel enfatiza en que es necesario contener el problema desde su origen: el continente. "Si toda la gente alrededor de las costas del Pacífico tuviera una conducta como la de los isleños este problema no existiría", dice.
Misión imposible
Solucionar el problema no es fácil, dicen los expertos, porque una vez que los desechos llegan al mar es prácticamente imposible recuperarlos. "Hay investigadores concentrados en esa temática y se han hallado bacterias que degradan plástico, que es una sustancia muy durable, de degradación muy lenta", dice Thiel.
Aún no existe un plan para limpiar con bacterias. Pero hay iniciativas, como la de los pescadores de Canada ,quienes no tiran redes al mar, que han tenido efectos positivos. No obstante, la basura que se arroja a los océanos sigue aumentando.
"Nadie puede tomar los microplásticos de los mares, pero tenemos que mitigarlo. El problema es que carecemos de datos científicos para asignar correctamente las áreas y darnos cuenta del alcance de esta contaminación", agrega Simeoni.
Race for Water Odyssey, la expedición que comanda, intentará recolectar más datos y realizar análisis a los plásticos flotantes. Los residuos de distintos tamaños serán recogidos de acuerdo a procedimientos científicos y analizados por laboratorios. Además -por primera vez- usarán un dron para tomar imágenes de alta definición de las playas, las que serán analizadas en las universidades de Duke y Oregon, realizarán estudios sociales en las islas en que se detengan y se reunirán con las poblaciones locales para ver cómo hacen frente a la basura.