En Chile, entre el 5% y 10% de la población sufre de depresión. Por culpa de ese trastorno emocional estas personas no sólo se sienten continuamente abatidos, sino que conviven con irritabilidad, tristeza, humor inestable y pérdida de interés. Así, el rendimiento en el trabajo ya no es el mismo, y otras áreas de la vida también se ven afectadas.

En este estado de desánimo se sabe que la herencia juega un rol importante. Según los expertos, entre 40% y 60% de las causas de la depresión tendrían explicación en los genes, los que además estarían implicados en otra relevante área del trastorno: la respuesta a los tratamientos farmacológicos.

Uno de los medicamentos más usados en terapias es la fluoxetina, que logra revertir los síntomas de la depresión. Pero en gran parte de los pacientes el tratamiento con esta y otras drogas no funciona. Luisa Herrera, académica del Programa de Genética Humana del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, explica que "30% a 40% de los pacientes no responden bien a la fluoxetina y otros fármacos depresivos. Tener terapias más dirigidas implica un enorme ahorro de tiempo, ya que mientras más rápido se introduzca, más rápida es la salida a la depresión".

Por ello, un equipo multidisciplinario de la Universidad de Chile investigará por qué algunos pacientes deprimidos tratados con fluoxetina no responden al fármaco. A través del análisis de factores endocrinológicos y genéticos de 300 pacientes, los investigadores buscan determinar los tratamientos más eficientes, según las características individuales.

TERAPIAS EFECTIVAS 
Para tratar la disminución del ánimo y la imposibilidad de disfrutar la vida, los fármacos son una herramienta habitual. Sin embargo, en algunas "personas, a pesar del tratamiento, se mantiene una cantidad importante de síntomas, mientras que en otros los medicamentos simplemente no dan resultado", dice Graciela Rojas, directora de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico de la U. de Chile.

Las drogas antidepresivas comenzaron a usarse en los años 50. Tres décadas después aparece la fluoxetina, que eleva los niveles de serotonina en el cerebro, logrando que el paciente tenga más ánimo y se sienta más sociable y seguro. Luisa Herrera indica que la fluoxetina es la primera opción como fármaco en la atención primaria, porque es efectiva y económica.

Pero entre el grupo de pacientes que no responde a la terapia algunos presentan episodios adversos, ya que no metabolizan bien el fármaco y este sigue por mucho tiempo en su organismo. Sin embargo, otros sencillamente no responden a la terapia. En ellos, dice Herrera, existiría una asociación entre genes del estrés y la respuesta al fármaco.

Cuando las personas sufren depresión, hay niveles aumentados de cortisol, hormona que normalmente se secreta en respuesta al estrés. Esto implica que en estos sujetos la vía que involucra el hipotálamo, hipófisis y glándula suprarrenal, está más activa y por eso se produce una mayor liberación de cortisol. Esta hormona ejerce efectos en el metabolismo energético y en el sistema inmune.

"El cortisol regula su propia secreción, pero se ha visto que en algunos pacientes con depresión este mecanismo no funciona correctamente. Serían estos mismos individuos los que responden mal a las terapias. Lo que implica que varios genes estarían involucrados", sostiene la experta. El estudio busca correlacionar marcadores genéticos con lo que sucede con los pacientes.